El PP logra un triunfo amargo por la insuficiente subida de C's
Rajoy pierde un tercio de escaños y cerca de cuatro millones de votos que lo alejan de poder formar Gobierno, al necesitar a los nacionalistas catalanes y vascos para la mayoría absoluta.
Dicen que las crisis se llevan por delante al partido del Gobierno en las dos siguientes legislaturas... y seguramente ocurra en esta ocasión igual. El Partido Popular ganó en las urnas, aunque es un triunfo amargo, pírrico seguramente, a tenor de que su posición es muy complicada para formar Gobierno en esta undécima legislatura de la democracia española. Cerca de cuatro millones de votos y un tercio menos de los escaños que había reunido en 2011, rozando el umbral de los 11 millones de apoyos, se le han ido por el sumidero a Mariano Rajoy. Pero, aun así, ha estado en las mejores cifras previstas por las encuestas y superó los 120 diputados (123), un dato halagüeño siempre y cuando la segunda fuerza del centro-derecha, Ciudadanos (C's), hubiera experimentado una subida superior a la que obtuvo anoche. Los 40 asientos que la formación naranja tendrá en el Congreso no dan para que el PP pueda gobernar con mayoría absoluta de la mano del emergente grupo de Albert Rivera.
Son los peores resultados logrados por los azules desde 1989, cuando José María Aznar repitió por tercera vez los 107 escaños que había conseguido Manuel Fraga en los dos comicios generales previos frente a Felipe González. Sin embargo, la lectura del PP es que no ha sido derrotado por ninguna formación después de cuatro años de dura gestión de la crisis, con recortes, subidas de impuestos y un carrusel de casos de corrupción que obviamente han hecho mella en el electorado, no así para los más de siete millones de votantes que se mantienen fieles a la causa.
La papeleta para Rajoy es cruelmente dolorosa, ya que su alegría no vino recompensa por un mayor protagonismo de C's. Una decena más de escaños naranjas le habrían valido al presidente para llegar a 172 y sólo tener que recurrir al PNV, que obtuvo seis asientos anoche, para alcanzar la mayoría absoluta. En esta tesitura, no únicamente tendría que echar mano de los nacionalistas vascos, sino también de Democràcia i Llibertat, la formación de su íntimo enemigo Artur Mas, que alcanzó ocho escaños con su nueva denominación, otra vez sin Unió: un imposible debido a cómo están las relaciones del Partido Popular respecto al desafío independentista en Cataluña.
El PP, por tanto, se queda sin posibles apoyos para formar un Gobierno estable al haberse evaporado más de medio millón de papeletas favorables a los partidos de centro-derecha en comparación con los resultados del 20 de noviembre de 2011, ya que UPyD desaparece del arco parlamentario e incluso Coalición Canaria baja su representación de dos a uno.
La soledad de Rajoy, incluso con el capote que le podría echar Rivera, es prácticamente total porque su investidura como presidente resulta ciertamente improbable, utópica a la primera, al necesitar la mayoría absoluta, y muy difícil a la segunda, cuando requeriría la mayoría simple del Congreso, un futurible complicadísimo al necesitar buscar socios en la izquierda o en los bloques independentistas, o la abstención del Partido Socialista, que a su vez podría aprovechar la coyuntura para estudiar alianzas con Podemos y Ciudadanos para que Pedro Sánchez sea presidente.
El popular buscará por todos los medios convertirse en el líder político español y enlazar una segunda legislatura, como antes hicieron Zapatero, Aznar y González, este último hasta en cuatro ocasiones consecutivas. Rajoy, que botó en el balcón de Génova para celebrar junto a la militancia el triunfo, insistió anoche en una idea que ha cacareado durante mucho tiempo. "Lo repetiré hasta la saciedad: quien ganas las elecciones debe intentar formar Gobierno".
Sabe que el mejor mensaje que puede vender está relacionado a la economía: "España necesita en estos momentos estabilidad, seguridad, certidumbre y confianza". Tampoco quiso olvidar Rajoy estos cuatro años marcados por la crisis, que ya se llevó por delante al PSOE en los pasados comicios. "Las decisiones que tomé no eran fáciles, pero hay sentadas unas bases para el futuro", además de recordar que "hemos sacado 1.600.000 votos de diferencia a la segunda fuerza en estas elecciones". Habrá que ver si Rajoy termina presidente, en la oposición y si hay que convocar nuevos comicios.
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