La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
El llamamiento al voto útil ha surtido efecto. El Partido Popular volvió a ganar las elecciones con 137 diputados, 14 escaños más que en las anteriores elecciones, tras recibir el 33% de los votos. Además, revalida la mayoría absoluta en el Senado que ya obtuvo en los comicios del 20-D, dándole el control de las reformas constitucionales que se pudieran emprender en la legislatura que comienza ahora. La pérdida de apoyos de Ciudadanos ha beneficiado fundamentalmente al partido de Mariano Rajoy, quien paradójicamente dependerá de los de Albert Rivera para ser investido. Y si el líder del partido naranja cumple su promesa electoral, Rajoy se vería obligado a dar un paso atrás para que los populares siguieran en el poder, pese a su victoria electoral. Todo un galimatías que el 26-J apenas ha ayudado a resolver, aunque el presidente del Gobierno en funciones disfrute ahora de una posición de más fortaleza para negociar su futuro.
El PP obtuvo más de 7,7 millones de sufragios, 624.000 más que en diciembre, y fue el partido más votado en 14 comunidades, entre ellas, Andalucía y Extremadura, dos feudos históricos del PSOE. Sin embargo, sus 137 escaños son insuficientes para que Mariano Rajoy sea investido sin el apoyo de al menos dos partidos más o la abstención del PSOE si no logra pactar con nadie más. Descontada la gran coalición, en la quiniela podrían entrar Ciudadanos o los nacionalistas vascos. Pero Albert Rivera ha condicionado el apoyo al PP a la marcha de Mariano Rajoy, y es difícil que se desdiga de su promesa sin que sufra un fuerte desgaste personal. Y el PNV se enfrenta en otoño a unas elecciones autonómicas en la que parte en desventaja frente a Podemos, la fuerza más votada en la comunidad en los comicios generales de ayer. Apoyar o facilitar la investidura de Mariano Rajoy podría suponer un lastre añadido a sus expectativas electorales, poniendo en riesgo la continuidad de Íñigo Urkullu como lehendakari.
En política, el éxito no depende únicamente de las cifras, sino también del manejo de las expectativas. Después de que ninguno de los sondeos a pie de urna ni las encuestas realizadas a lo largo de la campaña otorgaran al PP más de 124 escaños, la dirección nacional del PP recibió con "euforia" el resultado electoral y ve a Mariano Rajoy legitimado para gobernar.
Los populares consideran que la moderación fue la triunfadora de la noche electoral y reconocen que ha calado su llamada al voto útil, apelando a concentrar en el PP el voto de centroderecha para poder frenar a Podemos. Conforme iba avanzando la noche, en las caras del PP se fue dibujando una "sonrisa prudente" y ya apuntaban a una posible "gran victoria" de Rajoy cuando con más del 50% escrutado, los populares ya no bajaban de los 135 escaños. En las cuentas de las redes sociales vinculadas al PP empezó a circular el mensaje #siganasgobiernas, y varios centenares de militantes se concentraron ante la sede del PP en la madrileña calle Génova antes de que terminara el escrutinio al grito de "Se nota, se siente Mariano presidente".
Mariano Rajoy fue el último líder que compareció para valorar los resultados, pasadas las doce de la noche. Eludió la sala de prensa, marchándose directamente al balcón de Génova para saludar dedicar el triunfo a sus simpatizantes. "Este partido ha dado la batalla por España y sin ponerse a las órdenes de nadie. Este partido se merece un respeto y el agradecimiento de todos", señaló el líder del PP, que fue interrumpido en varias ocasiones al grito de "sí que se puede". "Reclamamos el derecho a gobernar porque hemos ganado las elecciones. Pero ahora se trata de ser útil del pueblo español, de los que nos han votado y los que no", señaló Rajoy, que insistió en que "a partir de mañana toca hablar con todos y lo haremos". "Estamos a disposición como siempre del pueblo español", agregó Rajoy, que concluyó que los comicios supone el triunfo de "los demócratas, la libertad y los derechos de las personas".
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