Lucha grecorromana contra las gráficas de los 'pactómetros'

El sondeo de A-3 estuvo más próximo del resultado que el encargado por las cadenas públicas, tras una campaña televisiva reflejo del nuevo reparto

Militantes del PP en Las Palmas siguen la jornada electoral a través de La 1.
Militantes del PP en Las Palmas siguen la jornada electoral a través de La 1.
Francisco

21 de diciembre 2015 - 01:00

LA impresión final de la campaña de la televisión había sido buena. Su balance fue muy parecido a los resultados electorales: reconciliación con Rajoy (el PP subió las pesimistas expectativas de meses atrás); rescate de Pedro Sánchez, con el asalto mediático de los últimos días (el PSOE salvó los muebles a última hora); entusiasmo con un Pablo Iglesias eufórico y atinado (remontada de Podemos respecto a las encuestas de los meses de otoño); y desencanto con un Albert Rivera que pareció perder conexión (resultado a medio gas de Ciudadanos frente a lo que se pronosticaba a raíz de su combate catalán). Pues sí, los debates fueron más decisivos de lo que parecían. Y las cadenas generalistas, todas en esta ocasión, se desataron hasta medianoche en conexiones, contertulios y barras de colorines, como imponían unos nuevos tiempos que no han concluido en el revés radical que se vaticinaba.

La primera hora de la espera de resultados corrió a cuenta de TVE y las autonómicas, con un sondeo a pie de urna del que se hacía eco el resto y que al final apuntaba a la baja sobre los dos principales partidos. Más aproximado estuvo el sondeo de Antena 3, la cadena que supo alternar el comentario con el análisis sin crispar los nervios de nadie. Vicente Vallés, siempre didáctico, y Susanna Griso, de negro, a lo García Ferreras, fueron los más recomendables narradores, con el moderador Campo Vidal liberado como analista más impulsivo. María Casado en La 1 también optó por un modelo enlutado ferrerista. Y los presentadores, corbata, salvo el de La Sexta.

Las dos cadenas de Mediaset, Cuatro y Telecinco, hacían unos especiales bastante parecidos en aspecto y fondo. Pedro Piqueras (conduce a diario el informativo más visto, con gran diferencia) pilotó un noticiario con ritmo oficialista, como si hubiera estado en TVE. En la mesa contaba con la contertulia más vehemente del 20-D, cómo no, la popular Celia Villalobos, y un ciudadano Javier Nart que barruntaba de los riesgos apocalípticos de un pacto entre PSOE y Podemos. Lo del pacto fue la insistencia de García Ferreras, el favorito de esta noche de los globos morados. Al oráculo de cifras en la tablet lo llamó "el pactómetro", amontonando cifras y letras, escaños y logos, con ensaladas de partidos que arrancaban la risa e incluso también el miedo. García Ferreras es especialista en azuzar las utopías porque con su tono de voz las convierte en posibles. Vallés explicaba lo mismo con la distancia de la serenidad. En La Sexta tenían mesa doble ya que Ana Pastor, Isabel de Castilla, reunía a representantes de los partidos, incluida Inés Arrimadas, mientras que Ferreras se acompañaba de Sardá o Eduardo Inda.

La 1 tras una primera parte con los rostros del Telediario, se animó con el set del muy abrigado Sergio Martín ante la fachada del Congreso. No nos extraña que ante la falta de platós en Torrespaña y Prado del Rey en TVE se tomara por la calle fácil, la exterior. El fracaso de gestión, audiencia y fidelidad de la corporación pública es uno de los peores bagajes de esta etapa de Rajoy, aunque Martín en su recoveco del 24 Horas a lo largo de estos meses ha sido una luz de esperanza en la cadena pública.

Canal Sur insistía en su información de proximidad, con riadas de datos provinciales y autonómicos que no eran tan necesarias con los grafismos en las pantallas partidas, inevitables en jornadas de tanta intensidad. La más austera en infografías fue Telecinco y la más completa, La Sexta, con esa lucha grecorromana con el pactómetro. La 1 brindaba una presentación atractiva y Canal Sur una puesta en escena de colores andaluces atinada pese a lo convencional en imagen y en mensaje con su tertulia. Ferreras aullaba mientras los demás miraban de reojo.

ANDRÉS

GALLARDO

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