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Lluvias en Sevilla este lunes

Bellavista huele la derrota

Los vecinos del barrio simbólico del PSOE en Sevilla, donde se crió Felipe González, no confían en que la presencia en campaña de su más célebre 'hijo' logre la remontada

Gabriel Montoro, en la Casa del Pueblo, con una foto de Felipe González y ante el cuadro de Pablo Iglesias.
Pedro Ingelmo / Sevilla

16 de noviembre 2011 - 01:00

"La plaza de los muñecos sin cabeza está a la vuelta. ¿La casa de Felipe? Pues la segunda a la derecha". La plaza de los muñecos sin cabeza, como nos ha dicho esta vecina, y la casa de Felipe González, en la calle Rosa, que ahora habita la familia de Antonio Gómez, un hombre de 82 años que se ha ganado la vida como pulidor de parqués, atesoran la historia de este barrio al sur de Sevilla, a medio camino de Dos Hermanas, Bellavista.

Los muñecos sin cabeza son tres estatuas blancas contorsionadas por el peso de invisibles piedras y tiznadas de grafitis en memoria de los 1.500 presos de la 1ª Agrupación del Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas, que excavaron en los primeros años 40, 30 kilómetros del Canal del Guadalquivir, entre La Rinconada y Dos Hermanas. Bellavista no se entiende sin el asentamiento de los familiares de aquellos presos que acabarían dando nombre al canal, el Canal de los Presos. Cuentan en el Hogar del Pensionista que, hasta hace poco, todavía quedaba alguno de esos presos en Bellavista: "Uno tenía 90 y tantos. Al final se arrinconó porque siempre estaba hablando de lo mismo, del canal y el canal...".

Antonio Gómez, el actual morador de la casa de adolescencia de Felipe González, se vino del pueblo de Algodonales a principios de los 50. Es uno de los más antiguos residentes del barrio. Llegó a trabajar con los presos "cuando el canal ya estaba terminado. A mí me tocó hacer un túnel debajo de la carretera, con pico y pala. Al menos, a mí me pagaban. Debió de ser muy duro ese campo de trabajo".

Gómez nos enseña la casa. En su exterior ha cambiado la manzana que servía de vaqueriza a Felipe González, el padre del ex presidente. Ahora son pisos. Pero la vivienda en la que reside Antonio, en la esquina, mantiene la estructura de aquella en la que creció el joven Felipe. "Se la compré a su padre. Es una buena casa. Mira -señala el dintel de la puerta, datado en el año 1885-, yo creo que tiene que ser una de las casas más antiguas de Bellavista". Detalla algunos pequeños arreglillos en el salón y muestra la habitación de arriba, "la que construyó Felipe padre para que estudiara su hijo. Aquí siempre vienen televisiones para que les enseñemos la casa de Felipe y, bueno, es una casa como cualquier otra. Aquí está el patio... yo lo teché". Resplandece de vegetación el patio. "¿Ha vuelto Felipe por la casa?". "No, por aquí no. El otro día estuvo en Dos Hermanas en un mitin. Me hubiera gustado verle, pero mi mujer no se encuentra muy bien". "¿Y cree que con él el PSOE remonta?" Se sonríe: "No sé. Creo que les van a meter un buen palo".

La agrupación local del PSOE de Bellavista es un mausoleo de los grandes nombres de la historia del socialismo. Presidido su salón de actos por un enorme cuadro de Pablo Iglesias, pueden verse a los lados confrontarse una foto del cadáver del Ché y otra de Karl Marx. En la pared de la derecha, dirigentes históricos; en la izquierda, imágenes electorales de Felipe González en los 80, incluida esa foto del joven político sevillano destacando sobre un cielo azul y el lema Por el cambio. Quizá en marketing electoral el cambio no sea muy notable.

Nuestro cicerone es Gabriel Montoro, miembro del comité local, que se sincera en un asumido pesimismo: "Las encuestas no son buenas, esperemos que los resultados no sean peores". Ellos cumplirán con su trabajo. "Aquí ganaremos, aunque cada vez ganamos por menos. En las municipales ganamos por 1.200 votos. Sociológicamente, Bellavista ha cambiado. Los nuevos pisos, sobre todo la urbanización Jardines de Hércules, tiene una tendencia muy distinta a los más mayores de Bellavista, que viven aquí, en el núcleo duro. A ellos no hace falta ni preguntarles. No entienden otra cosa que no sea votar al PSOE, pero hay que comprenderles: vivieron lo peor de la dictadura muy de cerca".

Antonio Arispón es vicepresidente del Hogar del Pensionista, una institución en Bellavista, inaugurada en 1979. Antonio trabajó de tapicero y tuvo buena relación con el padre de Felipe González, aunque con su hijo trató poco porque cuando él se vino a vivir aquí, procedente de Triana y atraído por el bajo precio de las casas en 1965, ya se había ido a estudiar: "Pero si preguntais, aquí todo el mundo os dirá que se ha tomado copas con Felipe y que lo conocen desde crío. Si Felipe hubiera tenido que tomar tantas copas...". Del padre, Arispón recuerda que "no hablaba mucho de política, no le interesaba, pese a que su hijo era quien era. Se fue a vivir a La Moncloa, tras morir su mujer, pero volvió. No aguantó ni un año. No soportaba esa vida". Y tampoco cree Arispón que la presencia de Felipe, al que Rubalcaba ha rescatado para que le ayudara a acortar distancias, que ha vuelto a recorrerse los foros mitineros y a abandonar su condición de jarrón chino, vaya a cambiar las cosas: "Felipe está en su línea, pero yo no sé si eso sirve ya...".

Es día de mercadillo. Un babel de nómadas ofrece medias, sudaderas, naranjas... Un hombre bucea en un contenedor. Al rato, pasa otro con un carrito descolorido y es capaz de encontrar utilidad a algo que el primero ha desechado. Todo lo preside el único cartel de la avenida Bellavista. Es de Rajoy, con un cielo azul de fondo y su lema Súmate al cambio. Hay muy buenas ofertas en ropa interior para el frío. Anuncian a voces los ambulantes que se avecina el invierno.

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