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Beatriz Carrillo, una voz para la mayor minoría

El candidato es el mensaje

La presidenta de las mujeres gitanas es una de las cuatro candidatas romanís al Congreso en estas elecciones. Acude de número 3 por el PSOE en Sevilla

Beatriz Carrillo.
Pedro Ingelmo

21 de abril 2019 - 19:36

CONTABILIZAR en la primavera de 2019 cuántos candidatos gitanos se presentan al Congreso de los Diputados debería tener el mismo sentido que contabilizar los candidatos rubios, morenos y pelirrojos. Pero no es así. Un candidato gitano sigue siendo una peculiaridad. En este país, además de gitanos, viven negros, musulmanes, sudamericanos o chinos. Son españoles de pleno derecho, muchos han nacido aquí. Sin embargo, en el Congreso de los Diputados apenas hay negros, musulmanes, sudamericanos o chinos.

En la anterior legislatura sólo un 1% de los diputados tenía origen extranjero, pese a que son el 10% de la población. En el caso de los gitanos no estamos hablando de población de origen extranjero porque son españoles desde generaciones que se pierden en la noche de los tiempos. Sin embargo, son una rareza política, aunque los gitanos no son ninguna rareza. Según el último informe Foessa, en España viven 750.000 gitanos, el 40% de ellos en Andalucía.

La pasada legislatura se inició con una sola diputada gitana, Silvia Heredia, del PP, aunque luego se sumó el chiclanero Andrés Núñez, también del PP, para sustituir a Alfonso Candón.

Los datos de la Fundación del Secretariado Gitano apuntan a que es una población que necesita especial atención. Sólo un 10% logra completar estudios secundarios o superiores y su tasa de paro es del 36%, frente al 20% del resto de españoles. Lo peor es que desde 2005 se ha incrementado en 22 puntos.

Quienes tienen que llevar este estado de cosas al Parlamento no son muchos. Para la próxima legislatura sólo hay cuatro gitanos en puestos de salida de las listas, si bien uno de ellos, Juan José Cortés, por el PP, va en calidad de defensor de la prisión permanente revisable y no en su condición de gitano, de la que apenas se está hablando en campaña. Los otros tres son Sara Gíménez, de Ciudadanos, por Madrid, Ismael Cortés, de Podemos, por Tarragona, y Beatriz Carrillo, del PSOE, por Sevilla. Son pocos, pero también es cierto que es más de los que ha habido nunca.

Carrillo, antropóloga por estudios y trabajadora social, nacida en Palma del Río en 1975, tuvo a su madre como referente de rebeldía. Como tantas otras gitanas de aquella generación, su madre se casó de niña, a los 14 años, pero hizo algo que hacían pocas gitanas: se divorció a los 33. Su padre tampoco era un gitano cualquiera. Peluquero, formaba parte del PSOEen la clandestinidad y fue uno de los primeros miembros del renacido partido en Palma del Río y se implicó en la erradicación del absentismo escolar entre gitanos, que por entonces, en los primeros años de la democracia, era superior al 80%.

Carrillo, que forma parte del pequeño porcentaje de gitanos que han completado estudios superiores, no presume de que le gustara estudiar, pero afirma que tenía claro que era el primer paso para luchar contra la desigualdad de la mujer gitana. Así que se pagó los estudios a base de trabajar en mercadillos.

El PSOE ha buscado en Carrillo visualizar su preocupación por la situación del pueblo gitano. Carrillo es la presidenta de Fakali, la federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas. Ella es consciente de que el trabajo es duro cuando el Estudio de Valores Europeos dice que sólo un 18% de los europeos reconoce una relación de amistad con gitanos y sólo el 45% admite que no tendría ningún problema en que su hijo o su hija tuvieran relaciones con una persona de raza gitana.

Y lo que se viene encima no es muy tranquilizador: “Vemos con preocupación lo que está sucediendo en Europa, donde el antigitanismo sigue creciendo. Nuestra cultura sigue siendo una cultura de resistencia, a pesar de que es muy antigua y ha tenido una gran influencia en Europa. El Estado tiene que dar un paso en defensa del pueblo gitano”, ha dicho.

Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea, le da la razón cuando alerta de que en Europa “el antigitanismo” va en aumento y con él el incremento de noticias falsas que tienen como único objetivo aumentar más ese odio contra la que es la mayor minoría de la Unión Europea. Aunque en España esto no se detecta en el mismo grado, el trabajo de los nuevos diputados gitanos no va a ser pequeño.

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