Alarma para el PSOE: ¿Ni siquiera en Andalucía?

cuatro por uno

Crecen los indicios de que Pedro Sánchez puede cosechar un mal resultado incluso en la comunidad que es el bastión socialista Iglesias y Rivera se esfuerzan en movilizar votos

Alberto Grimaldi

13 de diciembre 2015 - 01:00

A una semana de que los españoles se citen ante las urnas, la preocupación cunde en el PSOE porque se acumulan los indicios de que el resultado puede ser malo para el partido que más tiempo ha gobernado España en democracia.

Uno de esos indicios es el Barómetro que publicamos hoy los nueve periódicos del Grupo Joly y que plantea que en nuestra región hay un empate técnico entre PP y PSOE, con los conservadores por delante, tanto en votos como en escaños. La muestra (850 entrevistas) no es corta para ser una encuesta autonómica, si tenemos en cuenta que algunas que se publican para el ámbito nacional se basan en unas mil conversaciones telefónicas, y puede dar una tendencia fiel de lo que en el momento de realizarse la encuesta votarían los andaluces. Más en votos que en escaños, donde afinar es más complejo con ese número de encuestados.

Pero el indicio está ahí. De cumplirse lo que predice Commentia, el PSOE podría no ser el primer partido ni siquiera en Andalucía, su bastión en España. Y supone un aviso de que los socialistas podrían hallarse ante una situación inédita: ser terceros, tras Ciudadanos, o incluso cuartos si Podemos también les supera, como apuntaba un sondeo de un medio digital anteayer. Cualquiera de esos dos resultados pondría a Pedro Sánchez en la tesitura de dimitir como líder de su partido, porque ni siquiera lo sería de la oposición.

En el PSOE andaluz también preocupa esta situación. Ayer quedó de manifiesto con la escenificación de unidad que hizo Susana Díaz con su secretario general. Ambos coincidieron por primera vez en campaña en un mitin en Sevilla ante 3.000 partidarios socialistas.

Fue una continua llamada a la importancia que el socialismo andaluz tiene para el resultado final que el PSOE presente el domingo por la noche. Pero si excluimos las frases típicas y tópicas de los mítines que siempre ven al líder propio como vencedor, el candidato a la Presidencia del Gobierno tampoco es que mejorase el tono que le mantiene a la baja en los sondeos. Sánchez hizo un esfuerzo por convencer al electorado de izquierda -al que le ve por la televisión o en otros medios y no el mitin- de que no se deje seducir por Podemos y mantenga su apoyo electoral al PSOE. Pero con escaso acierto. "Frente a la izquierda del postureo, aquí está la izquierda progresista", dijo.

¿Del postureo? ¿Qué argumento es ése? Es difícil que así convenza a votantes fieles que ahora desertan. La generación del cambio que encumbró a Felipe González en 1982 se identifica ahora con el discurso de Pablo Iglesias. Son socialistas convencidos -algunos incluso ex dirigentes del PSOE- de que su ideología ya no la representa el puño y la rosa sino el círculo morado. Una generación que peina canas y que no teme, sino lo contrario, votar a Podemos, partido al que ven como la única opción de cambiar una forma de hacer política en España que ya no soportan, en la que, como muchos electores, confunden al PSOE con el PP. Escuché anteayer a un ex secretario general de agrupación socialista de una capital de provincia andaluza afirmar: "El PSOE es derecha". Está todo dicho.

Pedro Sánchez no convence a esa generación de socialistas. Y mucho menos si aparece una y otra vez con Felipe, del que reniegan. Sánchez ni les transmite proyecto ni liderazgo. Simplemente han dejado no ya de escucharle sino de oírle. Incluso en Andalucía.

Habilidad para rentabilizar ataques

Hay ataques que se vuelven en contra de quien los hace, si quien es el receptor reacciona con más habilidad e inteligencia. Algo de eso pasó ayer entre los candidatos de PSOE y Podemos. Pedro Sánchez trató de descalificar a Pablo Iglesias por su indumentaria y el líder podemita le respondió de una manera que le conecta más con su electorado potencial, parte de él proveniente de votantes del PSOE. "Estamos orgullosos de no pensar en corbatas y en americanas sino en un Gobierno serio que trabaje por los ciudadanos de nuestro país", dijo para responder a Sánchez y advertir al mismo tiempo al presidente del Gobierno, al que le dijo: "Señor Rajoy, nosotros sí vamos en serio". Iglesias ha hecho la mejor campaña en la primera semana y encara la recta final con tendencia al alza y la ilusión de convertirse en la principal voz de izquierda.

De nuevo en la tele y otro error con Kabul

El uso de los programas de entretenimiento para hacer campaña sigue intensificándose. Al igual que Pedro Sánchez hace una semana, Mariano Rajoy visitó a María Teresa Campos en Ese tiempo tan feliz, de Telecinco. De nuevo mucha referencia a su vida cotidiana y su trayectoria vital. Pocas sorpresas. Sólo un reproche a Pedro Sánchez por ir al debate de Atresmedia. La entrevista se grabó el viernes antes del atentado contra la embajada de España en Kabul, por lo que ese tema no se trató. Sin embargo, Rajoy y el Gobierno del PP tuvieron que rectificar y admitir que el atentado sí fue un ataque contra España, enmendando el error de decir, seguramente por precipitación, que el objetivo del ataque no era nuestro país. Tratar de explicar las sinrazones del terrorismo no tiene sentido. Sólo lo tiene la condena y la unidad democrática.

Convencido de que ganará si moviliza

Ciudadanos debe tener datos que le indican que una participación alta le beneficiaría claramente. Ayer, como ya hizo a mediados de semana, Albert Rivera no sólo reiteró ese mensaje sino que lo concretó: dijo estar seguro de que si, como en la gran victoria de Felipe González en 1982, va a votar más del 80% del electorado, Ciudadanos ganará las elecciones. Por ello, ayer en un mitin en Valencia puso tarea a sus seguidores: "Movilizar, movilizar, movilizar". Con mayor participación, sin embargo, crecen las opciones de todos y singularmente de partidos que están con tendencia creciente durante la campaña, como ocurre con Podemos. En el otrora granero del PP levantino, Rivera animó a los valencianos a ver su partido naranja como la oportunidad de desbancar a los populares del Gobierno.

stats