Diez años sin la pesadilla de ETA
Aniversario
El cese de los atentados y y ulterior disolución de la banda terrorista aparejaron la normalización social y política pero han dejado heridas que siguen en carne viva
Las víctimas temen que el fin de la política de dispersión de los presos sea antesala de la impunidad
Han pasado ya 10 años desde que ETA anunciara el "cese definitivo de su acción armada" y en mayo de 2018 su disolución, dejando detrás un reguero de sangre y dolor durante los 52 años de vida de una organización terrorista que nació en plena dictadura franquista, que asesinó a más de 800 personas y que dejó miles y miles de personas heridas y afectadas de diversas formas, con lo que la pesadilla ha terminado y la vida (social y política) se ha normalizado, aunque la resaca de la borrachera del terror que a tantos embriagó con fútiles ensoñaciones la seguiremos padeciendo un buen tiempo con las heridas en carne viva irritadas por la sal de los acercamientos de presos.
El argelino Henri Parot, sin duda alguna el más sanguinario de los miembros de la banda, condenado por 39 asesinatos tan brutales como el de diciembre de 1987 en la casa-cuartel de Zaragoza, que se saldó con 11 muertos, de ellos cinco niños y un menor, lleva más de 30 años encarcelado y pasa sus días en la cárcel leonesa de Mansilla de las Mulas sin haber dado en ningún momento muestras de arrepentimiento alguno sino más bien puercamente vanagloriado de sus hazañas.
"Perdonar es de cristianos, olvidar es de tontos". Maribel Franco, viuda del coronel José María Martín Posadillo, una de las víctimas mortales de Parot, resume así el tiempo abierto tras el cese de la actividad armada por parte de ETA.
La presión social frustró el mes pasado la marcha que Sare y Elkartasun Eguna habían convocado –apoyadas expresamente por EH Bildi– en Mondragón con el fin de pedir la excarcelación del luciferino recluso de ETA y el pretendido acto de exaltación de la figura de Parot mutó en un llamamiento de la izquierda abertzale a concentrarse en los diferentes pueblos del País Vasco para criticar las "cadenas perpetuas" a sus colegas de barbarie.
Los años de plomo
Durante los llamados años de plomo, ETA asesinó a 363 personas, más de la tercera parte de los crímenes que cometería en toda su historia. Con el cese de la actividad armada de ETA, el Gobierno de Pedro Sánchez ha puesto fin a la política de dispersión de los presos que el PSOE de Felipe González puso en marcha en 1989.
La legislación penitenciaria prevé diferentes mecanismos para lograr la reinserción de los presos, pero es una responsabilidad de cada recluso dar los pasos para lograrla con el cumplimiento "ineludible" de condiciones que pasan por "la autocrítica por el daño causado, el reconocimiento de la injusticia perpetrada y la asunción de la ilegitimidad de la violencia para conseguir objetivos políticos".
Actualmente sólo tres de los 190 reclusos de la organización terrorista (que representan el 1,6% del colectivo) continúan en primer grado, según Interior. En febrero de 2018, solo tres meses antes de que ETA anunciase su disolución y con el PP en La Moncloa, la situación era muy distinta: de los 245 presos etarras que había entonces, 209 (el 88%) estaban clasificados en este régimen.
Traslados de presos
Según la AVT, desde la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno en 2018 se han aprobado 272 traslados de presos etarras. Al País Vasco se han autorizado 73 y a Navarra otros 16, sumando en total 89 traslados a esta dos comunidades autónomas. Desde antes del verano ya no queda ningún preso de la banda terrorista en prisiones al sur de Madrid.
La AVT denuncia que el Gobierno acceda así a una de las "reivindicaciones históricas de ETA, como es el acercamiento de sus presos, antesala de las progresiones de grado, los permisos penitenciarios, la libertad condicional o incluso los indultos. En definitiva, la antesala de la impunidad".
El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, explica que el acercamiento de los presos de la organización terrorista está basado en la derrota de ETA. "La dispersión era una política antiterrorista que dio resultados importantes y decisivos, pero después de más de diez años de que ETA haya sido derrotada las políticas ya son de otra índole. En un Estado de Derecho hablamos de aplicación de la ley penitenciaria", subraya.
El portavoz parlamentario del Grupo Popular en el Senado, Javier Maroto, considera que detrás del acercamiento de presos de ETA está el "pago" de Sánchez a sus socios por los apoyos que recibe. En su momento, por la investidura, y ahora por las negociaciones de los Presupuestos para obtener el apoyo de Bildu.
Las víctimas quizá perdonen y el conjunto de los españoles nunca podrá olvidar, aunque diez años después de la muerte por asfixia de la serpiente, el país –y particularmente Euskadi– vive más relajado con la pulsión radical atenuada como se vio en el fallido homenaje a Parot.
El nacionalismo sigue siendo mayoritario pero le guía moderación y un pragmatismo que se sobrepone a los sentimientos identitarios. La presión independentista se ha reducido al 20% de la población, algo menos de la mitad de lo que las encuestas mostraban hace 10 años.
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