Nueve décadas de morir lejos de casa
40 años de la muerte de Franco
Desgarro. Desde noviembre de 1885, en que muere Alfonso XII, hasta el 20-N de 1975, muerte de Franco, todos los jefes de Estado que mandan en España fallecen fuera del país.
"Todo cambió a mediados de 1939: llegaron los refugiados españoles". Llegan al apacible ambiente del Café Español de México y lo trastornan todo. "Varió, ante todo, el tono; en general, antes, nadie alzaba la voz y la paciencia del cliente estaba a la medida del ritmo del servicio". Sienten orgullo patrio ante la presencia hispana. "Jamás las iglesias produjeron tanta jactancia y, más en cabezas, en su mayor número, anticlericales". Y una misma cantinela: "Cuando caiga Franco...".
La retranca de estas frases es del libro La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco. Una sátira de Max Aub (1903-1972). Una mirada crítica del exilio de un exiliado proteico. Tenía cuatro nacionalidades: alemana, por sus padres; francesa, por nacimiento; española, por residencia a partir de 1914; y mexicana.
Cuando caiga Franco... Francisco Franco Bahamonde (1892-1975) muere catorce días antes de cumplir los 83 años, la esperanza de vida de los españoles cuatro décadas después. Más de una vez temió no llegar a esa edad. Por sus propios temores, como le confesaba a su hermano Nicolás según la biografía de Bartolomé Bennassar: "Mira, Nicolás, si las cosas andan mal, yo terminaré como Mussolini". O por temores ajenos. Carrero Blanco se despertó una noche con la pesadilla de un doble atentado contra Franco y Einsenhower con motivo de la visita de éste en 1959. Se llamó Operación Doble Dos, título de la novela del cineasta Gonzalo Suárez.
El exilio es consustancial a la historia de España. Durante casi noventa años, entre el 25 de noviembre de 1885, fecha de la muerte de Alfonso XII, hasta el 20 de noviembre de 1975, último día en la vida de Franco, todos los jefes de Estado de este país han muerto en el extranjero: uno en Italia, cuatro en Francia, otro en Argentina. Da igual que se tratara de un rey, un dictador o cuatro presidentes de la República. O tres y medio, según los autores.
Alfonso XIII (Madrid, 1886-Roma, 1941) llega al reinado en 1902. Durante 17 años ejerció la regencia su madre, María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda de Alfonso XII. Nacida en Brno, República Checa, la reina extranjera es la excepción a la regla: murió en Madrid el 6 de febrero de 1929. Su mandato coincidió con la pérdida de las colonias.
Miguel Primo de Rivera (Jerez, 1870-París, 1930) muere en la capital francesa mes y medio después de poner fin a sus siete años de dictadura. Unamuno, fiel a su palabra, volvió a su muerte del exilio parisino. Niceto Alcalá-Zamora (Priego de Córdoba, 1877-Buenos Aires, 1949), fue presidente de la República desde 1931 hasta el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936. La guerra civil le sorprendió en un viaje familiar por los países nórdicos y nunca volvió. Era consuegro de Gonzalo Queipo de Llano. Su hijo Niceto se casó con Ernestina, hija mayor del militar.
La imagen es de las Memorias de Manuel Azaña (Alcalá de Henares, 1880-Montauban, Francia, 1940). El 5 de febrero de 1939, dos semanas antes de que Antonio Machado muera en Colliure, Juan Negrín (Las Palmas, 1892-París, 1956) empuja en la frontera el automóvil que conduce Diego Martínez Barrio (Sevilla, 1883-París, 1962). Completan el pasaje el propio Azaña y José Giral, un catedrático de Química que fue ministro de Marina. Tres presidentes de la República en un coche. Metáfora del exilio.
Hombres cultos inmersos en un huracán. Alcalá-Zamora publicó en Buenos Aires el libro El pensamiento de don Quijote visto por un abogado. Manuel Azaña, réplica de Churchill, gana el premio Nacional de Literatura por La vida de Juan Valera. Suprimió la Academia Militar de Zaragoza que dirigía Franco. En la Dirección General de Registros y Notarías tuvo de subordinado a Carlos Arias Navarro, hace cincuenta años alcalde de Madrid.
Juan Negrín viajó de la historia a la leyenda con el oro de Moscú, los lingotes que van en barco desde Cartagena a Odesa para pagar el armamento ruso de la contienda. Antonio Muñoz Molina lo hace personaje de su novela La noche de los tiempos. Estudió en Alemania; se casó con una pianista hija de exiliados rusos. Catedrático de Fisiología, fue discípulo del Nobel Ramón y Cajal y profesor del Nobel Severo Ochoa.
Ni abogado, ni catedrático ni perito en letras. Diego Martínez Barrio fue panadero, impresor y concejal. Presidente de la República de forma interina, después en el exilio desde 1945 hasta su muerte en 1962 en un barrio de París. Sus restos regresan a Sevilla el 15 de enero de 2000 con los de las hermanas Carmen y Blanca Basset, sus sucesivas esposas.
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