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El conflicto de melilla

La llamada del Rey a Mohamed VI parece haber rebajado la tensión tras los comunicados marroquíes acusando a las fuerzas policiales españolas de racismo y violencia sistemáticas contra sus nacionales

Los jóvenes belgas de origen marroquí que dieron comienzo a los incidentes posan junto a su abogado.
Antonio Navarro Amuedo / Rabat

15 de agosto 2010 - 05:05

Jamid sube el volumen de la radio en su petit taxi de Rabat para escuchar la noticia del día, que abre cada boletín informativo. Por un momento los versículos coránicos han cesado. "El rey Juan Carlos I y Mohamed VI han mantenido hoy una conversación telefónica tras la cual han reiterado las buenas relaciones entre España y Marruecos". Hace mucho calor. El Ramadán acaba de comenzar. Jamid, el chófer del pequeño Fiat azul que transita cercano al palacio real rabatí, no beberá ni comerá hasta el crepúsculo y este sacrificio de agosto parece su principal preocupación. La misma que comparten el resto de rabatíes y marroquíes en estos días de zozobra en las relaciones entre España y Marruecos.

Una vez más, los acontecimientos construidos en periódicos, comunicados oficiales e incidentes con perfiles difusos y versiones discutibles, difieren de la cotidianidad de Marruecos. De la euforia por el Barça y el gol de Iniesta en la final del Mundial a los sentimientos más viscerales contra nuestro país, que se suceden estos días.

La Agencia Magreb Árabe (MAP), voz oficial del mahzen -la Corte de Mohammed VI-, retiraba el viernes toda referencia al serial de protestas marroquíes ante los supuestos actos racistas protagonizados por las fuerzas de seguridad españolas en la frontera de la ciudad autónoma. "Los incidentes ocurridos en las últimas semanas no pueden perjudicar las relaciones hispano-marroquíes", aseguraba una pieza que daba cuenta de la llamada el miércoles del Rey Juan Carlos I a su homólogo magrebí para rebajar la tensión generada. En la nota se hace referencia a los progresos recientes de las relaciones entre ambos países: el buen momento de las mismas es frecuentemente destacado por las autoridades marroquíes y españolas en cada uno de los encuentros empresariales o políticos en los que participan.

En el momento en el que la información sobre el contacto mantenido entre ambos monarcas saltaba a los titulares de la MAP y, con ella, al resto de medios de comunicación del país, desaparecía del citado portal el rosario de comunicados de protesta de las autoridades marroquíes ante la actitud española, tachada de desmedida, violenta y racista. Hasta cuatro comunicados emitió sucesivamente el Ministerio de Exteriores marroquí desde el 17 de julio hasta el pasado día 7 de agosto denunciando violaciones de los derechos humanos de ciudadanos magrebíes a manos de las autoridades policiales españolas.

El incidente protagonizado el 16 de julio por cuatro marroquíes con pasaporte belga que se adentran en la ciudad de Melilla por la frontera de Beni Enzar sin detenerse ante el control policial alegando que siguen estando en su país, según la versión española, abre el serial. La versión marroquí asegura que los tres jóvenes son objeto de una agresión por parte de los agentes por enarbolar una bandera marroquí.

¿Provocaciones innecesarias o magnificación de los hechos? El paso de Beni Enzar es un continuo bullicio de personas que cruzan en un sentido y otro, principalmente marroquíes residentes en la región de Nador a los que se les permite acceder libremente a la ciudad española, donde adquieren productos que más tarde revenderán en la zona. Diariamente se estima que 30.000 personas cruzan una frontera generalmente dominada por la normalidad. Las autoridades españolas han intentado mantener el perfil bajo desde el inicio de una crisis generada y alimentada en exclusiva por una de las dos partes.

Pese a la intervención del Rey Juan Carlos el pasado miércoles, 24 horas más tarde, continúa la provocación marroquí contra Melilla y el suministro alimenticio a la ciudad se bloquea durante unas horas.

La prensa cierra filas con sus autoridades. Ceuta y Melilla son ciudades ocupadas y un problema irresuelto, fuente de legitimidad de los peores sentimientos contra España por parte de la prensa francófona y arabófona del vecino del sur. El diario progubernamental Aujourd'hui Le Maroc, que acompaña cada mención a las dos ciudades autónomas del sustantivo presidio y el adjetivo ocupadas, aprovecha los incidentes en la frontera melillense para publicar un serial veraniego, que parece bien preparado, sobre las relaciones hispano-marroquíes bajo el epígrafe "¿Una amistad imposible?". El jueves, la transición española; el viernes, el felipismo; el sábado, los años de Aznar.

Como hilo conductor, los consabidos problemas coloniales y territoriales: el Sahara Occidental, Ceuta y Melilla, el islote Perejil y, en general, la tibia actitud española hacia lo que ellos consideran la única solución posible: la retirada española de suelo africano.

En su popular editorial en portada, Khalil Hachine Idrissi, director de la citada publicación, acusaba en la edición del fin de semana a las fuerzas de seguridad españolas de "odio racial" y de "pulsiones coloniales muy vistas" Y se acababa preguntando con tono agrio: "¿Estamos obligados a sufrir los sarcasmos de los herederos morales de aquellos que han gaseado a las poblaciones del Rif?".

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