Los críticos asisten con cautela al éxito inicial de Pedro Sánchez

Al PSOE andaluz no le gusta un pacto tejido entre cinco, pero le será muy difícil parar a su líder en el Comité Federal

Pedro Sánchez, ayer en San Sebastián, al inicio de su fiesta local.
Pedro Sánchez, ayer en San Sebastián, al inicio de su fiesta local.
Juan M. Marqués Perales

21 de enero 2016 - 05:03

Cautela y un tanto de resignación. Así asisten los dirigentes críticos con Pedro Sánchez a el éxito inicial de su estrategia para lograr formar Gobierno con el apoyo de las fuerzas de izquierdas. Podemos, IU y PNV comienzan a hablar de un hipotético apoyo al socialista, que también necesitaría para este largo sumatorio la abstención de ERC o de Democràcia y Llibertat (DiL), el partido de Artur Mas. O el de Ciudadanos. Si hace sólo un mes, la noche del pasado 20 de diciembre, el secretario general asombraba a sus barones con una triunfalista declaración de intenciones, ahora se abre paso al haber conseguido arrinconar a Mariano Rajoy, a la vez que Podemos comienza a difuminar la línea roja del referéndum de autodeterminación. Pero aun así, no gusta.

Aunque la dirección socialista de Andalucía, con Susana Díaz al mando, se ha colocado bajo la sombra de la cautela, no gusta ni el acercamiento a Podemos, aunque esto sería pasable, ni las complicidades con los independentistas. El lunes pasado, Susana Díaz expuso sus temores sobre una alianza a cinco en la sesión que celebró con los diputados y senadores andaluces. Aunque en su discurso abierto al público, sólo exhibió su poder numérico y recordó cuáles eran las líneas rojas que ha marcado el comité electoral, ya a puerta cerrada advirtió de los riegos que corre el PSOE con esta estrategia. Con un "mis diputados ni se prestan ni se ceden ni se venden" cerró Susana Díaz una intervención que fue muy aplaudida y que es compartida por sus diputados y senadores, según explicaron varios de los presentes.

Díaz se refirió, así, a la cesión de senadores socialistas a ERC y DiL, pero en la mente de todos también estaba el convencimiento de que la secretaria andaluza hará valer el poder de sus 22 escaños. Sin embargo, más allá de la lírica, Susana Díaz tiene escaso margen de maniobra. No ya para las ambiciones personales que pueda albergar, y que parecen aplazarse hasta el horizonte de 2018, después de una legislatura corta, sino para impedir un Ejecutivo socialista sustentado en muchos y débiles apoyos de fuerzas de izquierdas, nacionalistas e, incluso, independentistas.

Hasta ahora, los críticos opinaban que el Comité Federal que el PSOE va a celebrar el próximo 30 de enero iba a servir para detener a Sánchez, pero algunos consultados opinan que no se le puede imponer otra hoja de ruta que no sea la aprobada. El mandato que tiene el secretario general es que los socialistas no apoyarán a Rajoy ni se sentarán a negociar con grupos que defiendan la autodeterminación o la independencia. Podemos, o una parte de este grupo, tal como En Marea y Compromís, ya ha rectificado, queda por oír a Ada Colau, cuyo representante irá hoy a ver al Rey.

El riesgo de un Gobierno de izquierdas es doble para los críticos. Por un lado, un Ejecutivo respaldado por sólo 90 diputados estará a expensas de decisiones de partidos con escasos intereses comunes; algunos de ellos, como Podemos, divididos e imprevisibles en cuanto a sus demandas. De otro, los socialistas perderían la centralidad al aliarse con la extrema izquierda, de no ser, y ésta es una posibilidad, que Pedro Sánchez lo logre compensar con el apoyo de Ciudadanos. El objetivo es ése: intentar un acuerdo con Podemos y, posteriormente, con el partido de Rivera. Sólo en el caso de que esto fallase, estaría a expensas de la decisión de los independentistas.

La opinión de que el PSOE debería dejar pasar a un presidente del PP para pasar a la oposición apenas tiene partidarios entre los socialistas. Como mucho, algunos admiten que es una posibilidad remota, pero nadie parece dispuesto a cargar con el coste de una salida de la que no es partidaria la militancia. La propuesta final de pacto, si lo hubiese, debe ser aprobada por la Ejecutiva y el Comité Federal.

Un asunto distinto es el de los equilibrios internos. El día 30 de enero se debe decidir cuándo se celebrará el congreso, y es posible que los críticos sí maniobren para colocarlo en torno al mes de abril. En ese cónclave puede saltar una alternativa a Pedro Sánchez -Susana Díaz es una opción-, pero a medida que va consumando pasos, el actual secretario general se afianza.

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