Las conversaciones de la trama: "Todo por la pasta"

'caso gürtel'

Los miembros de la red que dirigía Francisco Correa, según los diálogos que mantuvieron por teléfono, revelan que su objetivo era el enriquecimiento ilícito.

El juez Ruz rebaja la fianza de Correa de 600.000 a 200.000 euros
El juez Ruz rebaja la fianza de Correa de 600.000 a 200.000 euros
Efe

11 de abril 2010 - 13:48

Las conversaciones telefónicas entre los imputados en el caso Gürtel incluidas en el sumario ponen de manifiesto que el enriquecimiento ilícito era un objetivo prioritario para los miembros de la red que dirigía Francisco Correa, que hicieron del lema "todo por la pasta" un estilo de vida.

La expresión es de Álvaro Pérez, El Bigotes, el hombre de la trama en Valencia, que hablando con su mujer en enero de 2009 afirma: "Yo hago esto solamente por una cosa, por pasta, por pasta y por un futuro claro".

El Bigotes confiesa que quiere dejar de trabajar para políticos y que su plan es impulsar la candidatura a la presidencia del Real Madrid de Juan Villalonga, ex presidente de Telefónica y amigo personal de José María Aznar.

Los miembros de la trama seguían pensando en hacer negocios hasta el mismo momento de su detención el 6 de febrero de 2009 por orden del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón y, de hecho, el propio Correa aseguraba sólo 48 horas antes que estaba tranquilo porque "todo es mentira".

Así se lo dice al abogado José Antonio López Rubal, también imputado, a quien confesó que lo pasó "muy mal" cuando se enteró de que le investigaban, aunque añade: "Al día siguiente reflexioné y me quedé en mi casa. Aquí estoy tranquilamente en mi casa, no he hecho nada malo".

Fue otro abogado, Juan Pérez Mora, quien había alertado a Correa: "El lunes voy al (Juzgado) 5 a lo del rey Baltasar (Garzón), a leerlo", le dijo el 9 de enero del año pasado.

Sin embargo, no fue hasta el 4 de febrero siguiente cuando el abogado tuvo "claro" que lo que el juez investigaba era un dossier en el que se cuentan "tantas gilipolleces y tantas tonterías" como que "realmente tú (Correa) tienes comprados a todos los alcaldes de la Comunidad de Madrid".

"A mí me parece todo una patraña, todo mentira. Yo no tengo comprado a nadie, ni tengo nada de nadie, ni historias", contestaba Correa.

Ese mismo día, El Bigotes llamó al ex secretario general del PP de Valencia, Ricardo Costa, para apremiarle a que le pagara un cheque porque Orange Market no tenía "un puto duro", pero "Ric" le insiste para que le emita una nueva factura porque no puede "sacar un talón sin un documento" que se lo "acredite".

La charla termina con una ilustrativa frase de Costa: "Si me dices: chico, es que pierdo no sé cuánto dinero, me juego las pelotas por ti".

"Ya lo sé, pero conmigo no te jugarías nunca las pelotas", responde El Bigotes.

Los miembros de la trama eran conscientes de la importancia de "llevarse bien" con las esposas de los políticos, a quienes agasajaban con todo tipo de regalos.

"Igual que Ana Botella, por ejemplo, cuando alguien le caía mal, pues se daba mal", explica El Bigotes a su propia mujer.

Y es que las relaciones personales eran cruciales en el entramado construido por Correa, que cuando empezó a trabajar con el PP inició una "amistad" con dirigentes políticos que "luego fueron alcaldes y ministros", lo que le reportó el alto "volumen de negocio" con el que consiguió beneficios millonarios.

"El chiquito que estaba en Nuevas Generaciones, pues al final llegó a alcalde, y el que estaba no sé qué fue a Europa y el otro fue a no sé dónde y el otro se casó con la hija del presidente (...). Fue un desarrollo que más o menos se ha ido llevando", describió el propio Correa en su declaración ante el juez.

Las conversaciones también revelan los "centros de operaciones" en los que la red gestaba sus planes, en muchas ocasiones con compañía femenina.

El 9 de enero, Correa y El Bigotes hablan de las chicas de "la ofi", que la Policía identifica como un club llamado "Pigmalión", al que el líder de la trama quería llevar a cenar a Luis Cobos para cerrar un "trato" sobre la organización de los Premios Grammy.

Otro de los escenarios preferidos de Correa era el hotel Gran Meliá Fénix de Madrid, donde recibía el dinero negro de los empresarios que se beneficiaban de la adjudicación de contratos.

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