21-D: una campaña electoral muy extraña
las claves
Pugna electoral. El juego de imposibles y posibles, sumas y restas, abstenciones y apoyos, va a impregnar unos comicios plagados de aristas de los que puede salir un Gobierno insólito
El día que la juez Lamela envió a prisión incondicional a los consejeros del Gobierno catalán que no habían escapado a Bruselas, se cruzaron llamadas entre Inés Arrimadas, Miquel Iceta y Xavier García Albiol. Los tres coincidieron en su análisis: era una pésima noticia para los que defienden la Constitución. En contra de lo que declararon los independentistas, que la decisión demostraba las connivencias entre el Gobierno de Rajoy y determinados jueces, condenar a prisión preventiva a los miembros del ex Govern favorecía precisamente a los partidos que habían formado parte del Govern pues los convertía en víctimas. Comienza
Comienza esta semana una campaña rara sin paliativos. Varios de los candidatos más relevantes han pasado el último mes en prisión preventiva y todo apunta a que en un año o dos pueden volver nuevamente a la cárcel; otros candidatos también relevantes, sobre todo el que causa más ruido -que también podría acabar en prisión- han huido a Bélgica con varios de sus colaboradores y, además, son los causantes indirectos de que los otros hayan sido castigados con la más dura de las medidas preventivas que podía aplicar una juez. Para continuar con la rareza, Carles Puigdemont no puede hacer campaña en la región en donde se celebran las elecciones y cuyo Gobierno aspira a presidir, porque pende sobre él una orden de extradición. Para desesperación de los constitucionalistas, la justicia belga decide mañana sobre esa orden, y si fuera entregado a España, tendría una repercusión significativa en las urnas a favor del independentismo.
El coste de vivir en Bruselas
Para el ex presidente huido los medios de comunicación son la pieza clave de su campaña, pero el importante el trasiego de personalidades del PDeCAT a Bruselas -importante porque provoca titulares- va a disminuir muy sensiblemente ya que el partido ha advertido que no puede seguir haciéndose cargo de los gastos que genera su escapada, con un abogado que cobra 500 euros por hora de trabajo, apartahotel -Puigdemont estuvo acogido al principio en casa de un amigo- y aviones que llevan a Bruselas a los dirigentes políticos que quieren visitarle. Decían que cada uno pagaba sus billetes y gastos, pero la advertencia de la dirección del PDeCAT indica lo contrario.
Para continuar con las rarezas, Puigdemont se ha inventado unas nuevas siglas, lo que facilita unas cosas porque se sitúa al margen de un partido en decadencia, pero en cambio no podrá tirar de los fondos que corresponden a la antigua Convergència. Por otra parte las señales que se emiten desde la sede del PDeCAT es que ha sido incómodo que Puigdemont creara una nueva marca y que en cierto modo impusiera los nombres de su lista. Sin embargo, aun reconociendo la incomodidad, afirman que el apoyo a Puigdemunt y la lista de Junts per Catalunya es incondicional.
Colau en Barcelona, Puigdemont en Bruselas
Otra prueba de la extrañeza de esta campaña es que el independentismo está dividido, que Puigdemont y Junqueras no se hablan, que la CUP se ha quedado sin voz y no se sabe quién va a ser la cara más destacada de la campaña y que, aunque no es candidata, Ada Colau será uno de los nombres más pronunciados en los próximos días. Ella será la que incline la balanza del lado independentista o del lado constitucionalista porque los dos bloques se encuentran muy igualados.
La alcaldesa tiene el corazón más cerca del independentismo, pero tendrá que moverse con la máxima cautela porque si da el poder a un candidato independentista el principal perjudicado será su socio Pablo Iglesias, que sería enviado al poco grato lugar en el que gimen aquellos que creían que iban a ser todo en política y se quedaron fuera de juego por tomar decisiones equivocadas. Si Iglesias permite que en Cataluña haya un nuevo gobierno independentista gracias a Colau, su carrera política habrá durado muy poco. Sus votantes son de izquierda radical, pero el independentismo no forma parte de sus señas de identidad.
En el sector independentista la campaña va a ser de difícil trato entre los candidatos, con ausentes que inventarán la manera de estar muy presentes desde la distancia, y resentimientos que saldrán a la superficie más pronto que tarde. Los que han pasado un mes en prisión no olvidarán nunca por qué fueron tratados con el máximo rigor judicial mientras otros candidatos que podían haber evitado que ellos conocieran la cárcel están en Bruselas presumiendo de lo que ellos llaman exilio pero es un jolgorio permanente.
Por otra parte, el mismo Puigdemont que defendía el proceso independentista asegurando que la UE acogería a Cataluña con los brazos abiertos y que todo estaba atado y bien atado desde el punto de vista económico, se ha convertido en un populista euroescéptico, ya no engaña a nadie con sus mentiras. Además, con su política irresponsable ha provocado que casi 3.000 empresas hayan trasladado sus sedes fuera de Cataluña, entre ellas las más importantes.
Iceta, la revelación del grupo constitucional
El sector constitucionalista vivirá la campaña con mucha más tranquilidad. Pero también con extrañeza. El PP de Albiol parte en condiciones precarias, aunque Rajoy hará un esfuerzo sobrehumano para intentar que al menos repita el resultado anterior. Difícil, las encuestas auguran una bajada humillante. Albiol no es Sánchez-Camacho, la anterior candidata a la Presidencia, y la lista que ahora se presenta no tiene el nivel que se esperaba de un partido de gobierno como es el PP. Es mucho mejor lista la de Ciudadanos que encabeza Arrimadas, sin duda; como es buena la lista que presenta el PSC, con un Iceta que se ha convertido en la figura que, junto a Puigdemont por razones obvias, centra las miradas de independentistas y constitucionalistas, y se le ve con posibilidades de convertirse en presidente en el caso de que los independentistas no logran la mayoría necesaria. Aunque Arrimadas, como auguran los sondeos, sume más escaños que los socialistas.
Iceta, que ha abierto su lista a derecha e izquierda, tiene un importante punto a su favor: es el candidato con más capacidad de llegar a acuerdos con dirigentes de diferentes partidos, independentistas y constitucionalistas, desde Junqueras a Rajoy, pasando por una Arrimadas a la que considera una buena política aunque cree también que él mismo sería la persona más adecuada para gobernar Cataluña en este complicado momento. Eso tendrá consecuencias en la campaña, ya que de la misma manera que ERC y PDeCAT juegan en la misma liga pero son rivales, PP, PSC y Ciudadanos juegan también en una misma liga pero están obligados a quitarse votos y escaños unos a otros. Pero teniendo en cuenta que, si consiguen un incremento sustancial de escaños, en algún momento habrá que sentarse a negociar.
Si Arrimadas fuera la más votada del bloque constitucional, lo lógico sería que tuviera el apoyo de PSC y PP, pero necesitaría el de En Comú, y Colau no apoyaría nunca a un presidente de Ciudadanos. Aunque quizá sí del PSC, pero Ciudadanos no aceptaría apoyar a Iceta si Arrimadas lograra mayor número de escaños. Y ese juego de posibles e imposibles, de sumas y restas, de abstenciones y apoyos, va a impregnar toda la campaña. Después del 21-D se abre un escenario del que puede salir cualquier combinación, incluso la que hoy parece imposible. Sólo queda algo claro: un partido constitucionalista no hará presidente a un presidente independentista… aunque no se puede descartar que Iceta lo permita si un nuevo presidente de ERC o PDeCAT renuncia previamente al independentismo. Que podría ocurrir. Hay que resignarse por tanto a una campaña difícil, plagada de aristas … de las que puede salir un gobierno insólito.
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