La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La bulla de la Avenida en la Navidad de Sevilla
No importa que Barack Obama le echara un jarro de agua fría al arrebatarle el trofeo de llevarlo a España para una cumbre con la Unión Europea, ni que apenas le dedicara una palmada y unas palabras en su última y controvertida visita -la tercera en menos de un año- a Washington.
Si algo quedó claro del viaje relámpago del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, a la capital estadounidense, es que sigue apostando por el mandatario norteamericano y que éste cuenta con toda su confianza. Y, por extensión, con la de una Unión Europea cuya presidencia rotatoria ejerce España este semestre. O al menos eso es lo que afirma el jefe del Ejecutivo madrileño. "Es bueno que se sepa en Estados Unidos que tienen un presidente que en Europa tiene todas las puertas abiertas y que tiene intacta la confianza que tenía cuando fue elegido", aseguró Zapatero la tarde del jueves (madrugada española) en una conferencia sobre seguridad transatlántica en el think tank Consejo Atlántico de Washington, al término de su visita de 24 horas a la capital norteamericana.
En sus primeras declaraciones personales tras el chasco que la Casa Blanca le dio a Madrid al afirmar el pasado lunes que "nunca había estado en la agenda" de Obama viajar a la capital española a finales de mayo para la cumbre bilateral anual, Zapatero se esforzó por minimizar la trascendencia de su ausencia, pese a que admitió que trastoca el calendario europeo, y se mostró confiado en el "interés" de Obama por el Viejo Continente. "Sabemos que Obama tiene una intensa agenda y además, si a algo ha dedicado esfuerzos, es a la UE (...) sabemos que Europa es para el presidente Obama una gran prioridad", subrayó Zapatero, quien también aprovechó la oportunidad para reiterar el compromiso de Madrid ante Washington en Afganistán, pese a la impopularidad creciente del aumento de tropas europeas en el conflictivo país. "Es un esfuerzo difícil, pero tenemos la determinación de seguir allí y de sacar a flote aquel país, de recuperarlo para la seguridad y de construir una democracia", aseguró Zapatero, pese a ser consciente, dijo, de que se trata de una decisión que "no es fácil de explicar" a la opinión pública europea. Como tampoco lo es el aparentemente incansable optimismo del jefe de gobierno español frente a su par estadounidense.
Es cierto que Obama lo calificó como "querido amigo" y le aseguró, tras el desayuno nacional de oración en el que ambos participaron en la mañana del jueves (el único momento en que coincidieron en Washington), que "quiere seguir desarrollando buenas relaciones con España porque hay intereses en común", según dijo la Casa Blanca.
Pero, ¿es eso suficiente para a todos los esfuerzos que realizó Zapatero? No sólo viajó expresamente a Washington. Además lo hizo para participar en el desayuno nacional de oración, una tradición político-religiosa estadounidense desde hace casi medio siglo, pero más que controvertida por lo ultraconservador y hasta homófobo, dicen los críticos de sus organizadores, un grupo evangélico conocido como La Familia al que activistas acusan, entre otros, de apoyar una propuesta de ley en Uganda que prevé la pena de muerte para los homosexuales. Y eso viniendo de un mandatario que se enfrentó al mismo Vaticano para poder imponer su agenda de matrimonio homosexual, divorcio exprés y ampliación del aborto en España.
La recompensa: apenas unos minutos de "charla" con Obama en la que ni siquiera pudo intentar convencerlo para que se replanteara su decisión de no participar en la malograda cumbre de mayo en Madrid. Y la aseveración del Consejero de Seguridad Nacional de Obama, Jim Jones, de que Zapatero "ha demostrado ser un verdadero aliado, socio y amigo comprometido a reforzar la alianza" con Washington.
Pese a sus afirmaciones, no sólo la prensa europea se asombra del optimismo de Zapatero con Obama. También el diario The Washington Post, con cuya directiva se reunió Zapatero durante una hora en el marco de su visita, expresó en una columna en su edición online su sorpresa por la "comprensión" incondicional ante Obama. "¿Será la opinión pública española, que tanto ha idolatrado a Obama, tan comprensiva?", se pregunta el rotativo. "Si no, la larga luna de miel de Obama con Europa occidental podría estar a punto de acabar", advierte.
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