Wert abre un nuevo frente
Las Claves
La frase del ministro de Educación de "españolizar" a los niños catalanes ha sido un torpedo en la línea de flotación del Gobierno, que intenta minimizar los daños aunque sin críticas abiertas al protagonista.
LO dice abiertamente un ministro muy largo en cuestiones de política: en cuanto escuchó a Wert responder al diputado socialista Francesc Vallés que el Gobierno pretendía españolizar a los niños catalanes, advirtió que se acababa de abrir un debate de profundo calado, un nuevo frente para un Gobierno sobrado de frentes.
De nada han servido las explicaciones del ministro sobre lo que significaba para él "españolizar", y de nada tampoco que insistiera en que si había utilizado ese término era porque así se había expresado la consejera de Educación de la Generalitat al acusar al Gobierno de Rajoy de imponer un sistema educativo que echaba por tierra, según ella, el esfuerzo realizado para que los niños catalanes conocieran en profundidad su lengua y su cultura. El ministro Wert, sociólogo, que conoce profundamente la política reciente española a través de su militancia en el PDP y su trabajo en la oposición en los años de Felipe González, y que además como contertulio de televisión y radio sabe utilizar perfectamente los resortes para provocar un titular o para solapar una noticia que no merece el primer plano, ha cometido un error político que provoca un nuevo y serio problema al Gobierno, incluso aunque Wert esté cargado de razón al defender la idea de que los estudiantes catalanes tienen la obligación y el derecho de aprender perfectamente el castellano y conocer la cultura del país al que pertenecen.
El desconcierto entre los miembros del Gobierno fue absoluto. En la sede de la vicepresidencia se recibieron varias llamadas de ministros y altos cargos para conocer cual era la línea oficial ante el debate abierto. No hubo lo que se llama argumentario, unas páginas que se distribuyen desde Génova y desde La Moncloa con los argumentos -como el nombre indica- con los que defender o criticar determinado proyecto. Hubo libertad para expresarse ante la aparición en escena del verbo "españolizar" y en general ningún miembro del Gobierno se expresó en términos muy concretos, de manera que no se ha podido hacer una lista de los que se mostraban favorables o no favorables a la idea de José Ignacio Wert. La propia Soraya Sáenz de Santamaría evitó entrar en la polémica y preparó con atención su rueda de prensa posterior al consejo de ministros, en la que se presentaba junto a Ruiz Gallardón.
Fue muy ambigua, inconcreta, y a pesar de que los periodistas insistieron para que se mostrara a favor o en contra del titular de Educación la vicepresidenta se refugió en la socorrida respuesta de que el Gobierno "defiende los derechos individuales de los ciudadanos y sus libertades", además de insistir en la importancia de trabajar por un clima de "buena convivencia democrática". La vicepresidenta además insistió en la idea lanzada el día anterior por Mariano Rajoy en París, que tras su reunión con Hollande, en la rueda de prensa conjunta dijo que quería que "todo el mundo se sienta orgulloso de ser español y ser catalán".
La consigna no escrita en el PP es enfriar un debate tan poco conveniente, pero los partidos de la oposición -con excepción de UPyD, que tiene al castellano como una de sus escasas banderas- han encontrado dónde morder al Gobierno y no sueltan la presa. Será difícil que el ministro Wert y sus compañeros de gabinete logren que se olvide a corto plazo ese palabro lanzado en sede parlamentaria por el titular de Educación que además ha contaminado con esta polémica la reforma de la Ley de Educación que presentó días atrás. El debate también tiene otros efectos colaterales: ha irrumpido, para desgracia de Basagoiti y Feijóo, en las campañas gallega y vasca. Feijóo, desde que Wert pronunció el verbo "españolizar", se ha visto obligado a poner aún más el acento en su proyecto de "bilingüismo cordial", pero no han faltado en las últimas horas las criticas desde los partidos de la oposición al sistema educativo de estos últimos años. El ministro ha dado carnaza con la que atacar a un presidente autonómico que necesita mayoría absoluta para ganar y cuyos adversarios están a la que salta para intentar arañarle votos que dificulten que pueda conseguir el deseado escaño 38 que le permitiría mantenerse cuatro años más al frente de la Xunta.
¿Y Wert? El ministro ha decidido mantenerse esto días con perfil bajo. Dio las explicaciones que creyó que tenía que dar poco después de su polémica intervención en la sesión de control al Gobierno, y esa noche aceptó la invitación para intervenir en el programa de Carlos Alsina en Onda Cero, donde no consiguió la comprensión de los contertulios.
Nadie en vicepresidencia confirma que se le haya sugerido que pasara a un conveniente segundo plano, que quizá él mismo decida pues, como sociólogo, sabe muy bien que para serenar ánimos lo mejor es intentar que no se hable del asunto que provoca conflicto. En su entorno afirman que está preocupado porque es consciente de que ha provocado un nuevo problema a Rajoy, aunque está absolutamente convencido de que sus opiniones son acertadas.
Preocupado pero, como decía en la recepción celebrada en el Palacio Real con motivo de la Fiesta Nacional, al llegar a la plaza de Neptuno, donde se iniciaba el desfile militar, se vino arriba al recibir los aplausos del público. Y la Casa Real desmintió que el Rey le hubiera dado un tirón de orejas como algunos medios quisieron lanzar sin pruebas.
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