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La Tigresa enfada a ETA

el final de la violencia Desde 2010 al menos 19 presos han sido apartados

La decisión de expulsar a sus filas a la mediática Idoia López Riaño era conocida por los reclusos pero la banda se ha abstenido de 'publicitar' su decisión

Idoia López Riaño, en el momento de su entrega a España en el año 2001.
Europa Press / Madrid

29 de noviembre 2011 - 05:05

La mayoría de los presos de ETA sabían desde hace días que, oficialmente, la histórica y mediática etarra Idoia López Riaño, La Tigresa, su novio Joseba Arizmendi y Andoni Díaz Urrutia ya no son parte del Colectivo. A diferencia de otras ocasiones, la banda no ha hecho publicidad de su última purga, pero sí se ha esforzado en hacérselo llegar al resto de presos por medio de sus canales habituales de comunicación con las prisiones. Desde 2010 han sido expulsados 19 etarras por su disidencia.

Los resultados electorales cosechados por la izquierda abertzale en las dos últimas elecciones y el anuncio del cese definitivo de la violencia por parte de ETA ha revertido la situación en el Colectivo de Presos. La apuesta mayoritaria ahora es esperar a una solución global incluyendo la amnistía y ETA no quiere volver a la situación de división de los últimos años en los que se sucedían las deserciones individuales, según los análisis de los expertos en la lucha antiterrorista.

Al principio ETA trató de frenar los abandonos publicitando sus expulsiones por medio de comunicados oficiales del EPPK (siglas en euskera de Euskal Preso Politikoen Kolektiboak) publicados en prensa. El objetivo era dar a conocer en el entorno lo que ellos consideran una traición. En la mayoría de los casos se traducía en un rechazo social al preso y sus familiares entre el mundo proetarra, lo que ejercía un efecto disuasorio entre quienes se estuviesen pensando dar el paso de romper.

Al continuar el goteo de bajas voluntarias, la banda decidió llevar a cabo limpias silenciosas: quienes se salían reiteradamente de la disciplina etarra o eran trasladados al penal alavés de Nanclares de la Oca tras romper con la violencia, terminaban desapareciendo de las listas oficiales del Colectivo. Esto implica dejar de recibir asignaciones mensuales, perder el derecho a abogados de la banda o las ayudas para que sus familiares les visiten en prisión.

El Colectivo de Presos llegó incluso a frenar las expulsiones en 2011 para tratar de mantener su histórica imagen de unidad en el frente de makos. A comienzos de año, fuentes conocedoras de la situación cifraron en medio centenar los presos desvinculados por completo. Pero ahora que esa cohesión está garantizada, ETA ha vuelto a prescindir de internos que ya llevaban meses totalmente alejados de sus disciplina.

La Tigresa llegó incluso a ocuparse de cuidar a los perros que el centro penitenciario de Nanclares emplea en un programa de terapia asistida con animales para otros reclusos con problemas de adaptación. Estaba a cargo de dos cachorros de la raza Golden Retriever.

ETA ha recurrido a sus emisarios en las cárceles para comunicar estas tres nuevas expulsiones. A pesar de la operación policial que en abril de 2010 desarticuló su aparato de abogados, -nexo entre la cúpula etarra y las prisiones- la banda se sigue valiendo de los familiares y otros abogados para introducir sus mensajes en prisión, a veces incluso mediante escritos e instrucciones precisas.

Desde que a finales de 2009 la izquierda abertzale comenzó a replantearse su estrategia a disputarle a ETA la vanguardia del MNLV, los terroristas han expulsado a un total de 15 etarras.

Los primeros fueron en enero de 2010 cuando el Colectivo de Presos dio a conocer un comunicado en el que explicaba que, desde ese momento, Iñaki Rekarte, Esteban Murillo, Andoni Muñoz, Jorge Urruñuela y Valentín Lasarte hablarían sólo "a título personal" por haberse situado "fuera de la disciplina" que ETA impone en las prisiones.

Días después otros seis presos emitieron desde la cárcel de Nanclares un escrito en el que anunciaban su marcha voluntaria de la organización criminal y matizaban que los cinco anteriores también habían decidido irse antes de que la propia ETA les echase.

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