Rubalcaba esprinta por la izquierda
El candidato socialista se ha pertrechado de un programa que pretende apuntalar e, incluso, recuperar las señas de identidad de la izquierda.
Alfredo Pérez Rubalcaba se ha situado ya en los tacos de salida de la que será su carrera más importante, la que el 20 de noviembre dirimirá si dobla el pulso a las mayoritarias apuestas en su contra, si a pesar de no lograr la marca esperada puede seguir compitiendo o si ha llegado el momento de la retirada. El candidato socialista no quiere ni pensar en esta última opción. Aunque lejanos en el tiempo, aún debe tener presentes los sentimientos vividos cuando una lesión truncó su prometedora carrera como velocista.
Para alejar fantasmas y verse con posibilidades de llegar el primero a la meta, el candidato se ha pertrechado de un programa que pretende apuntalar e, incluso, recuperar las señas de identidad de la izquierda. Es lo que ha querido dejar claro a lo largo de la Conferencia política que el PSOE ha celebrado durante el fin de semana en Madrid y en la que la vieja y la nueva guardia socialista se han puesto a su servicio, sin condiciones, en la titánica tarea que le aguarda.
Impuesto a las grandes fortunas, a los bancos, total compromiso con la sanidad y la educación públicas, una apuesta tajante por que las mujeres sigan ganando peso en puestos claves de la sociedad, listas abiertas parcialmente...Todo ello ha sido refrendado de forma entusiasta en la cita de los socialistas. Incluso, algún anuncio que puede ser recibido con recelo tanto por votantes en las antípodas ideológicas: más impuestos a tabaco y alcohol.
El candidato espera que su giro a la izquierda le dé resultados. Por ello, en su discurso de clausura de la Conferencia ha abundado en algún mensaje que suena bien a los oídos socialdemócratas: tiene sus dudas de que el país se esté pasando en la dosis de ahorro y austeridad y eso pueda cercenar sus posibilidades de crecimiento y de empleo. Rubalcaba busca la movilización. Quiere que sus potenciales votantes acudan a las urnas y les ha emplazado a no quedarse fuera de unas elecciones que ha situado al mismo nivel de importancia de las que en 1977 abrieron las puertas a la democracia.
Felipe González protagonizó aquellas y ha estado bien presente en la Conferencia socialista arropando al que hoy es su candidato, quien le ha citado incluso en más ocasiones que a José Luis Rodríguez Zapatero. Más izquierda y más Felipe para un Rubalcaba que desea ser el encargado de administrar la herencia del primer presidente de Gobierno socialista de la democracia y también del actual, con sus luces y sus sombras.
A todos quiere convencer con propuestas que considera claras, con ideas de verdad -lema de la Conferencia- frente al "depende" con el que ha dicho que Mariano Rajoy responde a las preguntas sobre sus planes de gobierno. Sólo ve en el líder del PP ansias de regresar al pasado y de recortar.
Rubalcaba, cauto, ha insistido en un mensaje que cuela en buena parte de los actos que protagoniza: no puedo asegurar que ganaré, pero sí que nadie me va a ganar en ganas de ganar. Y ha ido en esta ocasión más allá, en medio de un auditorio en pie y entregado, garantizando que no se va a dejar ganar y que nadie busque en él resignación, nostalgia o melancolía. Con esa predisposición y armado de propuestas, el candidato ya está en la línea de salida y se ha situado en la calle de la izquierda. Habitualmente es una de las reservadas a los atletas con peores marcas. Espera dar la sorpresa en el esprint final.
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