Rato, la caída de un icono del PP
Rodrigo Rato podría ocupar hoy el despacho principal del Palacio de La Moncloa. Su nombre estuvo en su día anotado en el cuaderno azul en el que José María Aznar escribía los grandes secretos de España. El ex ministro de Economía y ex vicepresidente era el "sucesor natural" de Aznar, según contó éste en el primer volumen de sus Memorias (2012). Pero Rato rechazó el ofrecimiento por dos veces.
Algo más de diez años después y cuando cuenta con 65, se ha hundido la imagen de aquel todopoderoso vicepresidente económico que se convirtió después en el primer español en dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI). Casi tres años después de dimitir en Washington de ese puesto en 2007, Rato asumió la presidencia de Caja Madrid porque así lo quiso el presidente Rajoy, el hombre al que Aznar eligió en 2003 como sucesor tras las negativas de Rato.
Ahí comenzó a recorrer la senda que lo ha llevado ante los tribunales, un camino en el que el respetable político y economista se ha convertido en uno de los villanos del cuento de la crisis económica para muchos españoles y en un fuerte dolor de cabeza para el PP, en el que otrora fue emblema, un icono.
Presidió Caja Madrid, dirigió la fusión de la entidad con otras cajas de ahorros que dio lugar a Bankia y capitaneó la salida a Bolsa del banco en el que está el origen de la crisis financiera en España y que acaparó la mitad del rescate europeo a las entidades españolas.
Imputado ya en la Audiencia Nacional española por el caso Bankia, en el que lo acusan de estafa, falseamiento de cuentas y administración desleal, el de las tarjetas opacas al fisco en el banco y en la caja de la que nació ha terminado de hundir la imagen de Rato como hombre honorable.
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