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La Policía concluyó que solo Pamies y Ballesteros pudieron dar el soplo a ETA

Juicio por el caso Faisán

El fiscal sostiene que Pamies avisó al dueño del bar Faisán, Joseba Elosua, que admite haber recibido la llamada del 'chivatazo'.

Efe

17 de septiembre 2013 - 13:21

San Fernando de Henares/Los policías que investigaron el chivatazo a ETA en el bar Faisán en 2006 que desmontó una operación contra su aparato de extorsión concluyeron que solo los altos mandos policiales acusados, Enrique Pamies y José María Ballesteros, pudieron haber sido los autores de la filtración. La segunda jornada del juicio del caso Faisán ha seguido con la declaración de Carlos Germán, el comisario que dirigió la operación frustrada contra el aparato de extorsión y que se encargó también de investigar el soplo, quien ha continuado respondiendo a las preguntas de las defensas de los acusados interrumpidas tras más de cuatro horas de interrogatorio.

También ha declarado su número dos, quien ha afirmado que, según las investigaciones, los únicos posibles responsables del chivatazo eran el entonces jefe superior de Policía del País Vasco, Enrique Pamies y el ex inspector de Álava José María Ballesteros. Según el fiscal, el 4 de mayo de 2006 Pamies avisó al propietario del bar Faisán, Joseba Elosua, miembro del aparato de extorsión de la banda, de que se iba a producir una operación, con la supuesta finalidad de no romper el proceso de paz con ETA.

Aunque Pamies fue el protagonista del soplo, según mantiene la acusación, este jefe policial empleó a su subordinado Ballesteros para que le diera el móvil a Elosua y así hablar con él en el interior del local. El números dos de Germán ha dicho que los perfiles de los dos altos mandos "coincidían perfectamente" con los del autor del soplo y la persona que pasó el teléfono a Elosua. Antes llegar a esa conclusión analizando las llamadas que se produjeron en la zona del bar, los agentes ya pensaron desde el primer momento que el autor "tenía que ser alguien de la Policía". En cuanto al hecho de que Elosua no reconociera físicamente a Ballesteros, ha dicho que les avisó en seguida de que era "mal fisonomista", algo que corroboraron cuando no reconoció a Germán después de haber pasado cinco días cara a cara en varios interrogatorios.

Antes de escuchar el testimonio del agente, Germán ha respondido a las preguntas de las defensa de las acusados, que han cuestionado los cortes en las grabaciones de vídeo del exterior del bar Faisán que recogen las entradas y salidas de Elosua y de Ballesteros. El comisario ha calificado de "irrelevantes" los cortes y ha explicado que el espacio de tiempo "clave" para la investigación, entre las 11:20 y las 11:50 del 4 de mayo de 2006, día en que se produjo el chivatazo, no registraba ninguna interrupción. Preguntado por qué Elosua nunca reconoció físicamente a Ballesteros, Germán ha reiterado que nunca identificaría a quien le entregó el teléfono porque tenía un bar en la frontera y no quería problemas con la policía. Con todo, Elosua sí ofreció una descripción física de la persona que le entregó el teléfono en el interior del local que coincidía con la de Ballesteros.

Elosua reconoce la llamada del chivatazo

Por su parte, Joseba Elosua ha admitido que una persona le alertó por teléfono en 2006 de que se iba a detener a un etarra que conocía, llamada que le dejó "completamente abobado" y que sospechó que provenía de un policía. En su confusa declaración en el juicio del caso Faisán, continuamente interrumpida por las preguntas aclaratorias del magistrado presidente, Elosua ha afirmado que el 4 de mayo de 2006 un hombre preguntó por él en el bar y le pasó su móvil, por el que habló con otro hombre que le avisó de que iban a registrar a un "amigo" suyo.

Elosua, de casi 80 años, ha afirmado que ese hombre -supuestamente el inspector José María Ballesteros- le dijo que su amigo, miembro del aparato de extorsión de ETA, iba a ir al local y que al pasar la frontera le pararían, lo que le dejó "grogui" y "tararí". "Le dije enseguida: 'Esto es una tomadura de pelo, ¿no?'", ha dicho respecto a la conversación del chivatazo que, según las acusaciones, mantuvo con el ex jefe de Policía del País Vasco, Enrique Pamies, acusado en el juicio junto a Ballesteros por colaborar con ETA. Elosua, que supuestamente iba a entregar ese día al etarra dinero del impuesto revolucionario, ha incurrido en varias contradicciones durante su declaración ante el fiscal Carlos Bautista y en otros momentos ha respondido cosas distintas a las que se le preguntaba, por lo que ha sido recriminado varias veces. "Céntrese, calle un momento. ¿Se ha centrado?", le ha preguntado en un momento el magistrado Alfonso Guevara.

Las acusaciones sostienen que en la llamada del soplo Pamies avisó a Elosua de la operación, le dijo que lo hacía por motivos políticos, le habló sobre su "amigo" etarra y de una reunión que el día anterior había mantenido con un miembro del PNV, quien supuestamente le entregó 9 millones del impuesto revolucionario o, de acuerdo con el argot etarra, "nueve botellas de vino". Cuando ha sido preguntado sobre si efectivamente Pamies le habló de botellas de vino, ha respondido evasivo: "Por teléfono le diría nueve botellas de Lacuesta, un vino de La Rioja que le compré a una comercial equis, y me trajeron esas nueve botellas de vino". En cambio, unos minutos después, ha dicho : "De botellas he hablado muchas veces por teléfono, pero no ese día y a esa persona".

El testigo ha sostenido varias versiones sobre sus sospechas de que el hombre al otro lado del teléfono era policía y acerca del tiempo que pasó desde que llegó al bar hasta que entró el hombre que le pasó el móvil y de la duración de la llamada. "Desde el primer momento tuve en mi cabeza que no estaba hablando con un policía, sino con alguien que me estaba tomando el pelo (...) porque no tenía ningún fundamento que fuera un policía y que no me dijera claro 'plas plas plas'", ha afirmado primero, y luego ha dicho: "Pues claro que tenía que ser algún policía porque si no una persona civil así por las buenas no le puede retener (al etarra)".

A lo largo de la instrucción, le ha recordado el fiscal, ha cifrado el tiempo que estuvo en el bar -importante para saber la hora del chivatazo- entre ocho y veinte minutos, y en el juicio ha dicho primero que cinco minutos y, en todo caso, "menos de diez", y luego que dos, tres, cuatro o cinco. Sobre la duración de la llamada, un tema controvertido puesto que la Policía solo rastreó las de más de cuatro minutos, primero ha dicho que no fue muy larga, "seis o siete palabras", pero luego, preguntado por el fiscal si duró diez minutos, ha contestado: "Sí, por ahí, ocho". Elosua ha descrito a la persona que entró en el bar como un hombre bajo, "chaparro", que podía llevar peluca, de 45 a 50 años y con acento extremeño.

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