Pedro Sánchez concreta un programa de Gobierno de izquierdas para ganarse a Unidas Podemos
Sesión de investidura
El candidato socialista propone un nuevo Estatuto de los Trabajadores, volver a subir el salario mínimo, controlar el precio de los alquileres y destinar, por ley, el 5% del PIB a la educación
Se coloca en en lado contrario del PP y Ciudadanos, de quienes dicen que "el cordón sanitario" lo usan "como soga con la extrema derecha"
Pedro Sánchez ha lanzado este lunes a los partidos de izquierdas del Congreso una propuesta de "una gran transformación de España", mediante la que el alto desarrollo tecnológico que está moviendo la nueva economía se compense con una protección social distinta de los trabajadores, del medio ambiente y de los colectivos más desafavorecidos, como las mujeres y esos nuevos empleos que penden de plataformas digitales. Ha sido una propuesta dirigida a Unidas Podemos y al resto de partidos de izquierda, porque, ya desde un principio, el candidato a presidente del Gobierno dejó a un lado al PP y a Ciudadanos con sus alianzas con Vox. "El mismo cordón sanitario que le han puesto al Partido Socialista se lo han colocado de soga con la derecha reaccionaria", ha dicho el socialista en relación a los partidos de Pablo Casado y Albert Rivera.
Aunque, de modo formal, Sánchez ha solicitado la abstención del PP y de Ciudadanos, ha dado por hecho con su discurso que su investidura no pasa por ellos, sino por Unidas Podemos, Compromís, PNV y la abstención de algunos partidos independentistas. Ante el riesgo del segundo bloqueo de Gobierno, el candidato ha propuesto la reforma del artículo 99 de la Constitución, que es el que fija la repetición electoral si no hay un acuerdo de mayorías en el Congreso. Una de las opciones que se baraja es la que rige la elección de los alcaldes o la del lehendakari en el País Vasco, donde gobierna el más respaldado en la urnas si no hay una mayoría que le supere.
En plena negociación con Unidas Podemos, Sánchez ha alertado sobre el posible bloqueo en la elección del presidente del Gobierno. En su opinión, los españoles ya hablaron el 28 de abril. Ahora le corresponde a los partidos elegir al líder del gabinete: "Los españoles votaron por un Gobierno progresista y por una oposición responsables, y a tal fin quiero trasladarle una propuesta de Estado: les pido que no bloqueemos, que haya Gobierno y después que reformemos el artículo 99 de la Constitución. Estoy proponiendo, simplemente, que haya Gobierno, que haya oposición y que España no quede bloqueada".
Éste ha sido el discurso más completo de Pedro Sánchez. Ha durado dos horas y lo ha dirigido sobre una arquitectura expositiva basada en seis retos. "Los españoles nos han pedido avanzar, quiero agradecer la interlocución a los grupos y, especialmente, a Unidas Podemos, venimos de dos familias de la izquierda", se ha referido al grupo de Pablo Iglesias, para apelarle a buscar los nexos de unión. A PP y a Ciudadanos se ha referido así: "No les pido que apoyen este proyecto, sino que retiren las barreras".
Sánchez ha desgranado lo que él ha llamado "una segunda gran transformación de España", cuyo objetivo se resume en esta frase: "El reto es situar al país a la vanguardia de un sistema económico que beneficie a todos". El candidato se ha comprometido a aprobar un nuevo Estatuto de los Trabajadores que dé cabida a unos nuevos tipos de empleados cuyos empleadores apenas asumen compromisos de esta relación laboral. Son los casos, y lo has citado, de los repartidores de paquetería, de las kellys o de los jornaleros del campo. También incluye en este cambio derogar algunos puntos de la reforma laboral. "España debe liderar con Europa la revolución digital y protegiendo a los ciudadanos de los nuevos monopolios", ha indicado.
El candidato ha adelantado que volverá a subir el salario mínimo -ahora es de 900 euros- "hasta situarlo en el 60% del salario medio". El incremento del salario mínimo se produjo en la anterior legislativa, de acuerdo con una proposición de Unidas Podemos.
Como otra de las medidas de peso, ha propuesto que la inversión educativa nunca baje del 5% del PIB, con independencia de ciclo económico y del partido que gobierne. En un discurso que ha estado muy estructurado en torno a seis objetivos, Sánchez no ha evitado algunos guiños más mediáticos para la izquierda, como su oposición a eliminar el plan Madrid Central que limita el tráfico para disminuir la contaminación atmosférica y el anuncio, de nuevo, de los restos de Francisco Franco desde el Valle de los Caídos a otro lugar. "Una democracia no puede tener un mausoleo dedicado al dictador", ha indicado. Lejos de dar por zanjado el movimiento memorialista, ha propuesto una nueva ley para reparar a las víctimas de la Guerra Civil. "España es el país de Europa con mayor número de desaparecidos", ha subrayado, en realación con los represaliados enterrados en fosas comunes y sin identificación.
El candidato también ha anunciado la derogación de la denominada ley mordaza, una regulación de la eutanasia y otra de calidad animal.
Pedro Sánchez ha extendido en el Congreso un bosquejo de sus objetivos de Gobierno, en el que, básicamente, ha planteado una corrección a los desequilibrios sociales provocados por la irrupción del desarrollo económico liderado por la tecnología y los nuevos modos de relación entre empresas y trabajadores. ¿Dónde queremos situar a España?" ha sido la pregunta retórica que ha empleado para desgranar los objetivos de su Gobierno, pero sin concretar el programa. Una declaración de intenciones en forma de "seis grandes retos". Que son: empleo digno y sostenibilidad de la Seguridad Social, liderar la revolución tecnológica, pero "protegiendo a los ciudadanos de los nuevos monopolios"; lucha contra el cambio climático; contra la violencia machista; contra la desigualdad social, y favoreciendo la territorialidad del país en la integración de Europa.
Sin mención a Cataluña
Pedro Sánchez no ha realizado ninguna mención especial al problema secesionista de Cataluña. De hecho, se ha referido a ello como al asunto territorial y, cuando ha hablado de desigualdad entre españoles, ha puesto el acento en la falta de infraestructuras en algunas comunidades, un guiño quizás a sus socios regionalistas cántabros, cuyo diputado le votará en la investidura. Más que de Cataluña, ha hablado de los problemas de la llamada España vacía y, sobre ello, ha propuesto aumentar la presencia de la Guardia Civil. Es decir, un bandazo desde quienes se sienten víctimas de la España autonómica a quienes, realmente, no les ha venido nada bien la concentración urbana en ciertas áreas del país.
Sólo cuando se ha referido al reto de la integración europea, se ha referido al asunto de las soberanías, pero de este modo: "Una España autonómica en una Europa federal, nadie es menos andaluz menos catalán por ser más europeo. Aprendamos de lecciones recientes, como el Brexit, basado en una mentira". "Compartir y no dividir", ha indicado. Se refería a la Unión Europea, pero bien puede entender como la única mención, y no explícita, al tema catalán.
Otro de los retos referidos es el de la lucha contra la violencia de género y la igualdad de la mujer. Ha anunciado una ley de las familias, en plural, y ha atacado a quienes, como los diputados de Vox, ponen en duda la propia existencia de una violencia de género. A ellos se ha dirigido: "Aquellos que quieran retroceder o banalizar, les dejo claro que nos van a tener enfrente". También ha anunciado una reforma del Código Penal para tipificar los delitos sexuales "porque una violación es una violación".
El programa desgranado se incluye, claramente, en el de un partido socialdemócrata. Hay una gran diferencia respecto a las investidura de los cuatro últimos años o, incluso, al discurso pronunciado por Sánchez en la moción de censura: esta vez, ni Cataluña ni la regeneración democrática se han llevado los subrayados de la propuesta de Gobierno. Sobre el último asunto, ha adelanto que se regulará por ley el papel de los denunciantes de la corrupción. Propone la reforma de la Constitución para suprimir los aforamientos de diputados y senadores.
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