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El PP ante el espejo roto

Congreso Extraordinario del PP

Los compromisarios andaluces controlan casi un 17% de los votos del congreso que eligirá al nuevo líder de la derecha española

Los últimas horas de los equipos de campaña antes del congreso / Efe

La derecha política española se mira a partir de esta tarde al espejo en los salones del Hotel Madrid Marriot Auditorium, donde votarán 3.082 compromisarios de los 543 corresponden a Andalucía, que en las primarias dio su apoyo mayoritariamente a la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría. Y el cristal del espejo se resquebraja en dos trozos. La derecha está dividida entre la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de SantamAría, cuya carrera política es fruto de una apuesta personal de Mariano Rajoy, y Pablo Casado, el joven ambicioso que la misma noche de las primarias, tras quedar en segunda posición, tendió la mano a los perdedores (Cospedal y compañía) para hacerse a toda costa con la presidencia. En la campaña de esta segunda vuelta no han faltado alianzas interesadas (los cospedalianos se han pasado con Casado), videos de reproches difundidos por las redes sociales.

El Partido Popular celebra un congreso extraordinario marcado por novedades sustanciales. No aparece la colosal figura de un patrón al que nadie tosía, ni las figuras de grandes jefes paternalistas. Del dedazo de Fraga y la libreta azul de Aznar, rasgos propios del presidencialismo que ha formado parte del ADN del partido, se pasa al sistema de primarias promovido por Rajoy como método de elección de los nuevos gobernantes. Un proceso de primarias que vive mañana su segunda vuelta.

El PP afronta el que probablemente es el tercer congreso más trascendente de su historia. El primero fue el congreso de Sevilla de 1990, el de la refundación (de AP a PP), cuando Manuel Fraga rompió en público la carta de dimisión presentada por anticipado de un bisoño José María Aznar: "¡Ni tutelas ni tutías!". El segundo fue el de Valencia en 2008, cuando Rajoy, que ya llevaba cuatro años como líder de la oposición tras el atentado del 11-M, sufrió su particular vía crucis para mantener la presidencia frente a la presión interna de Aznar y Aguirre. Para el gallego fueron claves los movimientos de Francisco Camps y, sobre todo, el andaluz Javier Arenas. Rajoy pudo mantenerse en el cargo y terminó siendo presidente del Gobierno en 2011 con una cómoda mayoría absoluta. Sus rivales no pudieron formar una candidatura alternativa. El desencuentro de Rajoy con Aznar pasaba a ser ya una evidencia para toda España.

Nunca el PP ha elegido a su presidente en dos vueltas, nunca el elegido sabe de antemano que tendrá que enfrentarse a unas elecciones generales en un plazo máximo de dos años, pues siempre disponía de tres o cuatro; y nunca el PP ha salido de un congreso nacional con una evidente fractura en sus filas. El PP estrena el sistema de primarias, además, de forma repentina, pues todo se ha precipitado por la moción de censura que provocó la pérdida del Gobierno. Todo indica, salvo una gran sorpresa de última hora, que mañana habrá una candidatura ganadora y otra derrotada. Lo nunca visto bajo las siglas del PP. Las novedades de los congresos se reducían hasta ahora a la designación del secretario general, al reparto de vicesecretarías generales y a la ristra de pedreas de los miembros de la Junta Directiva Nacional. El PP estrena sistema, se pone a prueba con un esquema de juego que hasta ahora sido patrimonio inmaterial de los socialistas. Hay quienes defienden que el PP entra con este congreso en el siglo XXI, en la verdadera democracia interna, de ahí que todo seste proceso sera una suerte de revolución interna para la formación política.

Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado tendrán que presentar sus equipos mañana sábado a las 09:30. A esa hora quedará cerrada técnicamente la posibilidad de una lista única. Ya no habrá más opciones. Cada uno irá acompañado en su lista por una veintena de vocales, de entre los cuales el ganador designará a su secretario general. Esa lista ganadora, votada por el congreso, será la base de gobierno del partido durante cuatro años. El ganador podrá incorporar después a los vicesecretarios que considere oportunos, pero esas nuevas incorporaciones que se produzcan no gozarán del blindaje por cuatro años que aporta haber sido elegido en el congreso. Por ejemplo, si el presidente cae en un momento de crisis (piensen en un resultado desastroso en las siguientes generales), los vocales elegidos en el congreso se mantendrán, pero los demás cargos pueden ser removidos por el sucesor en la presidencia.

Perfil de los compromisarios del PP / Cristina G. Rivera

Este nuevo proceso de dos vueltas está también poniendo de manifiesto que los aparatos regionales no controlan necesariamente a los provinciales y que los provinciales, a su vez, no tienen el cien por cien del control de los militantes. Ni de lejos. Se ha visto, por ejemplo, que el gallego Alberto Núñez Feijóo o el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla no han controlado sus respectivas estructuras provinciales. Ni la gran derrotada de las primarias, María Dolores de Cospedal, ha conseguido la adhesión para Pablo Casado de nada menos que el secretario general del Toledo, quien de cara al congreso que hoy arranca se ha alineado públicamente con Sáenz de Santamaría. En el caso andaluz fue llamativo de cara a las primarias que en una misma mañana Gabriel Amat (Almería) se posicionara a favor de Cospedal, y Elías Bendodo (Málaga) y Virginia Pérez (Sevilla) lo hicieran por Sáenz de Santamaría. Ha quedado demostrado que, extinguida la cultura del dedazo, los aparatos mayores deben cuidar a los menores y éstos deben mimar a los militantes si pretenden ejercer algún tipo de influencia.

En el congreso que hoy comienza votan 3082 compromisarios, de los que 543 son de Andalucía: casi un 17%. El peso del Sur es más que evidente en esta cita, casi tanto como el de Madrid. Las votaciones serán mañana sábado, pero no en urnas organizadas por provincias como antiguamente. Se repetirá el modelo del último congreso: urnas repartidas por orden alfabético. Y con cabinas para garantizar el secreto del voto.

La derecha política, mayoritariamente representada por las siglas del PP, se juega hoy su futuro al elegir quién predidirá el partido en un contexto muy delicado por estar marcado por varias circunstancias: el trauma por la pérdida repentina de la Moncloa, la lucha contra la corrupción que lastra la imagen del partido y la recuperación del voto escapado a Ciudadanos. Soraya Sáenz de Santamaría juega sus cartas: su condición de mujer y su experiencia de gobierno. Pablo Casado baraja las suyas: una juventud que representaría la renovación y el hecho de estar limpio al no haber formado parte de ningún gobierno de Rajoy. Determinados pesos pesados del PP también se juegan su porvenir. Es el caso del histórico Javier Arenas (Sevilla, 1957), considerado padre natural de la derecha andaluza, que ha apostado por Sáenz de Santamaría. O de Juan Ignacio Zoido (Montellano, 1957), ex ministro del Interior, que se ha arrimado a Pablo Casado tras la derrota de su mentora, Dolores de Cospedal, en las pasadas primarias. Otros rostros andaluces muy conocidos son los de la ex ministra Fátima Báñez (San Juan del Puerto, Huelva, 1967), íntima amiga de Sáenz de Santamaría; Cristóbal Montoro (Jaén, 1950), que apoya igualmente a la ex vicepresidenta; o José Antonio Nieto (Córdoba, 1970) y José Enrique Fernández de Moya (Jaén, 1969), que están con Casado igualmente tras la debacle de Cospedal.

El último congreso abierto de la derecha política en España no se celebró bajo las siglas del PP, sino bajo las añejas de Alianza Popular, cuando se enfrentaron Antonio Hernández Mancha (Badajoz, 1951) y Miguel Herrero de Miñón (Madrid, 1940). Fue en 1987. El entonces presidente de AP en Andalucía, Hernández Mancha, obtuvo 1.930 votos, mientras que Herrero logró 729. El resultado posterior fue tal desastre que el gran patrón, Manuel Fraga, tuvo que pilotar la refundacion que llevó a la figura de Aznar. Desde entonces todas las citas fueron con una lista única: congresos de pan y circo. Quizás la mayoría de los compromisarios que hoy votan no estuvieran en aquel congreso del 87. O tal vez lo hayan olvidado. La historia se repite siempre que se olvida.

Los sorayistas sonríen con sus cálculos

Los partidarios de Soraya Sáenz de Santamaría, que fueron claves, en las primarias para encumbrar a la ex vicepresidenta a la victoria, calculan que contarán con un apoyo del 65-67% de los compromisarios. En el cómputo global estiman que cuentan con un 63% frente al 37% de Casado. Están convencidos de ganar con claridad en Sevilla, Huelva, Málaga, Granada y Cádiz, que están empatados en Jaén y Córdoba y que encuentran dificultades en Almería. Presumen de que la mitad de los partidarios de Cospedal se han pasado a la de Soraya. Aseguran que los partidarios de Casado están intentando dar “batalla psicológica” y que “calientan el ambiente con mucho tuit”, pero que “el congreso se gana con votos, no con likes en redes sociales”. Denuncian que las acciones en las redes a favor de Casado proceden de personas que ni siquiera están afiliadas.

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