El PP calla ante la tormenta perfecta
Las feroces críticas populares dan paso a un silencio complaciente
El PP evitó ayer hacer sangre sobre la crisis interna que vive el PSOE y calla ante una situación que le beneficia indudablemente, ya que la investidura de Mariano Rajoy puede estar a la vuelta de la esquina si, tras la tormenta perfecta en su rival natural, triunfan los críticos con Pedro Sánchez que lo quieren apear de la Secretaría General socialista.
Tras el revuelo provocado por la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva socialista, la mayoría de los dirigentes populares optaron por mantener la prudencia hasta que el PSOE solvente sus problemas. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, prefirió mantener su opinión al margen: "Entiéndanlo, no es nuestro cometido", manifestó a los periodistas, añadiendo que respecto a la conveniencia de que Pedro Sánchez dimita que no lo sabe y que es una tarea que le corresponde a los socialistas.
Igualmente, el portavoz del grupo popular en el Congreso, Rafael Hernando, y el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, apelaron a la trayectoria del PSOE y a su papel fundamental en la democracia española, sin entrar en las valoraciones de Felipe González sobre Pedro Sánchez ni en comentar la posibilidad de que su salida de la Secretaría General del PSOE facilitase la formación de un nuevo Gobierno. Únicamente desean ambos que se desbloquee la situación institucional en el país. Para ello, pide que haya un PSOE con el que se pueda dialogar con el fin de superar "el no, no y no" y lograr un "sí, sí y sí" que asegura que desea la mayoría de españoles. Casado subrayó que el PSOE es "absolutamente imprescindible" y no puede llevar a España a unas terceras elecciones.
Más lenguaraz estuvo la portavoz del PP en Madrid, Esperanza Aguirre, quien pidió al PSOE que "ponga a España por delante de los problemas del partido", tras las 17 dimisiones de la Ejecutiva, que demuestran el "rechazo a la política" de Sánchez.
La mayoría de las voces del PP, por tanto, optaron por guardar silencio, aunque sólo dos días antes, tras el fiasco electoral en el País Vasco y en Galicia de los socialistas, el mensaje interno lanzado por los populares iba más en la línea de atacar por tierra, mar y aire al secretario general socialista por su varapalo: "Pedro Sánchez, plusmarquista de derrotas, ¿asumirá responsabilidades?"; "volvió a pulverizar su suelo"; "el señor Sánchez lo ha perdido todo"; "el PSOE se despeña peligrosamente hacia la marginalidad"...
Sólo cuarenta y ocho horas después, el PP se echa a un lado y deja que los socialistas se descuarticen entre ellos para mayor tranquilidad de Rajoy, que ve más cerca su investidura.
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