Miradas que matan
Doble fondo
PARA que luego digan que la Justicia es lenta. No es que haya sido diligente, es que ha volado. En Madrid y en Londres. Y los dos primeros pajarracos ya han salido de la jaula, con mi antaño vecina envuelta en una ikurriña.
Y Rajoy no se sabe si es que se muerde la lengua o no tiene nada que decir. Le pidieron ayer su opinión sobre el literal fallo judicial que anega de estupor al país, que se prepara para digerir la oleada de escarnios ongi etorri que se avecinan y se limitó a comentar que "está lloviendo mucho". Ya te digo, presidente. Y podría ser peor. Menos mal que el PSOE nunca utilizó la lucha antiterrorista como arma arrojadiza contra los que acusaron a Zapatero desde la oposición de "traicionar a los muertos". Así que Rubalcaba también se abonó ayer al mutismo. Ni se molestó en contestar al ministro del Interior, que mantuvo viva la tradición de la pedrada en la misma trinchera soltando ayer que los Gobiernos de Felipe González debían haber sido más raudos con su mayoría absoluta para reformar el Código Penal antes de 1995 para evitarnos la humillación de la sonrisa de mi ex vecina, tan pancha ella.
Cada vez que vuelvo a Madrid siento una rara sensación al pasar (está a cien metros de la casa donde residí 33 años) delante del domicilio que ocupaban ella y el resto del comando Madrid hasta que cayó el 16 de enero de 1987. Con ella, con eso, pude compartir la barra del bar, la cola del pan...
Dicen que cuanto más guarro, más escrupuloso... Pues sí, lo soy. No me gusta ni que beban de mi vaso. Y ahora rizo el rizo: puedo sentir infinito asco hasta por el roce de lejanas posibles miradas.
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