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Inmigrantes y Guardia Civil

Se han cargado las tintas contra las Fuerzas de Seguridad españolas, pero a quienes temen los inmigrantes es a los marroquíes que guardan su lado de la frontera.

Pilar Cernuda

23 de febrero 2014 - 01:00

EL ministro de Interior, Jorge Fernández y el director de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, estaban deseando hacer públicas las cinco horas de vídeo que recogían la intervención de la Guardia Civil en la playa de El Tarajal y en la valla que separa Marruecos de Ceuta. Sin embargo, una vez entregadas las cintas a la juez de Ceuta, estaban obligados a esperar su autorización, porque si decidía declarar secreto el sumario no podrían conocerse los vídeo. Sólo el jueves, al levantar el secreto, el Ministerio de Interior decidió hacer públicas las cintas a través de su página web.

Cinco horas grabadas a través de la treintena de cámaras que se encuentran a lo largo de los ocho kilómetros de valla y que, ya de día, activaron automáticamente una especial que podía grabar a pesar de que el sol se reflejaba sobre el agua e impedía ver con claridad lo que ocurría. Las imágenes de esa última cámara no son nítidas, pero sí se advierte que las pelotas de goma lanzadas contra los inmigrantes que estaban en el agua no alcanzaban la zona en la que se encontraban, y también se ve en la grabación cómo una patrullera de la Guardia Civil rescata a cinco de los inmigrantes que nadaban hacia ella y a una veintena de subsaharianos que trataban de llegar, desfallecidos, a la playa de la zona española. Todos ellos fueron devueltos a Marruecos, pues la ley permite hacerlo cuando se trata de operaciones realizadas para tratar de impedir su entrada.

Lo sucedido en Ceuta el pasado día 6 ha puesto en cuestión en trabajo de la Guardia Civil, lo que ha indignado a los distintos sindicatos y asociaciones y, sobre todo, a su director general. Un director general al que el ministro corrigió en la comparecencia parlamentaria que hizo a petición propia, al reconocer que los guardias habían lanzado pelotas de goma al mar, cuando Fernández de Mesa había dicho que hicieron disparos al aire y las pelotas sólo se habían utilizado en la valla. El director general, que se trasladó a Ceuta al conocer los hechos para averiguar sobre el terreno cómo se habían desarrollado las cosas, informó en función de los datos ofrecidos por la Guardia Civil de Ceuta que en tres informes que realizaron aseguraban que "en ningún caso se hizo uso de armas de fuego, limitándose al uso de la fuerza, lanzamiento de pelotas de goma y uso de cartuchos de proyección en los momentos en los que los inmigrantes se abalanzaron sobre el vallado para tratar de entrar de forma masiva, y nunca de forma directa sobre los mismos". Es decir, no sobre un mar plagado de inmigrantes y no pocos cadáveres. El propio ministro Fernández, y así se advierte en los vídeos, reconoció que sí se habían utilizado pelotas de goma para disuadir a los inmigrantes de nadar hasta la playa, pero sin alcanzarles.

La Guardia Civil considera especialmente hiriente que el portavoz socialista en el Senado, Marcelino Iglesias, la acusara de haber "tiroteado" a los inmigrantes que trataban de alcanzar la playa por el lado español, acusación que traerá consecuencias políticas y es posible que también judiciales, pues una de las asociaciones más activas está decidida a presentar una querella contra el ex presidente aragonés, aunque no se ha hecho efectiva porque oficiales y mandos del cuerpo quieren hacerles ver que hay que mantener el espíritu de servicio propio de la Guardia Civil incluso ante evidentes operaciones de desprestigio.

El caso de Ceuta ha envenenado las relaciones entre Gobierno y PSOE, a pesar de que Rajoy y Rubalcaba han mantenido contacto fluido en las últimas semanas para intercambiar información sobre el anuncio de ETA de que entregaba las armas para iniciar una nueva etapa en la que intentaría alcanzar sus objetivos a través de la política y no del terrorismo. Información que tanto el Gobierno como el PSOE conocían precisamente por el trabajo de la Guardia Civil, CNI y Policía, que no han dejado ni un momento de investigar a ETA y su entorno. Rubalcaba, como ex ministro de Interior, cuenta con buenas relaciones en mandos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, entre ellos la Guardia Civil, que no ha ocultado su decepción por la falta de credibilidad que ha dado el PSOE a sus explicaciones sobre lo ocurrido en Ceuta.

Trabajan en unas condiciones especialmente delicadas, tanto en Ceuta como en Melilla, la ciudad donde hasta ahora se producían más conflictos con los inmigrantes que intentaban saltar la valla porque supuestamente existían menos dificultades que en Ceuta. Aunque la modalidad de intentar alcanzar las playas españolas a través de El Tarajal, que se ha puesto en práctica hace apenas dos años, ha obligado a tomar más medidas en esta ciudad que hasta ahora tenía más controlado el flujo migratorio ilegal.

Lo que será difícil de mantener, pues desde Interior aseguran que hay miles de subsaharianos que han llegado ya hasta Marruecos o se dirigen hacia Marruecos cruzando el desierto durante años, con el fin de alcanzar la costa y conseguir la manera de entrar en España o Italia. Siempre según Interior, en una sola ciudad, Nouadhabi, al norte de Mauritania, 23.000 subsaharianos intentan sobrevivir mientas reúnen el dinero que les exigen las mafias para trasladarlos a un país europeo. Ha disminuido sin embargo el tráfico hacia Canarias, hasta el punto de que podría cerrar algún CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) por falta de ocupación, mientras que en Ceuta y Melilla algunos de ellos acogen al triple de personas para los que están acondicionados.

Y es que por muchas vallas con concertinas, elementos electrónicos, tramas en tela de araña supuestamente inexpugnable, videocámaras y guardias marroquíes y españoles permanentemente alertas, la desesperación obliga al asalto. Los inmigrantes se concentran en el lado marroquí y se acercan en masa a la valla para tratar de burlar a los policías, que no pueden controlar a tanta gente al mismo tiempo. Y en Ceuta han encontrado con que al terminar la valla, bordeando el espigón de El Tarajal pueden llegar al lado español a nado; con la marea baja, incluso andando en algunos tramos.

Quince personas han muerto ahogadas en el último intento. La mayoría de quienes asaltaron la valla de Melilla el jueves pasado, o trataron de alcanzar la playa del Tarajal en la parte española, no era la primera vez que lo hacían, siempre sin éxito. Pero nunca hasta ahora se habían producido tantos muertos en un asalto. Se han cargado las tintas contra las fuerzas de seguridad españolas, pero a quienes temen los inmigrantes, y así lo puede comprobar quienes se acerquen a las dos plazas españolas, es a los marroquíes que guardan su lado de frontera.

Gracias a distintos convenios de colaboración con España ha mejorado sensiblemente su forma de trabajar, pero es habitual que la Policía de fronteras robe a los inmigrantes que llevan semanas acampados tratando de alcanzar España, o que reciban sobornos a cambio de supuesta ayuda para dejarles paso a través de la apertura de algún tramo de la valla, apertura que no se produce.

La valla separa la miseria de lo que consideran riqueza, aunque tanto en Ceuta como en Melilla la tasa de paro supera el 30%. El 50% de la población es musulmana, y un alto porcentaje de ellos cuenta con un nivel de vida que un español nativo puede considerar de pobreza, pero que para los subsaharianos es inalcanzable en cualquiera de sus países. Por eso es imposible convertir la frontera en impenetrable: para un hombre o una mujer desesperados, enfermos y hambrientos, cualquier situación, incluida la muerte, es mejor que la vida.

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