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Fiambreras y urnas

En los colegios independentistas todo es alternativo y festivo, así se espera a que lleguen los mossos o los guardias civiles

Víveres acumulados por los ocupantes en un centro escolar / J.M.M.P.
J.m.m.p., Enviado Especial A Barcelona

30 de septiembre 2017 - 14:22

Una de las diferencias aparentes entre el centro de Barcelona y el de Madrid es que en la primera hay niños, la ciudad mediterránea es más humana, es la amabilidad del mar. El barrio de Gracia, en el centro de la capital catalana, es un barrio alternativo, diría que hípster, o eso al menos es lo que explica una de las madres que está concentrada con sus hijos en el colegio Univers. Desde el viernes por la tarde, padres de más de un centenar de colegios señalados como electorales duermen con sus hijos en las aulas, y allí van a esperar a que los mossos intenten echarlos a las 6 de la mañana del domingo.

La escuela Univers es pública, se trata de un magnífico edificio, nuevo, donde el patio del colegio es un arenal donde los niños siguen jugando todo este fin de semana. Aplica el método de educación de Reggio Emilia, no hay pizarras ni libros ni pupitres. Todo muy alternativo, como la fiesta que han organizado los padres para esperar el amanecer de la independencia. Si hay una palabra catalana que se ha aprendido estos días es ‘carmanyola’, fiambrera, cena de fiambreras. O de tuper. Hay fiestas de pijamas, proyección de películas, conciertos, bailes de palillos, carmanyolas y hasta cursos de macramé. Faltan las urnas, o al menos eso es lo que se cuenta, porque lo que te dejan claro los concentrados desde el primer momento es que ellos están ocupando los colegios para realizar actividades con los niños. Nada de referéndum. Vale, todo se entiende perfectamente, ellos hacen como que no saben nada, los mossos les creen y todos contentos.

Al acabar las clases el viernes pasado, los padres se quedaron con los niños y planificaron actividades para todo el fin de semana. Los directores del colegio se marcharon, no se responsabilizan de lo que vaya a pasar, y es que la consejera de Educación de la Generalitat, Clara Ponsatí, se ha hecho responsable de todos los centros. En algunos sí hubo cierre, el director, o directora, echó la llave el viernes y se marchó.

La mayor parte de los niños que hay en Univers son muy pequeños, de los primeros cursos, algunos van en carrito al colegio, y ése es el panorama que mañana se encontrarán los mossos cuando lleguen. Agentes de la policía catalana van cada tres horas a los colegios ocupados, informan a los padres de que hay que desalojar por la mañana, se asegura que las actividades no tienen nada que ver con el referéndum e identifican a los ocupantes. Como los independentistas lo tienen todo muy preparado, y funcionan en asambleas, cada vez que llegan los policías, sólo salen dos padres y entre todos se van turnando en cada visita.

Marta, una de las madres, rechaza que a los niños se les esté utilizando como “escudos humanos”. Su argumento es que los mossos no van a utilizar la violencia, ésa es la orden que tienen, todos confían mucho en la policía catalana, se nota que hay buen rollo. Por eso no están preocupados, aunque nadie sabe qué ocurrirá mañana a las 6. Esa es la hora más conflictiva. Puede que los mossos avisen, entonces, a la Policía Nacional y a la Guardia Civil, y que sean estos cuerpos quienes tengan que solventar la situación. La orden del Tribunal Superior es bien clara: la votación no se puede celebrar.

En el mismo barrio de Gracia, casi todos los centros que mañana serán colegios electorales están ocupados. En el Pau Casals, a unos cientos de metros, el patio está lleno de chavales algo mayores, que juegan al baloncesto según la planificación acordada por los padres en la asamblea. Allí, nos recibe una madre que también es periodista y que se encarga de la comunicación. Nos presenta a Carolina, que se queja de que el Gobierno español no respeta los derechos fundamentales. Pocos hablan de la independencia, la palabra que recitan es la de votar. Votar y votar. En este colegio sí han explicado a los niños qué es lo que ocurre: que hay una votación mañana y que el Gobierno quiere impedirla. Para apuntar.

Y no sólo son los colegios, muy cerca hay un centro de salud, el Sanllehy, que también está ocupado. No son niños, son los pacientes del barrio, aunque también hay sanitarios. Este será hoy otro de los centros electorales. No hay bailes de niños, pero se dan clases de comida sana, enfermedades de transmisión sexual y hasta un taller de reanimación cardiovascular.

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