¡Dios salve al Rey!

Una década de reinado de Felipe VI

Felipe VI ha superado con creces una década plagada de obstáculos al frente de la Jefatura del Estado para fortalecer y recuperar el prestigio de una institución que estaba herida de muerte

De los asuntos turbios de su padre al 'procés', ha sorteado todos los escollos de su reinado

Ejemplaridad y transparencia para un reinado

Felipe VI, durante su discurso en el acto de proclamación ante las Cortes Generales el 19 de junio de 2014.
Felipe VI, durante su discurso en el acto de proclamación ante las Cortes Generales el 19 de junio de 2014. / Paco Campos / Efe
Juan De La Huerga

19 de junio 2024 - 06:00

"Una Monarquía renovada para un tiempo nuevo". Felipe de Borbón y Grecia (Madrid, 30 de enero de 1968) labró esas palabras en la historia de España en su discurso de proclamación como Rey en las Cortes Generales el 19 de junio de 2014. Y tanto que ha sido remozada la Corona y tanto que ha sido una era totalmente distinta durante esta década plagada de obstáculos, una carrera de fondo salpicada por escollos que uno tras otro ha superado con creces para convertir una institución que estaba casi herida de muerte en ejemplo de profesionalidad y estabilidad, consiguiendo reanimar la Jefatura de Estado después de muchos momentos convulsos que en ningún caso han facilitado su brillantísima trayectoria como Monarca.

¡Dios salve al Rey! Felipe VI ha dado un impulso, o más bien ha resucitado, a la Monarquía desde el mismo instante (10:47 de justo una década) en que se puso manos a la obra para la difícil encomienda para la que había sido formado desde su niñez: servir a su país. La historia sabrá valorar cómo su figura logró recomponer un jarrón hecho añicos con mimo y una profesionalidad fuera de toda duda. Diecisiete días después de la abdicación de su padre debido a sus turbios asuntos públicos y privados, su hijo, junto a doña Letizia y sus hijas, la Princesa de Asturias y la infanta Sofía, agarró el toro por los cuernos con fe inquebrantable y decidido a devolver a la Corona al sitio que se había ganado durante la Transición y las primeras décadas de la democracia. Hoy, la institución vive otra época, aunque no pueda en absoluto descuidarse, y doña Leonor, que como su primogénita también está siendo educada para tomar las riendas de la Casa Real, encarna el porvenir de la Monarquía.

Los tejemanejes de don Juan Carlos ("lo siento mucho, me he equivocado", dijo tras romperse la cadera en un safari en Botsuana en 2012) y el revuelo por el caso Nóos, que salpicaba directamente a la infanta Cristina y a su marido, Iñaki Urdangarín, que lo llevó a retirar el Ducado de Palma a su hermana, obligaron a Felipe VI a exhibir un cambio total en La Zarzuela y a aplicar la mano dura por el bien de la Corona. Como primer gesto para recuperar la credibilidad de la Monarquía anunció que se auditarían sus cuentas anualmente y se redujo el núcleo de la familia a los nuevos reyes, sus hijas, don Juan Carlos y doña Sofía.

A ello se uniría en 2020 la renuncia a la herencia de su padre, la retirada de su asignación del Estado y la aceptación de su marcha a Abu Dhabi como respuesta a las noticias sobre sus irregularidades fiscales. "Los principios éticos y morales están por encima de las consideraciones familiares", sentenció en su mensaje de Navidad de ese año para marcar distancias con su antecesor en el trono.

La fragmentación política, con el fin del bipartidismo y la irrupción de Podemos, una formación republicana, no ayudó a poner los cimientos de un reinado nuevo, pues las piedras se multiplicaban en el camino y los continuos procesos electorales (cinco en una década por los diez de Juan Carlos I en casi en 40 años) tampoco ayudaban a serenar el ambiente. Don Felipe ha tenido que hacer frente a un escenario de turbulencias casi constante desde enero de 2016, cuando protagonizó su primera ronda de consultas tras los comicios de diciembre, que consolidaron a nuevos partidos como Ciudadanos y Podemos.

El embrollo político

En el año en que empezó el vaivén político, se encontró con la negativa a intentar la investidura del entonces ganador en las urnas, Mariano Rajoy, y el bloqueo en la formación del Gobierno se prolongó durante diez meses. La quiebra del socialismo por la abstención al líder del PP, la irrupción de Vox y la atomización parlamentaria contribuyeron a polarizar el contexto político y a afianzar la incertidumbre. En ese escenario, Felipe VI anotó en su hoja de servicios el triunfo de la moción de censura de Pedro Sánchez sobre Rajoy en junio de 2018.

Y como añadido un año antes, el procés, frente al que reaccionó el 3 de octubre con el discurso de más calado de su reinado, en el que condenó “la deslealtad inadmisible” de la Generalitat tras celebrar un referéndum ilegal para romper con España. Un mensaje que se comparó con el de Juan Carlos I en el 23-F, aunque con el rechazo frontal del independentismo, que ha mantenido a Felipe VI en el centro de su diana. “Fue un discurso para todos los españoles. No podía ser equidistante entre la ley y el incumplimiento. Y no podía ser neutral porque había polarización y ante ella había que tomar partido”, justifican en el Palacio de la Zarzuela la firmeza de la alocución.

Don Felipe arremetió contra los responsables de la Generalitat, entonces encabezada por Carles Puigdemont, quienes "de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia". "Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común", recriminó. Con su intervención, quiso también enviar un mensaje de tranquilidad tanto a los catalanes no independentistas –"no estáis solos"– como al resto de españoles. "Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos".

Su postura le costó ser reprobado por el Parlamento catalán, declarado persona non grata por el Ayuntamiento de Gerona y el que la Generalitat dejara de asistir a los actos organizados por la Corona en Cataluña, además de negarle el saludo en los besamanos de actos oficiales. “Nos llegaron a tirar huevos y piedras al paso de la comitiva”, recuerda un miembro del equipo del Rey para describir el rechazo que causaba la presencia del Jefe del Estado en las visitas que hizo tras su discurso del 3-O. En los dos últimos años, las protestas por las visitas de Felipe VI apenas existen, aunque los partidos separatistas siguen siendo hostiles a su figura. No obstante, el Monarca ha tenido que tragarse el sapo (como buena parte de España) de la ley de amnistía, aprobada por el Congreso el pasado 30 de mayo, y asumiendo esta norma sancionándola hace unos días con la disciplina debida a la Constitución.

Ante la tensión política y la erosión de las instituciones, entre ellas, el Poder Judicial por el bloqueo en la renovación de su órgano de gobierno desde hace cinco años, el Monarca ha destacado en varias ocasiones el riesgo que supone para la unión y la convivencia si no se fraguan consensos.

“Un país o una sociedad dividida o enfrentada no avanza, no progresa, ni resuelve bien sus problemas, no genera confianza. La división hace más frágiles a las democracias”, advirtió en diciembre de 2022.

En su década en el trono, Felipe VI ha contado con el respaldo primero del Gobierno de Rajoy y luego, aunque en mucha menor medida y con bastantes chinas en el zapato del Monarca, con el de Sánchez, a pesar de que socios del PSOE, como Podemos o los partidos independentistas, lo han denigrado y han reivindicado avanzar hacia la república.

“Algún día se sabrá lo que Sánchez está haciendo por la Monarquía y por Felipe VI”, defiende una persona que estuvo en la sala de máquinas de Ferraz durante buena parte del mandato del líder socialista frente a quienes defienden que el jefe del Gobierno no ha apoyado lo suficiente al rey ante los ataques de sus aliados.

Uno de los hitos del reinado fue la pandemia, otro escenario desconocido que llevó a don Felipe a un segundo mensaje excepcional a la ciudadanía en marzo de 2020 y a emprender con la reina Letizia una gira por todas las comunidades autónomas para insuflar ánimos ante el desplome de la economía y los miles de muertos.

Para reforzar la transparencia, Felipe VI se convirtió en el primer rey en revelar sus bienes, cifrados en 2,5 millones de euros, en abril de 2022, mes y medio después del archivo de la investigación de la Fiscalía sobre las irregularidades fiscales de don Juan Carlos.

Desde luego, Felipe VI ha otorgado crédito a la Monarquía y ése es el legado que pretende dejar a su hija Leonor cuando le pase el testigo a la Heredera.

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