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Fallece a los 82 años Leopoldo Calvo Sotelo

El ex presidente del Gobierno ha muerto a los 82 años en su casa de la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. La capilla ardiente se instalará este domingo en el Congreso de los Diputados.

Otr Press

03 de mayo 2008 - 14:00

España lamenta por primera vez la muerte de un presidente del Gobierno de la reciente etapa democrática. Quien trataba de tomar posesión como jefe del Ejecutivo cuando se produjo el fallido golpe de Estado del 23-F, Leopoldo Calvo Sotelo, falleció este sábado a los 82 años de edad en su domicilio de la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón, "de forma inesperada" por una parada cardiorrespiratoria, según explicó su hijo mayor. Su capilla ardiente será instalada este domingo en el Congreso de los Diputados.

Calvo Sotelo murió en torno a las 12:00, detalló su hijo Leopoldo, que destacó que su padre "no estaba enfermo" y, por ello, su fallecimiento se produjo de "forma inesperada" a causa de una parada cardiorrespiratoria que le sobrevino en su propio domicilio, en Pozuelo de Alarcón. No obstante, el ex presidente del Gobierno de 1981 a 1982 había sufrido una caída hace unos meses, de la que no había llegado a recuperarse en su totalidad, y por tanto sí que se encontraba en un "delicado" estado de salud.

Por la vivienda, donde se realizó el velatorio, pasaron a lo largo del día numerosas personalidades y allegados para dar el pésame de forma personal a la familia, ya que el ex presidente estaba casado con Pilar Ibáñez-Martín Mellado, hija del que fuera ministro de Educación en la posguerra José Ibáñez-Martín, y junto a ella tenía ocho hijos. Tanto los Reyes como el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, transmitieron su pésame a la viuda y los hijos del ex presidente a través de una conversación telefónica, informaron fuentes gubernamentales y de la Casa Real.

El ex líder del Ejecutivo José María Aznar se personó en la vivienda del fallecido, donde ya de tarde se celebró una misa privada en el domicilio. El hijo mayor de Calvo Sotelo también adelantó que el entierro del ex presidente del Gobierno tendrá lugar en la localidad gallega de Ribadeo, enclave donde solía veranear y donde las banderas ya ondean desde hoy a media asta. Sin embargo, antes de este último adiós de su familia y amigos a celebrar previsiblemente el lunes, recibirá la despedida de las principales autoridades del Estado, que acudirán a la capilla ardiente que mañana se instalará desde mediodía en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados, según el protocolo establecido en la pasada legislatura para los fallecimientos de ex presidentes.

El Ejecutivo se puso en contacto con la familia a través del secretario general de Presidencia del Gobierno, Bernardino León, para ultimar los detalles de los homenajes. Con el visto bueno de sus parientes cercanos, el próximo jueves a las 20:00 se celebrará un Funeral de Estado con presencia de las altas instituciones del país.

Calvo Sotelo nació en Madrid en 1926. Durante su vida, ocupó distintos cargos e incluso llegó a ministro en varios gobiernos cuando la democracia aún estaba arrancando, pero no fue hasta la dimisión de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno cuando le llegó la oportunidad de sucederle en el cargo. Necesitó una segunda votación en el pleno del Congreso para obtener la jefatura del Ejecutivo, que alcanzó el 25 de febrero de 1981, tan sólo dos días después de que el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero irrumpiese en su investidura en un intento golpista.

Durante su mandato, una de sus decisiones más destacadas tuvo que ver con la entrada de España en la OTAN, antes de que la victoria electoral del PSOE en 1982 pusiese a Felipe González como presidente del Gobierno, en sustitución de Calvo Sotelo. Después, resultó elegido miembro de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en 1983, y eurodiputado en 1986, formando parte del Partido Popular Europeo.

En un comunicado, González lamentó "profundamente" la muerte de su antecesor, del que dijo que fue un "gran servidor del Estado en momentos muy difíciles" de la historia de España. A su juicio, fue "un hombre honesto que puso por encima de todo el bien común y la salvaguarda de la libertad y la democracia, recién conquistada en nuestro país", y "practicó la política con mayúsculas e hizo un ejercicio de lealtad con el Estado por encima de posiciones partidistas en todo momento, especialmente cuando abandonó la política activa".

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