Antonio Hernández Rodicio
'Borraxeira' política
de San Jerónimo
POCOS meses antes de las elecciones catalanas de 2010, el entonces líder de la oposición, Artur Mas, comentó en un almuerzo con periodistas en Madrid que la independencia estaba fuera de su agenda porque la mayoría del pueblo catalán aún no la apoyaba. ¿Qué ha pasado en estos dos años para que cambie de opinión? La crisis económica le obligó a recortes y ajustes muy severos ante la espectacular caída de ingresos.
El PP, que un año después ganaría las elecciones generales por una abrumadora mayoría absoluta, le aplaudió ese ejercicio de austeridad, le prometió un trato singular para Cataluña e incluso le permitió, con su abstención, aprobar los Presupuestos de 2011 y 2012. Ahora, asfixiado social y económicamente y defraudado por la actitud de Rajoy, que no estaba dispuesto a ir más allá de revisar el modelo de financiación autonómica, CiU dio a su reivindicación del Concierto económico una deriva independentista.
La ruptura se produjo en el último Consejo de Política Fiscal Financiera, al que Cataluña no asistió tras quejarse en otro anterior el consejero de Hacienda catalán, Andre Mas-Colell, de un trato vejatorio por parte del ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro. "Nos ha tratado como criaturas", dijo entonces.
La última Diada, que superó el millón de personas en la calle, era la manifestación mayoritaria que estaba esperando Mas para reclamar públicamente la creación de un Estado catalán. Así, como primer abanderado del independentismo, llegó ayer Mas a la entrevista en La Moncloa para intentar forzar la concesión del Concierto económico. Ni que decir tiene que Rajoy le respondió que no, que esa fórmula cuestionaba el marco constitucional y que "sólo puede ser decidida por el conjunto del pueblo español representado en las Cortes Generales".
Todo muy previsible por ambas partes. Mas se marchó decepcionado -o quizás no tanto- por la pérdida de una "oportunidad histórica", y siguió adelante con la hoja de ruta diseñada por su partido al dejar entrever que anunciará el adelanto de las elecciones catalanas en los próximos días. De hecho, el encuentro con Rajoy se pude considerar como el primer acto preelectoral de Mas.
En una situación electoral muy desfavorable para los partidos en el poder por la crisis, CiU parece tener garantizado el respaldo de una amplia mayoría de catalanes, sobre todo si convierte, como es previsible, los comicios en una especie de referéndum sobre la independencia. El PSC, que podría servirle de contrapunto con un catalanismo no independentista, está asumiendo ya el papel de víctima propiciatoria por la ambigüedad de sus dirigentes. Además, aunque no logre finalmente el Concierto económico, un Mas reforzado electoralmente estaría en mejor disposición de arrancarle al PP el trato singular que le prometió en su día.
Que Mas vaya más allá tras ganar las elecciones, dependerá muy mucho del Gobierno, pero también del principal partido de la oposición, así que hizo bien Rajoy en llamar al líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, tras su reunión con Mas. Para "conllevar el problema catalán", no basta con la mayoría absoluta del PP en el Congreso. Esto no lo va a poder solventar con un puñado de decretos.
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