La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Elecciones en cataluña
IMPOSIBLE predecir qué ocurrirá hoy cuando los catalanes acudan a las urnas, pero hay un dato absolutamente constatable: Artur Mas no tiene quien le quiera, ni siquiera sus compañeros de candidatura. Los periodistas que tienen oportunidad estos días de cambiar impresiones con dirigentes catalanes de distinta "sensibilidad" se encuentran con la sorpresa de que es unánime la afirmación de que de ninguna manera votarían a Mas para la presidencia del Gobierno autonómico.
Lo dicen incluso algunos de quienes comparten lista electoral con el actual presidente de la Generalitat, que aseguran además que incluso en el caso de que Junts pel Sí se encontrara en condiciones de gobernar, bien por un resultado muy superior al que le auguran las encuestas, bien por el apoyo que puede recibir de la CUP, no es la persona adecuada para llevar adelante el proceso independentista. Demasiado de derechas, demasiado ególatra, demasiada corrupción en su entorno, demasiados saltos en el vacío, demasiada ambición y demasiados cambios en su trayectoria que lo convierten en un personaje no creíble.
A todo ello hay que sumar errores importantes de estrategia: impuso la lista unitaria en la que estaba obcecado desde hacía más de un año. Quería compartirla con ERC, probablemente porque temía que en caso contrario éste podía acumular más votos y escaños que CiU, hoy convertida en Convergencia porque ha perdido la U en el camino: Duran i Lleida es nacionalista pero no independentista. Oriol Junqueras, líder de ERC, se avino a compartir aventura con Mas en Junts pel Sí, Juntos por el Sí, formando candidatura con otras personalidades o formaciones menores que desean también una Cataluña desgajada de España. Pero Junqueras logró que esa lista no estuviera encabezada por Mas, desplazado a la cuarta posición.
El día de la presentación pública se advirtió que Mas era el candidato a la presidencia, pero pronto surgieron voces discrepantes, empezando por quien encabezaba esa lista, el ex eurodiputado de Iniciativa per Catalunya Raül Romeva, al que faltó tiempo para abrir el melón de la duda: Mas no tenía por qué ser considerado el candidato seguro a la presidencia y, aunque a Romeva lo obligaron a hacer manifestaciones a su favor a las pocas horas, pronto fue un secreto a voces en Cataluña que él aspiraba a ese puesto si Junts se encontraba en condiciones de gobernar. Es más: a medida que ha avanzado la campaña, el ex eurodiputado de IC-Los Verdes ha visto cómo su imagen se iba potenciando en detrimento de un Mas que ha aparecido excesivamente gritón e intolerante en sus mítines y apariciones públicas.
Desde la CUP, formación extremista y radical en su independentismo, reiteraban, incluso cuando no se les preguntaba, que jamás apoyarían un gobierno presidido por Mas. La impresión era que preferían que gobernara una opción no independentista antes que ver su continuidad en el despacho de la Generalitat. Desde la plataforma Catalunya Sí que es Pot -que engloba a Podemos, Iniciativa per Catalunya Verds, Esquerra Unida i Alternativa y Equo-, aparte de que se declaran contrarios a la independencia, también mantienen una posición de rechazo hacia Mas.
Pablo Iglesias, que se ha volcado en la campaña catalana, igual que Mariano Rajoy o Pedro Sánchez -Albert Rivera se encuentra en su tierra-, dice claramente que su predicción es que Junts pel Sí no tiene futuro, se romperá en cuanto se celebren las elecciones, y él buscará la manera de llegar a algún acuerdo de fusión de la izquierda con personas procedentes de Junts. Le gustaría que el pacto incluyera al PSC, que según las encuestas ha salido reforzado de la campaña imaginativa de su candidato Miquel Iceta, después de unos años en los que los socialistas habían alcanzado el punto más bajo de su historia.
Iceta, que no es ningún recién llegado a la política, pues ha sido durante años diputado en el Congreso, conoce a los nombres más relevantes de la política española y muy bien su partido, en el que ha ocupado cargos orgánicos tanto en el PSOE como en el PSC. No le hace ascos a la presidencia. Es más, dice públicamente que le encantaría ser el presidente de una Cataluña que deje definitivamente atrás su hoja de ruta independentista e inicie una etapa basada en diálogo y en una nueva Constitución que abra la posibilidad de una España federal en el que se sientan cómodas las distintas comunidades autónomas. Pero lo relevante es que no responda con un hipócrita "no me lo planteo a no ser que gane las elecciones" cuando se le pregunta si aceptaría ser presidente con el respaldo de una coalición de partidos.
Iceta sí aclara, sin embargo, que no formará parte jamás de un proyecto independentista, lo que impide recuperar la fórmula de tripartito de Maragall, origen de la fuerza independentista de ERC. Se abre así la puerta de un pacto de partidos constitucionalistas, Ciudadanos, PSC, PP y Unió. Porque los últimos tracking -encuestas diarias no publicables- dan entrada a la formación de Duran en el Parlament.
En buena ley, si efectivamente hay posibilidad de sumar votos suficientes para detener a los independentistas, la presidencia del nuevo Govern debería ocuparla el número uno de la lista más votada, que podría ser Ciudadanos y, por tanto, Inés Arrimadas. Si se diera ese escenario, y seguimos en el terreno de la especulación pero es el escenario en el que los dirigentes catalanes se mueven desde hace un par de meses calculadora en mano, en los acuerdos entre partidos se pacta también el nombre de quien es capaz de ser aceptado por todos, y en este momento es Iceta el que centra las miradas.
Incluso del PP, que nunca actuaría como el PSOE cuando dice que jamás pactará con PP ni con Bildu, frase poco afortunadamente de Pedro Sánchez que incluso fue criticada por Felipe González por colocar al mismo nivel un partido democrático con otro que apoya o apoyaba a una banda terrorista. Albiol, que también ha logrado con su campaña dar un empujón a su partido en las encuestas, aunque falta la reválida de las urnas, es de los que piensan que con tal de bloquear la ola independentista es aceptable apoyar a un presidente socialista si hay acuerdo de los partidos que defienden la legalidad y la Constitución.
La única certeza es que Cataluña está dividida en dos en lo político y en lo social. Y con una evidencia, a poco que se indague sobre cómo respira la clase política: derecha e izquierda, independentistas y los que defienden la españolidad, consideran que Mas no es la persona indicada para presidir la Generalitat. Ni siquiera los suyos demuestran el más mínimo entusiasmo.
También te puede interesar