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"He tenido que volver a aprender a andar, a comer, a vocalizar"

Estrella Morente. Cantaora

Fue una de las grandes apuestas de Enrique Morente. En ella tenía el cantaor depositadas todas sus esperanzas por la fuerza que hay en la voz de la hija. A ella le enseñó la esencia del flamenco, la necesidad de acudir a los clásicos. Y por ese camino ha ido la cantaora en los últimos tiempos. Ahora quiere asumir los riesgos que asumía su padre: la grandeza de crear.

"He tenido que volver a aprender a andar, a comer, a vocalizar"
Jesús Arias

08 de abril 2011 - 10:21

Esta noche se presenta en los cines de toda España la película Morente. El barbero de Picasso, de Emilio Ruiz Barrachina, el último testimonio vivo de ese monumento al cante que era Enrique Morente, fallecido el pasado 13 de diciembre, cuando estaba en la cúspide de su carrera. Su hija, Estrella Morente, tan unida a él, ha tenido que aprender a vivir sin su principal guía.

-¿Han visto ya la película?

-No. Estuvimos en el estreno en el Festival de Cine de Málaga para apoyarla, pero no nos hemos visto con fuerzas. La verdad es que éste es un momento muy difícil para nosotros porque todo está muy cercano y muy reciente.

-En ella se ve a un Morente muy vivo, muy luchador, muy bromista...

-Como era él siempre. Estaba en un momento importantísimo de su carrera como profesional y como persona. Había alcanzado un nivel superior de sabiduría, se nos escapaba de las manos. Era la persona más humilde del mundo siendo el más grande. Siempre estaba con algo nuevo entre manos, además de lo que estuviera haciendo en ese momento. Para mí se ha ido un genio.

-¿Cómo se sintió en Londres, en su reaparición sin él?

-Pues como alguien que tiene que volver a aprender a andar, a comer, a vocalizar. Me sentí como en ese primer momento de inicio de la vida. Para mí comenzaba otra vida. Si hay algo de lo que siempre hablábamos era de los recitales, de dónde veníamos y adónde íbamos. No hay manera de definir ese momento. Pocas veces en la vida sentiré yo por nadie lo que sentía por mi padre.

-Imagino que el proyecto en el que estaban trabajando juntos, su próximo disco, quedó aparcado. ¿Qué va a pasar con él ahora?

-Mi padre llevaba muchos proyectos adelante al mismo tiempo. Era un abanico tan extenso, con tantos colores diferentes... Tenía tanta fantasía que era un regimiento él solo. Estaba lleno de fantasía. Llevaba el disco de mi hermana Soleá, de mi hermano Kiki, obra de teatro, cortos. Tenía mil cosas. El disco conmigo ya está prácticamente terminado. Lo único que necesito son las fuerzas para publicarlo.

-¿Cómo se llamará?

-Aún no lo sé. Es de las muchas cosas que se han quedado ahí, en la cuerda floja. Un título posible es Autorretrato. Últimamente me ha dado por pintar, y él me sugirió que hiciese yo la portada. Nada serio. Sólo expresar lo que uno siente.

-Todos los que criticaban las ideas de Morente han tenido que callarse ahora, porque está en otro nivel, como Lorca, Falla, Camarón...

-Supongo que habrá gente para todo y habrá gente que comprenda inteligentemente la labor que ha fraguado dentro y fuera del mundo de la música y del arte y habrá otros que no sean tan humildes ni sinceros con ellos mismos. Desde luego, lo que he percibido en todo el mundo es un sentimiento de pérdida. No me he encontrado ni un solo comentario negativo. Hasta a los malos, como dice usted, se le han saltado las lágrimas.

-En su gira por Europa en estos meses, estuvo en casa de Mozart. ¿Qué sintió allí?

-¡Madre mía! ¡Madre mía! Yo, como músico, me siento una auténtica privilegiada de poder visitar Austria, de pasear por allí, donde la música se respira por las calles, esa otra sensibilidad. Le aconsejo a todo el mundo que visite la casa de Mozart. Estuve también en los apartamentos imperiales de Sissí, que es un personaje muy goloso para las niñas cuando éramos pequeñas. Pero yo lo que quería era ver la casa de Mozart. Me sorprendió la humildad con que vivía la familia. Allí estaban la cuna, aquellos tablones de madera, el clave para ensayar. Todo te da a entender que no eran gente enloquecida, la música se huele en esa casa. Mozart, siendo tan agasajado en su tiempo, te hace notar el sacrificio del músico.

-¿Quién se hará ahora cargo del legado de Morente, de sus experimentos, de sus búsquedas, usted?

-Yo, hasta hace muy poco tenía mucha necesidad de hacer mi carrera de una manera "seria y respetable". Pensaba que iba a seguir así mucho tiempo, aprendiendo cantes, haciendo oficio, basándome en la raíces, en lo clásico. Hasta ahora. Voy a empezar a caminar en el alambre sin red. Como él.

-Defina a su padre en una palabra...

-En dos: único, Morente.

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