"El vino de calidad no es un negocio de especulación"
-A Enrique Forner, su padre, creador de Marqués de Cáceres, se le considera el reinventor del Rioja.
-Cuando mi padre llegó en 1970, los vinos de Rioja no eran lo que son hoy. Él venía de Francia y le sorprendió encontrar vinos marcados por el roble. Su huella fue crear modelos de corte francés, con crianzas más cortas en barricas nuevas y envejecimiento en botella. Quiso dar protagonismo en los vinos a la fruta carnosa para brindar elegancia. Era otro concepto, por eso se le considera el renovador del Rioja.
-Es nieta de exiliados. Usted nació en Francia, un país que le ha dado mucho a su familia.
-Mi abuelo viajaba para exportar y en él se despertaron inquietudes, pensaba que España tenía que abrirse al exterior. Su compromiso hacia un ideal entonces a contracorriente se tradujo en décadas de exilio para toda la familia y en la pérdida de su patrimonio en España. Somos el resultado de una fusión entre Francia y España. De hecho, en Burdeos a mi padre se le llamaba el español y en Rioja el francés. En realidad, la única patria de mi padre fue el vino.
-Eran valencianos, pero su padre escogió Rioja para crear su vino.
-La Rioja tiene una relación con Burdeos a raíz de la filoxera de 1863 y fueron necesarios 30 años para superar la plaga. Esto contribuyó a consolidar la viticultura en España y, en concreto, en La Rioja. A finales de los 60 mi padre empezó un estudio de las zonas vinícolas de España. Visitó algunas de ellas con el enólogo Emile Peynaud, entonces el más reputado y respetado. Ambos vieron que La Rioja ofrecía un gran potencial y determinaron que sin duda era el lugar idóneo para poner en práctica su proyecto. Siguiendo la escuela de vinificación de Burdeos, nuestros vinos marcaron un nuevo estilo.
-No hay muchas mujeres al frente de grandes bodegas en España. ¿Se defiende bien?
-Lo más difícil es compaginar la casa, los hijos, los viajes… En definitiva, la vida familiar y laboral. Son muchas facetas que se añaden a nuestra actividad profesional. Además, es vital tener capacidad de trabajo, adaptación constante y automotivación para seguir adelante.
-¿Cómo se incorporó a la bodega?
-Estudié en Burdeos, hice prácticas allí y mi padre me propuso sumarme a la bodega, que estaba entonces a la conquista de nuevos mercados de exportación. Era un reto y lo acepté.
-Es enóloga por estudios y por sangre...
-Mi padre ha sido mi maestro. Soy la cuarta generación de este apasionante mundo. El vino era la inquietud familiar y la conversación habitual. Siempre fue una opción básica. Mi padre siempre decía que si el vino no es un gran vino, de nada sirve vestirlo bien. Él me despertó la curiosidad y la agilidad mental para imaginar y crear.
-Exportan a 120 países. ¿Cómo se crea una marca de esa dimensión?
-De un planteamiento a largo plazo y mucho tesón. Hemos logrado el posicionamiento internacional de nuestra marca a partir de un sinfín de experiencias. Nuestra marca tiene continuidad porque nunca ha defraudado.
-Defina el Marqués de Cáceres.
-Citando a Lord Byron: "El vino consuela a los tristes, rejuvenece a los mayores, inspira a los jóvenes y alivia a los deprimidos del peso de sus preocupaciones". Detrás de cada botella hay mimo, sacrificio y preocupaciones. Hemos querido hacer un vino para disfrutar. Nuestros vinos son como un ser vivo que anima ambientes y personas. Buscamos proporcionar felicidad.
-¿Cuál es su filosofía?
-Una dedicación absorbente, un afán de superación. La trayectoria de mi familia resultó admirable y me contagió su motivación. El vino ha sido y es el motor de nuestras vidas.
-¿No ha habido una saturación de oferta y un exceso de intrusismo? ¿no cree que el vino ha vivido su particular burbuja?
-Cuando hablamos del negocio del vino de calidad hay que saber que no es un negocio de especulación. Es un negocio a largo plazo y muy profesional en contacto más estrechamente con la bonanza de la naturaleza y no tanto con la bonanza de la economía.
-¿Cómo ve la imagen de los vinos españoles en el mundo?
-El dinamismo de la internacionalización de las bodegas españolas se inició a partir de los 80. Si nos comparamos con Francia e Italia, cuyas exportaciones empezaron por 1900, se ha recorrido mucho camino en muy poco tiempo. Hemos crecido, entre otras cosas, aprovechando el tirón y el éxito de nuestros elementos culturales que lograron crear un arte de vivir: gastronomía, moda, arquitectura, cine, deporte…
-¿Cómo percibe el futuro del negocio, la relación de las generaciones más jóvenes con el vino?
-Nuestro sector tiene que concebir una comunicación más asequible y divertida para atraer a los jóvenes consumidores. Estoy convencida de que, si sabemos ganar su curiosidad, serán unos grandes embajadores de los vinos de España por el mundo.
-¿Cómo ve Marqués de Cáceres en el futuro?
-Creando valores sostenibles para nuestros clientes, añadiendo dinamismo a los nuevos proyectos. Nuestro afán es seguir siendo un referente en el mundo de los vinos de calidad españoles.
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