"Los trasplantes dependen de los sentimientos más nobles"
José Pérez Bernal | Especialista en Medicina Intensiva-UCI
A sus 68 años, el doctor Pérez Bernal continúa luchando para que enfermos terminales tengan una nueva oportunidad. Médico volcado en los trasplantes desde hace 40 años, el doctor Pérez Bernal atesora numerosos reconocimientos: Medalla de la Ciudad de Sevilla, Rey Melchor en la Cabalgata de Reyes, Médico Ilustre por el Colegio de Médicos. Una calle lleva su nombre en Sevilla y en diciembre de 2017 fue elegido como uno de los 25 embajadores de la Medicina Española. Ante todo afirma que su mejor currículum es la vida de las personas por las que ha luchado. Hijo de maestros, casado con la doctora Pilar Camacho, destacada pediatra, es padre de dos hijos, Daniel y Pilar; y abuelo.
-¿Cuántos pacientes ha visto en su trayectoria?
-Durante mis 43 años en la UCI del Hospital Virgen del Rocío he atendido a miles de personas enfermas en estado crítico y a sus familias. He tenido el privilegio de vivir el nacimiento de las Unidades de Cuidados Intensivos y de todas las tecnologías de vanguardia que surgieron para luchar por la vida, desde la ventilación mecánica hasta los ventrículos artificiales. Me enamoré de los trasplantes en 1978.
-En los hospitales hoy se habla mucho de la necesidad de humanizar las UCI. ¿Qué opina?
-Siempre intenté transmitir confianza, lucha y esperanza, tanto al enfermo grave como a su familia. Fui pionero en el concepto de Humanización en la UCI lo que, hace años, me provocó muchos problemas internos.
-¿Por qué?
-A muchos profesionales estorbaba cualquier humanización en la UCI, donde primaban los tratamientos agresivos, la frialdad de la tecnología y la separación de la familia para salvar la vida del enfermo grave. Ya se ha comprendido que la asistencia de calidad en una UCI no está reñida con la humanización. Puedo afirmar que la clave del éxito de una UCI reside en la enfermería y en el trabajo en equipo. La humanización es hoy un logro.
-¿Cómo fueron sus inicios en trasplantes?
-Cuando llegué a la Coordinación de Trasplantes había muy pocos donantes de órganos en Sevilla. Andalucía estaba en la cola, en el puesto número 15 entre todas las comunidades autónomas. Me chocaba que las pocas noticias que surgían sobre trasplantes no elogiaban la solidaridad de los ciudadanos. Siempre eran eufóricas y mostraban la vanidad de políticos y algunos hospitales.
-El sí a la donación fue aumentando. ¿Cómo?
-Yo veía cómo morían muchos enfermos en la UCI que se podrían haber salvado si hubieran tenido un donante. Esa rabia se convirtió en el motor para fomentar la solidaridad en Sevilla, una sociedad muy generosa pero con un corazón bloqueado por miedos, prejuicios, desconfianza y supersticiones con falsa base religiosa. Hubo que convencerla de que la solidaridad salva muchas vidas con las donaciones de órganos, sangre y médula.
-¿Cuál es la clave?
-Para aumentar la solidaridad y las donaciones: la información. Saqué el hospital a la calle, acompañado por los auténticos protagonistas en trasplantes: los donantes y trasplantados. He superado las 1.900 conferencias y recorrido 94 pueblos.
-¿Le ayudaron?
-Tuve que llamar a muchas puertas y algunas tardaron en abrirse. Hace 25 años la ayuda del cardenal Amigo fue decisiva con numerosos gestos a las donaciones y con su carta pastoral No te lleves al cielo lo que necesitamos aquí. Nos abrió las puertas de las hermandades y el corazón de cientos de miles de andaluces que ya han captado que "la donación de órganos es un acto sublime de amor al prójimo" (papa Francisco).
-¿Sus aliados?
-Los periodistas se convirtieron en nuestros grandes aliados. Captaron que para cambiar una mentalidad reacia a las donaciones la mejor estrategia es contar historias reales y muy humanas. Recibí muchas críticas internas de los que después me imitaron. En los momentos difíciles, tras la muerte de un ser querido, deciden los sentimientos. Los trasplantes dependen de los sentimientos más nobles de las personas.
-Hoy Sevilla y Andalucía se encuentran a la cabeza.
-Se está cumpliendo un sueño: Sevilla ahora es puntera en donaciones a nivel nacional y sus cifras de trasplantes son impresionantes.
-¿De qué se siente más orgulloso?
-Siempre he presumido de que mi mejor currículum es la vida de las personas por las que he luchado. De tardar una eternidad en atravesar los pasillos del hospital cuando salía de la UCI, al pararme los compañeros, pacientes y familiares. Sólo me ha ganado en ese ranking de popularidad y afecto el doctor José Sánchez Gil.
-Una calle lleva su nombre y atesora medallas.
-También me siento orgulloso de la Medalla de la Ciudad de Sevilla que recibí en 2007, junto al doctor Ángel Bernardos y de la calle que han puesto con mi nombre en el Distrito Sur, junto al Hospital Virgen del Rocío. Orgulloso del primer monumento a los donantes de órganos en España, de las 50 calles, plazas glorietas o parques dedicados a ellos. Me inventé esta iniciativa para rendir homenaje a los héroes anónimos.
-Su familia ha tenido que adaptarse a sus horarios eternos.
-Las familias de todos los profesionales de los equipos de trasplantes tienen un mérito increíble. Nuestras familias son las grandes sufridoras de un trabajo totalmente vocacional, muy sacrificado y sin horarios.
-¿Su sueño?
-Mantener las campañas de concienciación sobre las donaciones, pues la solidaridad es muy frágil; conseguir que las personas trasplantadas recuperen su calidad de vida; y lograr que muchas mujeres trasplantadas, a las que se les prohíbe la maternidad por el riesgo que conlleva para sus propias vidas, puedan ser madres.
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