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Thomas Erikson: "Donald Trump es un narcisista de libro"

Thomas Erikson | Experto en lenguaje corporal

El experto en lenguaje corporal acaba de lanzar 'Rodeados de narcisistas' (Planeta)

Analiza este tipo de personalidades, sus herramientas de manipulación y ofrece las claves para huir de ellos

El experto en lenguaje corporal Thomas Erikson. / Carlos Ruiz B. K.

Con Rodeados de idiotas (Planeta), Thomas Erikson (Suecia, 1965) consiguió vender 10 millones de ejemplares en todo el mundo analizando los comportamientos de los que nos rodean, tratando de entender las personalidades de cada uno y dando las mejores pautas para convivir. Ahora regresa con Rodeados de narcisistas, en la que el especialista radiografía a este tipo de sujetos, sus herramientas de manipulación y las claves para huir de ellos. No es fácil. El egocentrismo se cotiza al alza.

–¿Hay más idiotas o más narcisistas a nuestro alrededor?

–Idiota es un término irónico que uso en mi libro para describir a cualquier persona que no es uno mismo; cuando uno no entiende a otro, piensa que es idiota. El calificativo narcisista es, en realidad, un término clínico que define psicológicamente a alguien. Diría que hay más idiotas que narcisistas, aunque a veces son la misma persona.

–¿Es cierto que existe más gente encantada de conocerse que nunca?

–Efectivamente se podría decir así: Qué suerte has tenido de haberme conocido. Es un rasgo del narcisismo, por lo que podría decirse así absolutamente.

–Si las redes sociales y el individualismo son potenciadores del narcisismo, ¿estamos destinados al fracaso como sociedad?

–Sí, efectivamente es la cara oscura del mundo occidental; en otras partes del mundo, en cambio, se enfatiza el derecho de los individuos al triunfo. Tenemos que cooperar entre nosotros, aprender a comunicarnos, prestar atención a los demás, ser respetuosos con otras opiniones y necesidades… Cuando eso se olvida y solo se trata del yo, yo y yo, entonces vamos hacia el desastre. Esto lo veo mucho en las redes sociales, y es algo terrible.

–¿Qué personaje histórico diría que fue o es un narcisista de manual?

–Para empezar, hay que recordar el mito de Narciso, que se vio reflejado en las aguas y se enamoró de sí mismo. Hoy vemos que lo común son los selfies constantes y te das cuenta de que muchas personas se miran a si mismos. No disfrutan de la compañía, sino de su propia imagen. 

Cuando voy a Estocolmo y veo a la gente con los patinetes eléctricos yendo como locos y les dices que no pueden ir por las aceras, te gritan y les da igual; todo el mundo lo hace y es un gran caos, algo que no veíamos hace veinte años. El yo tengo derecho a hacerlo y tú tienes que apartarte de mi camino es un comportamiento bastante negativo, muy infantil.

Respondiendo al personaje histórico, el más famoso actualmente probablemente sea uno que está en la carrera presidencial en Estados Unidos: Donald Trump. Es totalmente un narcisista de libro. Si escuchamos una entrevista suya, solo habla de sí mismo el 99% del tiempo. Lo interesante es que ha creado una industria multimillonaria, por lo que es un hombre competente ys una personalidad compleja. Desde luego, es un narcisista.

–¿Los narcisistas juegan un papel fundamental en que los ambientes tóxicos se propaguen antes que los positivos?

–Totalmente. Son el entorno tóxico en sí mismo junto a los psicópatas y la gente con problemas pasivo-agresivo. Realmente son los que contribuyen a ello y, por supuesto, usan a otras personas para alcanzar sus propios objetivos. Son muy dañinos psicológicamente.  

–Su consejo, y de hecho le dedica un capítulo del libro, es huir de este tipo de personas. ¿Es imposible convivir con ellos?

–Depende de lo que tú le pidas a la vida. Si tienes una pareja narcisista, por ejemplo, habría que decir que está en la escala del narcisismo en 20 puntos, pero otros están en 40; es decir, dependiendo de dónde nos situemos en la escala, él o ella querrá utilizarte, quizá te robe, te insulte o te maltrate… Si no te importa que te utilicen como a una esterilla, entonces podrás vivir con esa persona. Si te valoras lo suficiente –y lo espero– tendrás que hacer algo al respecto. Si te sientes mal, algo malo está sucediendo y, por tanto, tienes que cerrar esa cadena negativa porque esas personas son malvadas y nunca cambiarán.

–En otra capítulo reflexiona sobre que el narcisismo disminuye conforme pasan los años. ¿El tiempo es el mejor aliado?

–Mucha gente en el planeta, efectivamente, va bajando el ritmo según envejece. Es como la testosterona. Pero, aun así, los depredadores son depredadores. Sin embargo, puede mejorar con la edad, aunque puede ser demasiado tarde para nosotros.

–¿Un narcisista puede darse cuenta del reguero de víctimas que deja a su paso?

–Lo creo. Creo que saben exactamente lo que están haciendo, pero a veces intentan darle la vuelta a la tortilla y te culpan a ti. Lo saben, pero les da igual. Puedes gritar, llorar o sentirte mal, pero ese es tu problema, no el suyo. No les importan los demás, por lo que son completamente conscientes de lo que hacen. De hecho, se felicitan a sí mismos por sus compartimientos negativos.

–¿Es la manipulación el mejor arma que tienen este tipo de perfiles?

–La manipulación puede significar muchas cosas, es un método amplio para controlar a otras personas. Hay muchas formas de manipular: por ejemplo, rebajarles, hacerles de menos o mentir. Pero sí, efectivamente todos son manipuladores.

A veces me parece que hay una especie de manual del narcisismo circulando por ahí porque todos tienen, más o menos, la misma manera de actuar. Todos los gatos, cuando ven un ratón, saben lo que hacer, es algo innato; no hay que decirles qué deben cazar a un ratón.

–¿Qué pasa si no nos damos cuenta de que un ser querido es un narcisista?

–Los narcisistas tienen familia. Evidentemente, es una situación muy dañina. Me he encontrado con casos donde la madre, el hermano o el hijo eran narcisistas y eso es muy doloroso. Aun así, si puedes, deberías poner distancia, aunque entiendo que debe ser difícil e incluso imposible. Pero una vez más: vales más que eso y te tienes que preguntar hasta qué punto tienes que preservarte.

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