"El teatro, a pesar de ser una gran mentira, es lo único que es verdad"

paloma san basilio. Cantante

"El teatro, a pesar de ser una gran mentira, es lo único que es verdad"
"El teatro, a pesar de ser una gran mentira, es lo único que es verdad"
Charo Ramos

02 de noviembre 2013 - 01:00

Paloma San Basilio se retira de los escenarios, las grabaciones y las giras tras cuatro décadas de éxitos y más de 30 álbumes en el mercado. La protagonista de musicales como Evita, El hombre de la Mancha o My fair lady, madrileña criada en Sevilla entre los ocho meses y los ocho años, pasa ahora buena parte del tiempo en su casa de Zahara de los Atunes (Cádiz), volcada en su afición por la pintura.

-Sus admiradores no entienden por qué se despide de los escenarios en su plenitud vocal y física.

-Hay quienes piensan que es el público quien te retira pero yo soy partidaria de marcar los tiempos. Tras cuarenta años sobre los escenarios quiero irme con los teatros llenos, cuando la voz está bien. Y a partir de ahí dedicarme a otras aventuras y disfrutar más de mi hija Ivana y mis nietos Neo y Alma. Quiero pasar parte del año con ellos en Los Ángeles. Ya me perdí mucho de mi hija y no quiero que me pase lo mismo con mis nietos. Ser abuela es una de las experiencias más gratificantes de la vida.

-La gira Hasta siempre con la que recorre España y Latinoamérica es también su particular homenaje al musical, el género que la catapultó como artista.

-Hasta siempre es una propuesta guionizada donde seguimos la evolución de una mujer que soñó con dedicarse a la música. Para mí el musical ha sido mi gran escuela, la madre de todo. El teatro, a pesar de ser una gran mentira, es lo único que es verdad, donde a partir de la nada se consigue hacer lo más sublime. Estás solo con tu gesto y con tu voz, y si no consigues emocionar no puedes escudarte en la parafernalia que a veces difumina al cantante en los grandes conciertos.

-¿Qué lecciones artísticas absorbió en aquella Andalucía de su niñez?

-Mi familia paterna era asturiana y mi madre de Madrid. No tenían nada que ver con el flamenco, que a mí me gustaba mucho. En la Sevilla de mi niñez lo oías en todo momento por el patio de luces. Mi abuela, por su parte, me llevaba a las galas juveniles para que viera a todas las artistas que empezaban a salir en el mundo de la copla. Disfrutaba tanto viéndolas mover el abanico y la bata de cola... La primera forma musical que entendí y sentí fue la copla.

-También fue alumna de Adelita Domingo, cuya academia fue una gran canteras de tonadilleras. ¿Qué recuerda de sus clases?

-Fueron decisivas para mí. Me llevaba mi hermana mayor, Mayte, que me recogía del colegio de las Irlandesas y me ponía los zapatitos de tacón. Allí, al lado del piano de Domingo, movía los brazos, taconeaba y bailaba por bulerías... era el momento mágico del día, una verdadera liberación. Desde niña sentí pasión por el baile y la expresión corporal. He hecho coreografías toda mi vida porque necesito moverme, recrearme con los brazos, con el cimbreo. Cuando voy a América siempre piensan que soy andaluza. -Cantantes como la eurovisiva Pastora Soler pasaron también por la escuela de Adelita Domingo. ¿Qué opina de las nuevas voces femeninas españolas?

-Hay una nueva hornada fantástica. Cantantes espléndidas como Pasión Vega, Pastora Soler, Chenoa, Diana Navarro, Rosa... son voces estupendas. Lo que hace falta es que el mercado las mime, les dé su sitio y les permita hacer unas carreras de largo recorrido. Porque el artista también tiene que ir creciendo con su público. Si no tiene oportunidades, si no hay un mercado para vivir con más o menos comodidad de su trabajo, es muy difícil que pueda dar de sí lo máximo. Desgraciadamente ahora no contamos con un arma fundamental que es el disco, que antes te abría muchas puertas. Ahora el cantante debe invertir mucho dinero en su trabajo, hacer prácticamente él solo la producción, el lanzamiento, la promoción...

-¿Qué hay de Evita en Paloma San Basilio?

-De ella me queda la rebeldía, el pelear por tus sueños. Evita tenía algo mesiánico pero en medio de su ambición y desmedida teatralidad le preocupaba la gente. Por eso es la bandera tras la que se esconden los populistas. Creo que a Evita sí le interesaba el pueblo y a mí, desde luego, me conmueve.

-Sin embargo, a menudo ha declarado que su personaje favorito es el de My fair lady. ¿Por qué?

-Porque Elisa Doolittle es una chica muy parecida a mí que considera que uno puede mejorar si realmente se lo propone. Dentro de su aspecto esperpéntico y su lenguaje terrible, esta florista barriobajera cree que puede ser una gran dama. Quiere mejorar para tener un espacio de dignidad. No para que los demás digan que es estupenda o encontrar un marido. Elisa quiere ser ella misma y no deja que la pisoteen. Es un personaje muy adelantado a su tiempo. Una mezcla extraña entre niña y mujer fuerte y romántica con el que me identifico y que, por eso, he hecho dos veces en mi carrera.

-Se despide como cantante y actriz en una España que atraviesa muy malos momentos económicos. Contra el desánimo imperante, ¿qué mensaje propone?

-Que no siempre debemos poner nuestras vidas en manos de otros porque está claro que el objetivo de otros no es el nuestro. Son objetivos políticos, comerciales, a veces espurios, y el objetivo del ser humano es ser feliz, trabajar y vivir con dignidad, conceptos que están a años luz. Debemos luchar por nuestras metas, y tener muy claro dónde depositamos el poder tratando de evitar que nos estafen como nos están estafando desde hace tantos años.

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