"La saeta es un juego con el silencio"

Francis Wolff | Filósofo

El filósogo francés Francis Wolff
El filósogo francés Francis Wolff / Juan Carlos Vázquez

El filósofo francés Francis Wolff (Ivry-sur-Seine, 1950) se embarcó en el colosal proyecto de definir, analizar y comprender la música. Serie Gong Editorial y El Paseo Editorial han acometido la edición en español de ¿Por qué la música?, célebre obra publicada en Francia en 2015 que intenta explicar la razón por la que un modo de expresión tan "abstracto" hace "bailar, emocionar, reír o llorar". Profesor emérito en la École Normale Supérieure de París, Wolff ha trasladado su vasto conocimiento en Aristóteles o Sócrates a la indagación del "arte de los sonidos".

–¿Por qué entonces la música?

–Es una manera de hacer varias preguntas al mismo tiempo. ¿Por qué los hombres hacen música? ¿Por qué en cualquier cultura y civilización hay música? ¿Por qué un arte tan abstracto tiene efectos tan concretos? ¿Por qué nos hace bailar, nos hace emocionar, llorar? Es lo que pretendo hacer con un método de raciocinio más o menos lógico.

–¿Y para qué?

–Para entender mejor y gozar más de la música. Porque cuando uno entiende lo que siente, siente más cosas, te emociona más. E incluso porque forma parte de la educación musical, entender mejor lo que escuchamos. Podría resumir el libro más o menos como hacía Woody Allen: todo lo que siempre quisieran saber sobre la música y nunca se atrevieron a preguntar.

–¿Qué fue primero, el baile o la música?

–En el principio de la humanidad fueron cuestiones inseparables. Y ambos no se separan de la religión. Y los tres no se separan del ritual. Y los cuatro no se separan de las imágenes paleolíticas, pues las cavernas eran el lugar del baile, la fiesta y el ritual religioso.

–¿Y el primer instrumento?

–El cuerpo, que fue también el primer destinatario de la música. La música está hecha de la vibración de las ondas que llegan a nuestro cuerpo. El sonido grave entra por la barriga y el agudo, por la parte más alta, proporcionando diferentes tipos de reacciones corporales.

–¿Cómo resultó la primera composición musical?

–Es difícil saberlo, pero creo que era una música percusiva. Y sabemos que el primer instrumento en sí mismo fue al mismo tiempo percusión y la flauta, hecha por huesos de oso.

–¿La primera música pretendía adorar a un dios o ahuyentar a una fiera?

–No lo sabemos exactamente, pero fue algo que tuvo que ver con los muertos.

–¿Qué relación tiene la música con el miedo?

–Es un modo de apaciguarlo, pues la música es un modo de ordenar el caos del mundo, ordenar lo que los acontecimientos tienen de imprevisibles en previsible. Es lo que hace el ritmo.

–¿Por qué es tan preciada la música?

–Son muchos motivos, es lo que busco responder en el libro. Hay deleites físicos, mentales, emocionales... Está la alegría, la tristeza; pero luego está también la emoción estética. Cada tipo de música insiste en alguno de esos componentes, pero los efectos concretos que puede tener son infinitos. Por ejemplo, si uno quiere mandar a los hombres a la guerra es necesaria la música; si queremos llamar a la resistencia, provocar tristeza o alegría, apelamos a la música.

–¿El destino de la música es la comunidad, es el vecino?

–En su origen era una expresión de la colectividad. Sin embargo, a partir del periodo romántico, la música es un modo privilegiado de expresión del alma solitaria. Al contrario que otras culturas, la música en nuestra civilización puede ser una expresión muy solitaria.

–¿Qué vincula la música con las matemáticas?

–Desde el siglo VI antes de Cristo, los pitagóricos pensaban que la música era la expresión perceptible de una relación puramente matemática. La octava es una relación de la largura de una cuerda. Los pitagóricos pensaban que, como todo eran números, como el orden del mundo era matemático, la mejor manera de expresar la armonía del mundo era la música.

–¿Una saeta se parece más a una suma y resta o a una ecuación diferencial?

–Creo que una saeta es autosuficiente, no necesita otro modo de expresión. La saeta es un caso extremo de cómo las letras y la música son autosuficientes incluso sin instrumentos, sin nada. Es un juego con el silencio.

–¿El ser humano es un homo musicus?

–El ser humano necesita la música exactamente igual que necesita las imágenes. Y podemos decir que nacen al mismo tiempo, en el Paleolítico. Diría que son fenómenos complementarios. Cuando uno ve una imagen, te muestra el mundo de cosas que existen sin acontecimientos, parado. La música es lo contrario, un mundo de acontecimientos pero sin cosas. Uno no necesita cosas, ni ver ni tocar. Es un mundo de acontecimientos autosuficientes.

–Uno conoce a pájaros que entonan mejor que algunos payos.

–Lo que hacen los pájaros lo percibimos como música pero para ellos es el modo de cortejar a la pareja.

–¿La mala interpretación de una banda en una plaza puede enfadar a un toro como provoca el enfado de algún torero?

–Los mamíferos, en general, no son sensibles a la musicalidad de la música, sino a la secuencia de sonidos. Les afectan las ondas, la vibración y los ruidos, pero no como música.

–El libro de Job menciona que "el miedo baila sobre la tierra". ¿Ha sentido ese baile durante la pandemia?

–Sobre todo por mis seres queridos, más que por mí.

–¿Tienen miedo las personas que se niegan a recibir la vacuna o es un exceso de individualismo?

–Creo que es una mala manera de interpretar la noción de libertad.

–¿El sentido comunitario se limita hoy a los bares?

–También en algunas fiestas. En Andalucía se aprecia en la Semana Santa y las ferias. Para los jóvenes también están los conciertos. Son de los pocos lugares de comunión, más de común que de comunitarios.

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