“Los rusos temen más vivir que morir”

Xavier Colás | Periodista

Xavier Colás, periodista.
Xavier Colás, periodista. / José Ángel García
Juan de la Huerga

07 de julio 2024 - 06:55

UN ENEMIGO PARA EL RÉGIMEN DE PUTIN. Un madrileño con nombre catalán imprime carácter desde crío. Xavier Colás (1977) puso el huevo en Moscú, donde durante 12 años retrató para El Mundo la situación del país y de Vladimir Putin de primera mano hasta que hace unos meses fue expulsado por el régimen y ha vuelto a casa. Su libro, Putinistán (La Esfera de los Libros), ha recibido muchísimos elogios por radiografiar a la perfección al zar del Kremlin.

–Para un periodista, que un dictador te expulse de su país da para ponerlo en el currículum. Y cualquier alternativa parece peor...

–Muchos colegas lo ven como una medalla; en realidad te la ponen en el culo en forma de bota militar, no una redondita y brillante. Como periodista tienes que sacrificar tu culo. Es una patada para la que estamos preparados.

–Destruyó cosas al irse de Rusia. ¿Es espía?

–No, eran de otra gente. Temo más por ellos que por mí. Un periodista extranjero es vulnerable, pero los rusos aún más.

–¿Cuántas ediciones lleva su Putinistán? Al final don Vladimir lo saca de pobre...

–Va por la tercera. Lo que no mata, engorda; tal vez es aplicable a Putin también.

–Su colega Pilar Bonet lo definió como “líder resentido y capaz de mentir para recuperar el imperio ruso”. ¿Se le ocurre alguna virtud?

–Tiene expectativas muy bajas de la democracia y muy altas del poder imperial de Rusia. ¿Bueno? Es falsa su imagen de jefe tiránico; cierto que a veces asesina, pero salvo ese pequeño detalle, quienes trabajan con él coinciden en que no es el jefe más difícil. No es cierta su imagen de despiadado. Es muy comprensivo con la mediocridad.

–Cuentan que cuando Kruschev denunció los crímenes de Stalin alguien le reprochó: "¿Y dónde estabas tú mientras?". Preguntó quién lo había dicho y nadie contestó. "Estaba donde tú ahora, camarada", replicó. ¿Define la situación actual con Putin?

–Los rusos hoy tienen más miedo a vivir que a morir, a lo que les pueda pasar en vida que al riesgo de una guerra. Y algunos tienen más miedo a saber que a decir, por eso hay tanto silencio en la sala donde un día estuvo Kruschev y ahora está Putin.

–Con tanto opositor muerto en extrañas circunstancias sería un milagro que surgiera una corriente interna contestataria.

–De Putin diría al contrario. Ha sido muy ahorrativo a la hora de matar, reprimir y encerrar. Pero el régimen se ha hecho viejo y tiene que asustar más o destruir más vidas para que todo siga igual. El gran objetivo del putinismo es evitar el paso del tiempo.

–Hay evidencias de asesinatos de los servicios secretos rusos en España.

–El soldado ruso que huyó en helicóptero y fue asesinado en Alicante. Los servicios secretos rusos están operativos en todos lados, pero a menudo subcontratan los crímenes, como subcontratan la verdad con periodistas.

–Y nuestra diplomacia, ¿no existe o es muy discreta?

–España no está entre los países más duros con Rusia y Moscú lo sabe. Lo que debería saber el Gobierno español es que eso tampoco es una garantía de nada.

–¿Ucrania puede ser la tumba del putinismo?

–Más bien el golpe de la mano temblorosa, aquél que daba Bruce Lee y morías al año siguiente o así. La intervención de Breznev en Afganistán en 1979 fue el golpe de la mano temblorosa que sufrió Gorbachov al decretar la retirada en el 89. Ucrania puede ser el encumbramiento de Putin si le sale bien, como fue la represión de Breznev en Praga en el 68, o el golpe de la mano temblorosa para su sucesor.

"Hay algunos tics en la democracia en España que me recuerdan al primer Putin”

–¿Puede darse Ucrania por derrotada si Trump gana?

–Por destruida, no por derrotada. Alentará a Putin a ir más allá; es mucho más imprudente con las fichas bien colocadas que si las tiene mal. Está mitificado el Putin acorralado como el más peligroso; es el optimista, como en febrero de 2022: fue un desastre para su ejército y lo pagaron civiles ucranianos, como en Bucha. La elección de Trump lo envalentonará.

–Polonia y los países bálticos saben cómo se las gasta el imperialismo ruso. ¿Debería la UE hacerles más caso?

–Hay que reconocerles el liderazgo moral, los tratamos como obsesionados cuando éramos nosotros los frívolos. Hay que escuchar a los ucranianos primero y luego a los polacos y a los bálticos, porque 2022 es la prueba de que tenían razón.

–No quiero ir a la guerra con Rusia ni con nadie y acabo de pedir una hipoteca. ¿Es ése el resumen de los ciudadanos europeos?

–Ninguno deseamos la guerra ni la enfermedad, pero si estás malo, no ir al médico es suicida y si la guerra ha empezado, hay que hacerle frente. La inversión en defensa protege esas hipotecas.

–Putin es teatral en sus desmanes, no disimula. Al oír a Sánchez decir que va a acabar con la separación de poderes por decreto, da miedito...

–No es equiparable, sí comparable. Hay algunos tics en la democracia en España que recuerdan al primer Putin, como que el hecho de tener el 51% de la mayoría parlamentaria, te faculta para cosas que no están escritas en ningún sitio; es decir, la sublimación de la voluntad popular. Eso se ha hecho en Rusia, te quejas de atropellos del Gobierno y te dicen: “¿Pero quién ha ganado?”. En un país decente, el debate central tiene que estar en lo que hace el Gobierno; si se mueve hacia los márgenes, jueces, periodistas... estamos posibilitando que se salga con la suya. Y cuando ganar es demasiado fácil, ventajoso, rentable, compramos una lotería para que quien está no se quiera ir y esté más dispuesto a hacer cosas para seguir.

–¿Corre peligro España de ser Sanchezistán?

–No. Si Sánchez va a por los medios, los periodistas se van a sacar la chorra. Pero existe el riesgo de que el sistema vaya empeorando.

–Para Ayuso la libertad es poder tomarte unas cañas, ¿qué es para un ruso?

–Otro ejemplo de malentendido, la ve como un bien individual, de disfrute, de soy libre para elegir una tarta. Ya, pero si no todos tienen derecho a hacer tartas, no tomas la que quieres. Para un ruso en muchos casos es eso. Les ha faltado dar el paso de entender que la libertad de los demás es condición necesaria para la propia.

–¿Cuántas noches terminó beodo a base de vodka y bailando en cuclillas?

–Yo no soy Bourne ni 007, pero me vigilaba un espía, más bien bonachón, y a veces cenábamos juntos a las seis de la tarde. El tío me ponía ciego de vodka, yo volvía a casa como Chiquito y me esperaba el ordenador para escribir. Eran tardes muy duras.

–Él le sacaría información.

–Sólo fondo de armario...

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