"Todos queremos ser Jesús Navas"
Quique Sánchez Flores | Entrenador de fútbol
UN LOCO DEL FÚTBOL CON AIRE FOLCLÓRICO. Hijo del folclore –su madre, Carmen, y su faraónica tía Lola eran artistas– y del fútbol –su padre, Isidro, jugó en el Betis y el Madrid–, Quique Sánchez Flores recarga pilas si toca barbecho. Loco del balón, brilló como futbolista en el Valencia y ganó la UEFA como entrenador con el Atlético. Por trabajo ha conocido sitios remotos (Emiratos y China) y cercanos (España, Portugal e Inglaterra). Su última aventura fue en el Sevilla.
–Es un personaje para una entrevista de cuatro páginas y aquí el hueco es escaso. ¿Cómo calificaría su vida?
–De momento supera las expectativas. Fui criado en casa de mis abuelos rodeado de artistas y soñando con fútbol desde crío. Prácticamente se superaron todos los sueños que imaginé.
–De mozo se veía como un joven viejo. ¿Y hoy?
–Era muy calmado, no me gustaba salir, enseguida tuve pareja, mis entrenamientos y mis partidos, pasear por el parque, ir al cine... Ahora me siento en paz y con la inercia de cuando era joven. Me gusta esa vida.
–¿Está zen o, como a veces aparenta, triste?
–Triste no. Estoy muy agradecido a la vida y me levanto siempre con esperanza y una sonrisa. Me siento muy responsabilizado con mi profesión y con mis deberes familiares. Quizás nunca he sido especialmente risueño ni demuestre alegría permanente, no puedo fingir lo que no soy. Más introvertido que extrovertido.
–Extraña profesión la de entrenador: esperar el fracaso de un compañero para que tener trabajo.
–He tenido la suerte de trabajar todas las temporadas durante 20 años. Si no entreno, hago una vida mundana rodeado de naturaleza, libros, familia... porque sé que cuando arranque, esto lo voy a perder de vista. Siempre quiero que les vaya bien a mis compañeros.
–¿Cuál ha sido su etapa más difícil como técnico?
–Los últimos años han sido complicados, por eso quizás tenga fotos más alegre en otros equipos. Trabajé a corazón abierto los seis meses en el Sevilla y en la 21/22 en el Getafe, pasaban por un momento importante de su historia y les iba todo en ese proceso que yo lideraba.
El Big Data es esencial, pero el mejor es la relación entre personas, al jugador hay que conocerlo"
–Videoarbitraje, cinco cambios, Big Data para fichar... ¿Evolución lógica o nos estamos cargando el fútbol?
–Evolución lógica. Fui muy optimista cuando salió el VAR porque creía que sería un ojo de halcón y no es tan fácil. Con el fuera de juego semiautomático estamos más cerca y si reducimos supuestos con las manos, mejoraremos. El Big Data es esencial, pero el mejor es la relación entre personas; al jugador, más allá de las estadísticas, hay que conocerlo personalmente y hacerle preguntas que el Big Data no responde.
–Fue futbolista y de los buenos. ¿Con qué jugador actual se identifica?
–Salvando las distancias, porque él ha roto todos los récords, Carvajal. Hace unos 12 años me preguntó Julio César Iglesias si lo conocía, le dije que no y respondió que me iba a encantar, que del centro del campo para atrás era Chendo y hacia delante como yo. Me representa: lo da todo y hacia arriba tiene mucha facilidad.
–¿Qué tenía Reyes que lo hacía tan especial?
–No es fácil mezclar tanta abstracción como tenía él de la presión y tantas capacidades con el balón. Su lectura de juego era extraordinaria, su técnica magnífica, no sentía la presión... y de ahí su carrera, sus amistades, el cariño de la gente y todo lo que él recaudó el tiempo que estuvo en vida.
–Si le pregunto si Messi o Cristiano igual me dice que Di Stéfano, ¿no?
–Mi equipo mundial lo tengo muy claro. Alfredo es mi padrino y uno de los mejores del mundo, pero esos tiempos no los viví. Sigo el fútbol desde los últimos pasos de Pelé y yo no he visto nada igual a Messi.
–¿Pesa más el apellido Flores o ser ahijado de Di Stéfano?
–No pesa nada. El fútbol me ha tratado muy bien. Alfredo me entrenó en el Valencia y sentí el peso por ser mi padrino, pero hice dos años magníficos. Los Flores siempre me han respetado. Quise mantener el apellido de mi padre, que estaba muy orgulloso de mí, y al final mi nombre se hizo larguísimo.
–Le tocó vivir una selección perdedora. ¿Qué ha cambiado en estos 15 años?
–La formación y tecnificación de los futbolistas. En las convocatorias de los 80 y los 90, con Miguel Muñoz, Luis Suárez..., había un mixto de jugadores y a veces era difícil determinar cuál era la idea del entrenador. Después casi que da igual el seleccionador, los jugadores vienen muy formados y eso facilita mucho; Y no es sólo la absoluta: la femenina, la sub 23, la sub 21, la sub 19...
–Luis de la Fuente le reza al Cachorro. ¿Y usted?
–Tengo una forma muy peculiar de conectarme a Dios y, más que pedirle, le digo que estoy agradecido.
–¿Sufre más racismo un gitano en los 80 o ahora un negro como Vinicius?
–Es muy complicado que desaparezca porque no es que la violencia esté en el fútbol, son sentimientos de base del ser humano: ira, venganza, odio. Viene en su genética y lamentablemente algunas personas encuentran en los campos un espacio donde proferir esos insultos. Tardaremos, pero espero que se solucione.
–Su padre fue un importante futbolista del Betis pero usted nunca escondió su querencia sevillista.
–Fui socio del Sevilla porque con 13 años mi padre accedió a que mi hermano y yo fuéramos cada 15 días al Sánchez-Pizjuán. Me acuerdo de todos los jugadores.
–Dice un amigo sevillista que lo mejor del verano es que sigue usted sin equipo, por si acaso...
–Tenía claro que iba a descansar para recuperar bien. Tanto mental como físicamente ha habido mucha dedicación y afortunadamente puedo elegir cuándo entreno y cuándo freno.
–"El fútbol no perdona y hay muertes anunciadas", dijo. ¿Apuesto 100 euros a que el Sevilla baja a Segunda?
–La afición se merece no sufrir más. Todos en el club estuvieron muy cerca de mí todo el tiempo y lo hicimos lo mejor posible. Quiero que al Sevilla le vaya bien, que pueda remontar y poco a poco se vuelva a acercar al sitio que merece su historia.
–Ni en su época ni ahora casi nadie compra la camiseta de un lateral derecho, pero en Nervión todos los niños quieren ser Jesús Navas.
–Parecerse a Jesús sería de lo mejor que puede pasarle a un padre porque es muy complicado ser buena persona, humilde, responsable en el trabajo y tener el don de querer ayudar. Es muy difícil montar todo eso en alguien con una carrera tan prestigiosa. Todos queremos ser Jesús Navas.
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