“Rebajar el delito de sedición sería más transparente que el indulto”
José Manuel de Paúl Velasco, magistrado del TSJA
“Un exceso de reformas es peligroso porque siempre tiende a agravar las penas”
“Existe un desajuste entre la Justicia del sentido común y la que hacemos los jueces”
El magistrado José Manuel de Paúl Velasco se incorporará dentro de unos días a la nueva Sala de Apelación Penal del TSJA y dejará la presidencia de la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla, especializada en violencia de género, que ha presidido en los últimos 20 años. En esta entrevista reflexiona sobre la percepción de la judicatura y afirma que una reforma del Código Penal para beneficiar a los condenados del procés sería mejor, por transparente y debatida, que el indulto.
—¿Qué caso le ha impresionado mas en su carrera como juez?
Todos los que afectan a víctimas infantiles y los que demuestran una crueldad que hace pensar que el mal existe por el mal, no por un trastorno psiquiátrico o por una reacción explosiva.
Recuerdo que me costó muchísimo el caso de una curandera acusada de estafa que vendía un agua para curar el cáncer. Unos padres que tenían un hijo con un cáncer infantil ya desahuciado acudieron a ella y fue muy doloroso cuando declararon en el juicio. Contaban que, en el camino en coche de vuelta hacia su casa, pasaban por delante del hospital de Valme y el niño decía: "Adiós, adiós, hospital". Con aquella sentencia lo pasé muy mal, el borrador estaba mojado de lágrimas.
—¿Qué consejo daría a un juez que empieza?
No considerarse una persona investida de poder, no caer en la prepotencia, en la soberbia, en pensar que siempre lo hace bien. Tampoco funcionarizarse, que es un riesgo que creo que en los últimos años se está materializando. Un juez no puede ser un jefe de negociado que trabaje de 8 a 3. El juez tiene que ser consciente de en qué medida su trabajo afecta a la vida de las personas.
— Algunos creen que existe una incomprensión mutua entre la sociedad y la judicatura...
Que la sociedad no entienda a los jueces es normal porque estamos en una posición difícil de comprender, estamos constreñidos por unas normas tanto procesales, por ejemplo para la apreciación de la prueba, como sustantivas: te guste o no, si la ley dice que esto es blanco, tiene que serlo. Por ejemplo la prueba ilícita es difícil entender: si hay una prueba que demuestra claramente que Fulanito mató a Menganito pero esa prueba es ilegal y no hay otra, pues no se le puede condenar.
Al haber cada vez más asuntos de interés público sometidos a la Justicia y cada vez más medios de comunicación interesados, existe ese desajuste entre la Justicia del sentido común y la que impartimos los jueces.
—¿Ha mejorado o empeorado la apreciación social de los jueces?
Se nos ve como más normales, lo que es bueno, pero también también se polemiza mas con nosotros, ya no es valor de ley lo que digamos. Se tiende a pensar que no somos imparciales, no tanto que no seamos independientes, porque somos de ésta o de aquella ideología y eso no es verdad.
Es cierto que un juez muy de derechas no hace las mismas sentencias que un juez de izquierdas, pero la separación no es tan grande y sólo influye en determinados casos.
—¿Ciertos delitos nuevos se integran rápidamente en la jurisprudencia?
Es normal que la aplicación de las leyes sea sensible a la evolución de la sociedad, cosas que hace 25 o 40 años se veían como normales ahora son intolerables. El legislador es sensible a eso porque va creando nuevos delitos o matizando su redacción, como parece que ahora se va a hacer nuevamente en materia de delitos sexuales.
Conceptos como la intimidación ambiental ya se había manejado con anterioridad en delitos sexuales, siempre se dice que el Derecho Penal es como la lechuza de Minerva, que sale al atardecer. Siempre va con cierto retraso respecto a los cambios sociales.
—¿Eso es positivo?
Las modificaciones en la aplicación de la ley por los jueces, si son fruto de una meditación seria, son buenas. Tienen una etapa de rodaje, se van decantando poco a poco: hoy sale una sentencia novedosa y al cabo de 20 años, si había dado en el clavo, es asumida por todo el mundo.
En cambio, los cambios legislativos son más peligrosos porque se pueden decidir en muy poco tiempo si hay mayoría suficiente en el parlamento. Eso hace que sea peligroso un exceso de de reformas porque tienden siempre hacia la agravación de los delitos y de las penas.
“Las penas por sedición son excesivas”
—¿La posible reforma de los delitos de rebelión y sedición nos llevaría a un Código Penal a la carta?
Parece que la revisión de los delitos contra la Constitución iría en el marco de una reforma más amplia del Código Penal, que sería la número 32 en 25 años.
Un sector de juristas pensamos que las conductas enjuiciadas en el llamado juicio del procés no cumplían los elementos del delito de rebelión ni de sedición. Pero siete magistrados del Tribunal Supremo lo han dicho y a eso hay que estar. Muchos juristas seguimos discrepando, pero como decía un juez norteamericano: "No somos superiores porque seamos infalibles, sino que somos infalibles porque somos superiores".
La sentencia es infalible en ese sentido. Si eso es sedición, también muchas personas consideramos que las penas son excesivas.
Si se cambia la ley para estas personas, va a serlo también para todos los que en el futuro incurran en las mismas conductas. Si lo que se quiere es rebajar las penas a esos condenados, es mejor hacerlo mediante una ley que se discuta en el Parlamento, donde la oposición les diga de todo y se publiquen muchos editoriales de periódicos. Entonces habrá tiempo para afinarla y retocarla.
Siempre que se haga bien, será mejor, por más transparente y debatida, una ley que reduzca las penas que no una rebaja mediante el indulto.
—¿Conductas que antes eran privadas ahora han entrado en el Código Penal?
Cuando yo empecé a trabajar, la violencia doméstica era una falta de persecución privada. No se celebraba un juicio público, se hacía en el despacho del juez y la condena que tenía se llamaba reprensión privada, que era como una regañina del juez al acusado.
—¿El lenguaje jurídico es oscuro para distanciarse de la sociedad?
A veces el lenguaje jurídico se utiliza para disimular o oscurecer el argumento. Cuando el tema es delicado y puede ser polémico o criticado, empezamos a poner adjetivos y citas para que no resulte tan virulento. No lo creo ilegítimo, siempre que al final se entienda.
También hay una necesidad de respeto a las partes que a veces impide llamar a las cosas por su nombre.
Hoy en día, el problema es más de exceso de citas de sentencias sacadas de las bases de datos. Me parece peor que utilizar palabras técnicas que siempre se pueden buscar en el diccionario, ahora que todo el mundo lo lleva en el móvil.
—Usted siempre ha defendido la Ley del Jurado que ahora cumple 25 años
Creo que enriquece la democracia. Igual que el escaño 110 en el Parlamento andaluz y la iniciativa legislativa popular, los juicios con jurado enriquecen a la judicatura porque nos ponen en contacto con la Justicia del sentido común y aumenta la confianza de la ciudadanía en la Justicia porque comprende que estamos constreñidos por ciertas normas.
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