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"La prioridad es lograr la alfabetización tecnológica"

Emilio Ontiveros | Presidente de Analistas Financieros

Emilio Ontiveros / Jesús Martín
Pedro Ingelmo

23 de octubre 2018 - 05:00

El catedrático emérito de Economía de la Empresa de la Universidad Autónoma de Madrid y fundador y presidente de Analistas Finacieros Emilio Ontiveros (Ciudad Real, 1948) ha sido el responsable de dirigir la primera entrega de un proyecto de Fundación Telefónica para familiarizar a la sociedad con los vectores de crecimiento del siglo XXI. El resultado es una primera publicación que se ha presentado en la Facultad de Económicas de la Universidad de Cádiz dentro de las actividades del Colegio de Economistas de Cádiz.

-¿Está usted en el pánico economicista que ha seguido al anuncio de la subida del salario mínimo?

-Escucho todo lo que se está diciendo, pero la verdad es que a mí no me parece ningún disparate. Otra cosa es que me pueda parecer demasiado brusco, pero mi pregunta no es cómo va a repercutir en la empresa, sino si es bueno que un país que dice estar entre las doce primeras economías del mundo tenga mucha gente trabajando por menos de 900 euros al mes. Si se dan a las empresas facilidades de pagar 700 euros, esas empresas no tienen incentivos para competir en otra liga que no sea la de aquella de los países que tienen salarios bajos. Los países con el salario mínimo más alto son los más competitivos. Es lo que menos me preocupa del proyecto de Presupuestos.

La deriva de una parte del mundo a esta involución, los neofascismos, no tiene ningún sentido"

-¿Qué es entonces lo que le preocupa?

-A ver, la factura de estos Presupuestos no es excesiva. Los números cuadran si acompaña el contexto macroeconómico. Si se pudiera crecer como hemos crecido en los últimos años, entre un 2% y un 3%, la carta a los Reyes Magos es asumible. Si estamos por debajo del 2% es más complicado porque no se podrá aumentar el crecimiento de ingresos por recaudación. Ya recaudamos lo mismo que en 2007.

-Es cierto, en un país sin apenas sector de la construcción.

-Es que eso es un dato interesante. Tenemos el mismo PIB que hace diez años, pero ahora no tenemos vivienda. Eso quiere decir que tenemos talento para crecer con cosas distintas a construcción. Nuestro problema sigue siendo el empleo. Y uno podría pensar en todo lo que hemos mejorado porque venimos de una barbaridad, del 27% de tasa de desempleo. Se ha creado mucho empleo, aspiramos a llegar al 11% de paro, pero lo que se crea es de poca calidad y, desde luego, no creo que lleguemos a corto plazo ni a largo al 8% que tuvimos en aquellos años.

-A cambio tenemos más mundo.

-Es lo que ha tenido la crisis, que nos ha hecho mirar fuera de nuestras fronteras. Exportamos donde antes no exportábamos. No es malo estar fuera si miras, aprendes y luego vuelves.

-En ese mundo hemos aprendido que los robots hacen trabajos que antes hacíamos nosotros.

-La robótica es una revolución de gran calado. El progreso tiene que estar en beneficio de la gente, por lo que hace falta un marco regulatorio que vaya en ese sentido. Mientras el hombre no pierda el control, será para bien. La robótica me parece esperanzadora en salud, prevención de accidentes, eliminación de trabajos desagradables. Es inevitable pensar en planteamientos que eran de ciencia ficción, el aprendizaje de la máquina. No sé si una máquina se podrá rebelar contra su progenitor.

-Habla de regulación, pero por lógica el regulador siempre va por detrás de lo que sucede. Es lo que puede pasar con el uso de datos.

-En ese sentido necesitamos poca regulación pero que sea muy eficaz. Al fin y al cabo, la historia de la innovación es cómo se sortean las normas regulatorias. La utilización inteligente de los datos es una buena noticia para la economía.

-No sé en teoría económica, pero en teoría literaria hay un alto riesgo Orwell.

-La apropiación de ese progreso es un riesgo, pero está en la inteligencia de las sociedades saber evitarlo.

-Eso sí que da miedo. Sólo hay que mirar alrededor.

-La deriva de parte del mundo a estos neofascismos, a una involución, no debería tener sentido en una época de progreso acelerado como la actual y tiene su explicación en la crisis que hemos vivido. Precisamente la nueva economía de los datos es una vacuna contra las crisis económicas. En la historia de la humanidad tres de cada cinco crisis se han debido a la incapacidad de anticipar la demanda de un bien. El nuevo tiempo reduce la incertidumbre, ofrece más transparencia, reduce la intermediación...

-Reducción de riesgos, vaya.

-Le pongo un ejemplo. Hubo un tiempo en que yo dirigía una colección de libros de economía. Escogía uno que consideraba bueno y el editor lo primero que preguntaba era cuántos ejemplares debía sacar. Y yo no podía saberlo, no tenía ni idea, sólo sabía que el libro era bueno. Ahora sí puedes acotar los gustos y, por tanto, conocer las posibilidades de oferta y demanda y trabajar sobre ello. Eso tiene un enorme valor en términos económicos. El riesgo es simplemente la posibilidad de probabilizar.

-Que sirve para más ámbitos.

-Indudablemente. Al hablar de reducir riesgos hablamos de muchos más riesgos. Los historiales médicos nos van a dar posibilidades de anticipar enfermedades, por ejemplo.

-También dejamos a una parte de la población atrás. Son los nuevos analfabetos.

-Eso hay que abordarlo y debería ser una prioridad política. Recuerdo cuando nuestros mayores hablaban del franquismo y te decían "hijo, mira, que la gente sabe leer". Porque en los años 50 teníamos una tasa de analfabetismo muy importante no sólo porque no supieran leer sino porque no sabían si un huevo estaba o no podrido. Ahora es necesaria una nueva alfabetización tecnológica que incluya tener una vida social más activa en la red para aquellos que están fuera no por decisión propia sino porque no tienen los instrumentos.

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