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"El precio de la comida seguirá subiendo por el castigo al campo"

Manuel Pimentel | Editor, escritor y exministro de Trabajo

Manuel Pimentel. / M. G.

La venganza del campo (Almuzara) es el título del nuevo libro del que fuera ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Manuel Pimentel Siles (Sevilla, 1961). En este ensayo pone en negro sobre blanco la realidad de un sector, básico para la subsistencia, atacado por la clase política, que, para justificar su incapacidad responsabiliza de todos los males de la crisis alimentaria a distribuidores, agricultores, ganaderos y pescadores. Escritor, Ingeniero Agrónomo, licenciado y doctor en Derecho, diplomado en Alta Dirección de Empresas... Actualmente es editor de Almuzara y consejero sénior de BakerMckenzie.

La venganza del campo es el nombre de su último libro. Un nombre que suena muy amenazante, pero es muy real…

Un título alegórico, con connotaciones bíblicas, pero que refleja con crudeza lo que provocamos con nuestro inconsciente desatino. Queremos comer, pero castigamos la producción de alimentos y, claro, esto no funciona.

¿En qué momento alguien decidió que comerse un filete es inmoral o atenta contra el planeta?

El actual animalismo, aunque contiene elementos muy positivos, también deriva en excesos, como el concepto de alimentación ética contra la carne. Creo que comer una buena ensalada de tomate es moral. Un sabroso chuletón, también. ¿Es acaso inmoral el león cuando come gacela?

El argumentario del ecologismo ha situado en la diana a los agricultores y ganaderos a los que considera enemigos del medio ambiente.

Hemos disfrutado, hasta 2020 de la alimentación más barata de nuestra historia. La alimentación dejó de ser un problema para la sociedad, los productores se devaluaron a su vista. Los nuevos valores –positivos– de sostenibilidad hizo que los percibieran como enemigos del medio ambiente. Cuando un urbanita sale al campo le molestan los regadíos, las granjas, los silos, los invernaderos… pero después protesta cuando los alimentos, en consecuencia, suben.

El ministerio de Consumo no ha sido precisamente un aliado del sector primario.

Es un claro instigador de la venganza del campo. Provoca que los españoles coman peor y más caro.

¿Por qué cree que interesa transmitir que todos los males de la crisis alimentaria son culpa de distribuidores, agricultores, ganaderos o pescadores?

Se culpa al sector para ocultar la propia incapacidad pública de gestionar nuestra despensa. Si siguen así, se quedará vacía.

Hace poco me topé con un mensaje en una red social que advertía con una foto de que el aceite de oliva virgen español estaba más barato fuera de España que en España. ¿A qué se debe?

Son ciclos de compra. Habría que ver cuándo se compró y bajo la duración del contrato por el que se hizo. La feroz competencia de la distribución deprime los precios, no los infla.

¿Asistiremos pronto a una crisis alimentaria en España?

Asistiremos a una progresiva subida de precios. Puntualmente, por algún incidente geopolítico, algún alimento podría escasear. En Europa el campo se vengará con subida de precios, en países pobres con crisis alimentarias.

El precio de los alimentos es hoy un 10% más caro que hace un año. ¿Cree que va a seguir subiendo la cesta de la compra?

Si seguimos castigando a los agricultores y dificultando y encareciendo sus producciones, ¿qué cree que pasará? La comida seguirá subiendo. Si cerramos granjas lácteas, la leche sube. Sin clausuramos granjas de gallinas, lo huevos suben. Si impedimos los regadíos, la verdura sube. No es tan difícil de comprender. Pero lo hacemos y después protestamos por la inflación alimentaria. Pura histeria occidental.

En el reciente debate de investidura no hemos escuchado a ningún político hablar del drama que viven muchas familias para acceder a los alimentos más básicos.

No les preocupa la alimentación. Los agricultores parecen molestarles. Llegaron a eliminar las palabras de agricultura, pesca y alimentación del ministerio. Ya sabemos como termina esto. Con la venganza del campo.

Trabajar en el campo parece que ya no es atractivo para las nuevas generaciones. ¿qué podríamos hacer como país para revertirlo?

Dignificar su función imprescindible. Sin agricultura… ¡nada! Que sean valorados y no perseguidos y que puedan obtener una renta razonable. Además, acceso a servicios públicos de calidad. Los agricultores son parte de la solución, que no del problema. No luchan tan solo por el pan de sus hijos, lo hacen por el pan de los hijos de todos los demás.

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