“El positivismo es negar la mitad de nuestra realidad”

María Velasco | Psiquiatra infanto-juvenil

La doctora María Velasco.
La doctora María Velasco. / Nihao Agency

La doctora María Velasco Ghisleri es psiquiatra licenciada en Medicina y Cirugía, y especialista en psicoterapia. Trabaja desde hace 16 años como psiquiatra infanto-juvenil en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid y su labor profesional se centra en atender a los menores cuando presentan un sufrimiento psíquico. Autora de Criar con salud mental (Paidós), compagina su labor asistencial en la consulta con colaboraciones en programas de televisión y de radio, además de desarrollar un importante papel de divulgación y prevención en redes sociales.

-¿Es más difícil ser niño o adolescente hoy en día? ¿Y ser padres?

-Creo que es más difícil ser un menor hoy en día porque la infancia está invadida por el mundo de los adultos. No hay una línea que respete la infancia, que se ha invadido por la adolescencia. Ésta se ha ampliado en sus límites por abajo y por arriba. También viven una soledad enorme, el menor y los padres y madres, desbordados por una vida agitadísima. La infancia va de crear, aprender, compartir, y todo eso se está perdiendo. Además, a los menores se les está dando mucha información que no saben manejar, información adulta a unos niveles que les hace daño. Por otro lado, los adultos tenemos una vida muy ambiciosa y muy inestable a muchos niveles. No queremos renunciar a nada y eso nos hace estar en permanente búsqueda, lo que nos impide pararnos a disfrutar las cosas pequeñas que suceden en la vida, y la crianza tiene mucho de esto.

-¿Cómo se consigue una crianza sana?

-Para criar con salud mental nosotros mismos tenemos que estar bien. No perfectos, que no vamos a estarlo, porque los padres y las madres hoy en día se exigen mucho, sino bien como personas a todos los niveles. La salud mental es algo en lo que hay que invertir tiempo. Y si no tenemos salud mental no va a ser posible que criemos bien a nuestros hijos. La crianza es una relación íntima con ellos.

-¿Qué es el 'síndrome del progenitor quemado'?

-Es un progenitor que está aburrido, rabioso, que se siente impotente, solo... Vivimos en una sociedad de mercado, en la que tenemos que tener un alto rendimiento de todo. La paternidad y la maternidad han pasado a ser un trabajo más en el que cumplir unos objetivos y se espera que sea reconocido. Pero lo que obtienes es una satisfacción personal y una relación con tus hijos que merezca la pena.

"La salud mental es algo en lo que hay que invertir tiempo. Y si no estamos bien, no podemos criar bien”

-La búsqueda de la felicidad, ¿es una obsesión de los padres?

-Es una obsesión de la sociedad, que es muy narcisista y piensa que tenemos derecho a todo, que ser feliz es un derecho, no un estado temporal. Parece que todo está en nuestras manos, que el que no es feliz tiene un problema voluntario, como si fuese fácil ser feliz. A la gente le da vergüenza decir que no es feliz. Esta sociedad también nos dice que ser feliz es consumir. La felicidad nos la dan otras cosas: la satisfacción, la integridad, el sentido de la vida... cosas más intangibles.

-Vivimos inmersos en la moda del positivismo. ¿Es buena?

-Es una mentira terrible. Ser positivo implica que ves lo bueno y lo malo y a veces tienes una actitud de esperanza y responsabilidad. Tenemos que admitir el repertorio emocional que tenemos. El positivismo es una negación de al menos la mitad de nuestra realidad, que está llena de dificultades, retos, frustraciones... Es lo que le pasa a los menores: creemos que tenemos que educarlos siendo positivos, con el vaso medio lleno, pero tenemos que enseñarles a manejarse en la vida cuando el vaso está vacío.

-Los suicidios y tentativas en menores han aumentado de forma alarmante. ¿A qué se debe?

-Hay varios factores. Uno de ellos es qué pensamos que es la vida. Nuestros abuelos han pasado una guerra y no hubo consecuencias. La gente piensa que la pandemia ha hecho que esto suceda, pero el ser humano ha soportado situaciones más difíciles. Le vendemos a los niños que la vida es ser feliz y, cuando no es así, no tienen herramientas para sobrevivir. Por otro lado, los padres y las madres no pueden estar con sus hijos. Están más solos que nunca, y conectados a las redes sociales, donde absorben un mensaje adulto que también les cuenta qué hacer cuando están tristes, y eso es muy peligroso. Estamos con las soluciones rápidas a todo, y el suicidio es una solución rápida al dolor, a un dolor que forma parte de la vida, no de una depresión grave.

-Nuestros menores tienen un acceso cada vez más temprano a la pornografía. ¿Qué consecuencias tiene?

-Cuando un menor ve pornografía es como si fuese víctima de una agresión sexual y le va a dañar en su crecimiento, porque no tiene las estrategias para verlo de otra manera. Además, le alecciona y le roba la posibilidad de construir una sexualidad propia que se entrelaza con la emoción y que respeta la edad que tienen.

-¿Qué opina de la Ley trans?

-La reforma de la Ley trans invade la infancia porque trata a los menores como si fuesen capaces de decidir la identidad que tienen. La infancia y la adolescencia tienen que ser respetadas como etapas de crecimiento, no podemos pedirles que decidan nada, y menos cosas que son irreversibles. Tenemos que poder sostenerles, escucharles, hablar en tolerancia, pero todo lo que sea invadir su derecho a crecer en la infancia y la adolescencia me parece una negligencia.

-¿Tiene la salud mental el lugar que se merece? ¿Hemos necesitado una pandemia para valorarla?

-La enfermedad mental comienza a ser conocida. El sufrimiento mental es algo que empezamos a poner sobre la mesa. Esto tiene dos facetas: quienes tienen una enfermedad mental se esconden un poco menos, pero ya todo es una enfermedad mental. Esto es peligroso, sobre todo para niños y adolescentes, porque en la vida hay que desarrollar estrategias para enfrentar situaciones negativas. Conservar la salud mental es algo activo, tenemos que trabajarla, igual que la salud física. Estamos desbordados en psiquiatría, estamos fabricando más enfermos mentales de los que podemos tratar. El mensaje es claro: hay que trabajar en prevención.

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