“El niño que fui me vigila de cerca”

Rodrigo Cortés | Escritor y director de cine

Rodrigo Cortés.
Rodrigo Cortés. / Marta Calvo

UN CUENTISTA DE GRAN PANTALLA. Rodrigo Cortés (Pazos Hermos, Orense, aunque criado en Salamanca, 1973) vale igual para el roto de la gran pantalla como director de cine (Buried, El amor en su lugar...) que para el descosido de la literatura (Los años extraordinarios), amén de divertir con sus hilarantes definiciones en Verbolario y en el podcast Todopoderosos. Ahora publica Cuentos telúricos (Random House), donde lo onírico, lo fantástico y lo surrealista se entrelazan. Todo un cuentista.

–¿Aspira a vivir del cuento?

–Siempre he vivido del cuento, afortunadamente. El mundo es un lugar extraño.

–Estos Cuentos telúricos tienen mucho de realismo mágico...

–Más bien de irrealismo, según cuño de Mateo Díez. Son mágicos por poco, casi fantásticos, realistas a duras penas. En ellos puede pasar de todo, aunque no cualquier cosa.

–¿Cuánto tiempo le ha llevado recopilarlos? ¿Cuándo escribió el más antiguo? ¿Y el más reciente?

–Dos o tres son reescrituras muy ampliadas de borradores que guardaba en el desván (no tengo desván). Tres o cuatro se habían publicado en algún periódico o suplemento, aunque están muy revisados. Pero casi todos son de los últimos dos años. Me senté a escribir un libro, no a apañarlo.

–Desde el título hasta la fantasía que derrochan sus cuentos, ¿estamos en este libro ante el Rodrigo Cortés más gallego?

–Tal vez sí, la sombra de Cunqueiro es alargada. Y la de Valle, Wenceslao, la Pardo Bazán. Pero también Salamanca labra el carácter con su frío y piedra, somos lo que comemos: pesa tanto un cuento de Maupassant como una película de Simbad.

–Sería más acorde con su apellido publicar unos cuentos "cortesanos" ambientados en Versalles, rollo Las amistades peligrosas...

–Sería. Pero no será.

–Me contó cuando escribió Los años extraordinarios que no se había drogado nunca, "ni un triste porro adolescente". ¿Mantiene la costumbre pese a estos locos relatos?

–Llevo una racha tan buena que romperla a estas alturas sería una pena. Estoy a tres o cuatro años de romper el récord de un cuáquero de Pensilvania. Me siento muy motivado, la verdad.

–Las palabras más repetidas en las reseñas que se han publicado de su libro son "fantásticos" y "oníricos". ¿Están de moda las esdrújulas?

–Son plásticas, estéticas, caóticas. Son eufónicas, siempre suenan bien. Llevan tilde. ¿Qué más se puede pedir?

–En sus obras deja volar muchísimo la imaginación. ¿Es un niño de cincuenta tacos?

–No. Pero tengo al niño que fui vigilándome de cerca.

–Lo onírico y lo absurdo se entremezclan en estos relatos desestructurados. La vida misma.

–La vida es un hilo que va desenrollándose, no el plan maestro de un guionista; la literatura está entre la música y el flujo del agua, debería discurrir de forma inevitable. En cuanto al absurdo... es, supongo, mi manera de ser racional.

Niño sobre fondo azul radiante y Mujer del tiempo sobre fondo amarillo. ¿Son títulos delibesianos para relatos nada delibesianos?

–Son títulos pictóricos, nombres clásicos —casi académicos— de posibles cuadros. Muchos cuentos son un óleo sin secar.

"No podría trabajar en política, me gusta inventar, no creer mentiras; decir tonterías, no solemnizarlas"

–¿Ha definido ya en su Verbolario la palabra “telúrico” o va a aprovechar la promoción del libro?

–Lo hice el día de su lanzamiento: "Telúrico, adj. Que emerge invisible del suelo para ponerlo todo del revés".

–¿Si fuera una palabra, que significaría rodrigocortés?

–Persona sobrante. Inquietito. Idiota perspicaz.

–¿Cómo empezaría un cuento sobre la actualidad política española?

–"Érase una vez un votante que hacía como que los dirigentes se los elegían fuera...".

–Está muy a favor de escribir tonterías. ¿Ha recibido ofertas de La Moncloa para elaborar los discursos de Sánchez? O de Génova para los de Feijóo, vaya.

–No podría trabajar en política, me gusta inventar, no creerme las mentiras. Me gusta decir tonterías, no solemnizarlas.

–Aparte de este libro, ¿qué lectura recomienda para este verano?

El mar, el mar, de Iris Murdoch. El gran Meaulnes, de Alain-Fournier. O (qué grande es Goscinny) cualquiera de El pequeño Nicolás.

–"Soy Rodrigo Cortés y pido disculpas por ello". ¿Qué personaje le habría encantado ser sin sentirlo: El Cid, Sissi Emperatriz, Neymar, Javier Cansado...?

–Javi Cansado es el espejo en el que comparar cualquier madurez. Tampoco me habría importado ser el vecino de Beethoven, para golpear a veces la pared, a ver cómo reaccionaba.

–¿Cuántas veces los han regañado/criticado/cancelado por Todopoderosos, un programa de cuatro hombretones y ninguna presencia femenina?

–Cancelado, nunca. Criticado, alguna vez. Regañado, no lo sé, no presto tanta atención.

–¿Incorporaría a Óscar Puente o a Javier Milei para darle un aire macarra al podcast?

–Traeríamos trapecistas. Cuatro payasos en un circo es más que suficiente.

–¿Por qué tiene querencia por retratarse en blanco y negro en las fotos? ¿Un tributo a Bogart?

–Sale más barato y no hay que combinar la ropa. Y la gente cree que ocultas un secreto. Es un win win.

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