"Este modelo fomenta la envidia"

Xavier Pericay | Escritor y periodista

Xavier Pericay es escritor y periodista.
Xavier Pericay es escritor y periodista. / M. G.

El escritor y periodista Xavier Pericay (Barcelona, 1956) presenta hoy en la librería Verbo de la calle Sierpes de Sevilla (19:00) Las edades del periodismo (Athenaica Ediciones), un ensayo en que reflexiona con magisterio del oficio. Experto en la obra de Josep Pla, quien fue modelo del nuevo periodismo español junto a Chaves, un aire lo llevó a fundar Ciutadans de Catalunya, germen de Ciudadanos. En 2019 dejó el estrado político y en 2020 se borró del partido, otro escalón en las edades de un hombre.

–¿Y esto quién lo paga?

–Eso fue lo que dijo Josep Pla cuando llegó a Nueva York, pensó que aquello no podía funcionar solo... ¿A qué se refiere usted?

–No sé, a todo. ¿Qué es en lo primero que piensa cuando oye la frase de Pla?

–A ver… A la gestión pública, supongo. Eso lo pagamos todos; unos lo administran mejor y otros peor.

–¿Un político nace o se hace?

–Todos nacemos con una vocación, que va en los genes, pero tiene que trabajarse. En toda faceta de la vida hay que trabajar; si no, no sale.

–¿Albert Rivera nace o se hace?

–Ambas cosas. Nace con el instinto político y se va haciendo luego.

–Ciudadanos (Cs) se hace o se muere.

–Ahora no lo sé. Cs se hizo por la necesidad de que existiera un partido así. Las cosas duran lo que duran. No tengo interés en que desaparezca un partido liberal, como lo fue también UPyD, que asume ciertas conquistas de la socialdemocracia, está centrado y puede pactar a la izquierda y la derecha. Es un partido necesario, pues su espacio no lo ocupa nadie. Lo relevante es cómo se gestiona. Ahora está mal gestionado y dudo de que tenga futuro. Ojalá me equivoque.

–El bipartidismo ha muerto. ¿Viva el bipartidismo?

–Al surgir Cs y Podemos parecía que habría un cuatripartidismo, pero ahora tienen poco que hacer. Vuelve el bipartidismo. Es una evidencia, no una buena noticia. En la teoría hay grandes proyectos pero lo importante es la práctica, los resultados. Ahora, por desgracia, no son los apetecidos.

–¿Cuánto de tribal hay en la pertenencia a un partido político?

–Tiene mucho de secta. En los partidos, no sólo en Cs, hay el principio de obediencia, no hay debate interno, quien disiente es expulsado u obligado a irse. Hace falta una profunda reforma del sistema electoral y de los partidos. Los ciudadanos tienen que escoger a unos representantes que puedan disentir públicamente y que rindan cuentas.

–¿Cuánto de tribal hay en España?

–Creo que en general poco.

–¿Cuánto de tribal hay en Cataluña?

–En una parte de los catalanes y de los vascos la tribu es fundamental. Y quien no lo quiere tiene que pagarlo o irse. Una de las derivaciones maléficas del Estado de las Autonomías es el fomento del tribalismo por la competición. Si los vascos tienen unas ventajas, el resto aspira a lo mismo. En este modelo es normal que todo haya prendido, se fomenta la envidia y el agravio.

–Tengo un amigo decepcionado por haber conocido la Cataluña innovadora y culta antes de los noventa y ver la pintoresca y reaccionaria, casi carlista, de este siglo.

–Así es entre los que mandan. Pero hay gente que consigue ir al margen. Hablo de Barcelona, donde ha habido momentos de violencia y perturbaciones graves desde 2017.

–Es una pena.

–Uno pensaba que con la Barcelona y la Sevilla de 1992 le habíamos dado la vuelta al destino trágico tras la dictadura. Se acabó. Y va a ser difícil cambiarlo. Seamos realistas, llevan 40 años preparando esto. Tendrían que pasar 40 años más para reconstruirlo. No soy un iluso, ya no se puede.

–¿Habrían llamado a Pla un botifler en esta Cataluña?

–No sé, es que esas proyecciones no son...

–Mójese, por favor.

–A ver, Pla era catalanista, un nacionalista moderado. Cualquiera que lo lea sabe que era profundamente español. Creo que se hubiera asustado con lo ocurrido en 2017 y pensado que estaban locos. Sufrió la Guerra Civil y el exilio. Eso, a pequeña escala, es lo que se empieza a vivir en Cataluña. Hay hermanos que no se hablan, que no comparten una mesa en Navidad. Recuerda a aquellos tiempos.

–¿Y Pla?

–Pla vivió en Alemania las consecuencias de la derrota de la guerra y la revolución comunista. Tuvo una lección de vida y entendió qué significaba el elemento revolucionario. una revolución. Era conservador, ilustrado y sensato. Sabía que la igualdad por decreto no funciona y que el pueblo no puede estar por encima de la ley.

–¿El nuevo periodismo es antes de Pla y Chaves que de Capote y Talese?

–El nuevo periodismo es anterior al que se entiende por tal. A Tom Wolfe le ponen esa etiqueta, pero él mismo reconoció que lo que hacían ellos ya se venía haciendo hasta cierto punto en EEUU. En realidad, el gran cambio se dio con la prensa de Pulitzer y la centralidad del reportaje como género.

–Con la turra que dieron con Capote…

–Lo que él hace es tergiversar la realidad. El periodismo es relatar lo que ocurre y Capote fue infiel a esa máxima. La literatura, aunque esté basada en hechos reales, quiere superar la realidad, aunque difiera de lo ocurrido. Eso no es periodismo.

–¿Y los españoles antes?

–El nuevo periodismo español es de finales de los años 20 y pasó sobre todo con Chaves Nogales, también con Pla, pero Chaves creó una escuela de la que salió una generación de excelentes periodistas. Dirigía los periódicos pero era un reportero, corresponsal...

–Cita a Harari para destacar la evolución de nuestro lenguaje, un medio para compartir información del mundo, un tipo de chismorreo. ¿Somos un animal cotilla?

–Un poquitín sí. Somos unos verdaderos cotillas, sobre todos los periodistas. Un buen periodista tiene eso, oreja, está pendiente de lo que ocurre sin horarios. De una conversación, también ajena, se saca una noticia.

–¿Pasan demasiado tiempo los periodistas aclarando las medias verdades de la publicidad y la propaganda?

–No queda otra. Con las redes sociales, con Internet, la capacidad de preparar una mentira o una media verdad, que son lo mismo, es inmensa y peligrosa.

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