"Cuando nos miren desde el futuro verán pasotismo"
-¿La arquitectura de cada tiempo nos define?
-Sí, la arquitectura de cada tiempo nos define y, es más, yo creo que en cada época hay que hacer la arquitectura moderna, de ese momento.
-Según eso, ¿cómo somos?
-Hoy vemos una arquitectura muy minimalista en las pequeñas dimensiones, que refleja miedo al compromiso. Observe que se emplean mucho los grises y los blancos.
-¿Y en el caso de los grandes proyectos?
-Hay una arquitectura del espectáculo que se caracteriza porque, muchas veces, no respeta el entorno. Precisamente porque lo importante ahí es el espectáculo.
-¿Qué tienen una y otra en común?
-El nivel cultural y las inquietudes del proyectista siempre se reflejan en la obra. Ahora no se hace una arquitectura que la gente pueda comprender y en la que el observador se integre. En general son espacios muy fríos.
-¿Impera la indefinición?
-Creo que el hombre está hoy un poco despistado, es una época muy confusa. Yo la llamo la era del papanatismo, aunque no se si lo puedo decir.
-¿Qué verán de nuestro legado en el futuro?
-Verán pasotismo. Si yo estuviese en el futuro y viese la arquitectura de ahora creo que encima de mi cabeza se formaría un interrogante.
-¿A qué obedece el boom de la arquitectura de autor?
-A que los políticos quieren dejar su impronta antes de marcharse. Normalmente es una arquitectura que cuesta mucho dinero.
-¿Más de lo debido?
-Los costes se suelen desmadrar muy por encima de lo previsto y las construcciones suelen estar fuera de escala. Pero no importa. Muchas veces ni cumplen la función correctamente, sólo hay una preocupación formalista.
-¿Eso no ha ocurrido siempre?
-Antes se hacían edificios bellos en los que era importante la función y los podemos adecuar a nuevos usos. Ahora se hacen edificios que son espectaculares, pero que no cumplen su función correctamente, o están fuera de escala.
-¿Por ejemplo?
-Las llamadas setas de la plaza de la Encarnación, de Sevilla. No sé lo que pensarán los vecinos que se asomen a la plaza. Pero a mí, cuando paso por allí y veo aquello y lo comparo con los edificios de al lado, me parece sobredimensionado.
-¿Hay otros casos?
-En muchos sitios, lo que pasan que son historias muy tristes y no las quiero contar.
-¿Y la polémica Torre Pelli?
-Se ha criticado porque, a juicio de algunos, supone una agresión al patrimonio histórico de Sevilla, pero no creo que ése sea el problema.
-¿Cuál es?
-Creo que también está fuera de escala. No se qué quiere significar ese edificio ahí, tan alto, solitario, como un hito. Lo que no quita que daría trabajo a mucha gente y eso es positivo.
-¿La política también invade la arquitectura?
-También. Cuando arquitecto y político quieren dejar su impronta ninguno mira a los demás.
-Luego la promoción de la arquitectura espectáculo no es altruista…
-Es más bien egoísta. La gente dice que todo funciona hasta que llega un arquitecto.
-¿Y usted qué opina?
-Cuando el arquitecto quiere ser protagonista es un desastre. Hay muchas patologías que se producen en la construcción en la búsqueda de líneas puras.
-¿Patologías?
-Me explicaré con un ejemplo. Lo lógico es que al voladizo de un balcón se le ponga una gotera, o hendidura, para que el agua caiga. Es fea, pero sin ella el agua se acumula y se producen manchas.
-¿Se sacrifican ahora las hendiduras?
-Se sacrifican lógicas constructivas en beneficio del formalismo: preocupa que la cosa quede bien, aunque no funcione.
-¿Con qué consecuencias?
-Hay edificios públicos en los se han hecho grandes inversiones y al pasar unos años parece viejos. En cambio otros edificios con cien años se mantienen mejor.
-¿Qué ha aprendido en sus años de perito forense?
-¡Si le digo cómo la gente miente! No existe ni remordimiento. Llega un momento en que no te lo crees.
-¿En su oficio hay pérdida de valores?
-La pérdida de valores está en todas las direcciones y en todos los espacios. Antes en los arquitectos se valoraba la formación humanística, además de la técnica. El oficio de arquitecto es muy complicado.
-¿El arquitecto tiene algo de sociólogo?
-Hay que saber cómo vive la gente, cómo se comporta, que relaciones suele tener y cómo es la familia. Eso es algo que tienes que tener presente hasta cuando diseñas una cocina.
-¿Qué filosofía conviene a nuestra época?
-La de la austeridad, en el sentido de que hay que meditar lo que estamos haciendo. No es lógico que se construyan edificios acristaladísimos en un clima como el nuestro.
-¿Para no derrochar energía?
-Se trata de optimizar los recursos al máximo para evitar esfuerzos e inversiones desproporcionados. Esta optimización y austeridad debe ser extensiva a toda la sociedad.
-¿Habrá un antes y un después de la crisis?
-Hemos vivido en una nube que ahora se desinfla. Esto obliga a una reflexión de todos. Hay que volver a la realidad, bajar a la tierra.
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