"O lo arreglamos todos, o lo estropeamos para todos"

miguel brieva | dibujante

El dibujante sevillano Miguel Brieva.
El dibujante sevillano Miguel Brieva. / Astiberri
Pilar Vera

13 de enero 2024 - 06:00

EL LABERINTO Y EL HILO DE TINTA. Frente a un presente incierto, Miguel Brieva (Sevilla, 1974) realiza una ‘humilde propuesta’ contra la resignación en Se busca un futuro posible en el que desear vivir, Se busca un futuro posible en el que desear vivir,el álbum publicado por Astiberri que “intenta abordar una serie de preguntas incómodas o atisbar una serie de búsquedas”. Brieva ha colaborado como ilustrador y humorista gráfico en varios medios y es autor de libros como Bienvenido al mundo, Dinero o La gran aventura humana. Además, es miembro del consejo editorial de Libros en Acción y del grupo musical Las buenas noches.

-’Se busca un futuro posible en el que desear vivir’. El título no puede ser más acertado porque, desde hace cuatro años, parece que nos estén acomodando en capilla.

–Este libro se ha ido fraguando a partir de la pandemia, y es que creo que en todo este tiempo, algo se ha quebrado. Ha crecido la sensación de incertidumbre y los nuevos escenarios que vivimos se están traduciendo en dos tipos de reacción:por un lado, la paralización, una especie de ecoansiedad;por otro, el hedonismo de la representación, donde todo es disfrute sin mirar.

–O, más bien, mirando sin salir del espejo. O en espejos deformados.

–El negacionismo en clave política es un paso más allá de esto. Los totalitarismos de los años 20-30 no eran más que un intento desesperado del ser humano para sobreponerse al capitalismo.

–Bueno, se dice que antes imaginamos el apocalipsis que el fin del capitalismo. En el imaginario ha quedado de forma muy potente el descalabre de la URSS.

–Los ciclos son difíciles de predecir y apaciguar, pero lo cierto es que no hemos empleado todo nuestro potencial en buscar y poner en marcha, de verdad, otros escenarios posibles. No es lo mismo vivir pensando que, hagamos lo que hagamos, vamos al matadero, que vivir pensando que contribuiremos a una salida. Cuando el grado de incertidumbre es enorme, cortocircuitamos. Negamos la realidad, no podemos asumir tantas complejidades y contradicciones.

–Tampoco es que se nos facilite mucho entender la realidad. Señalamos los bulos y las creencias absurdas pero es que de algo hay que llenar el vacío entre lo oficial y la realidad.

–El vacío se rellena con nuestra especialidad, que es lo que hemos hecho siempre:contar historias. Antiguamente, pues inventaban mitos imposibles, a todas luces, surrealistas, pero nuestros antepasados se aferraban a ellos porque les daban seguridad y una explicación del mundo. Es normal que, hoy día, haya mucha gente que se aferra a auténticos desparrames que les dan una guía en el mundo. Pero esta herramienta que nos ha sido tan útil en el pasado, cuando éramos una especie pequeñita y vulnerable, no sirve de mucho a la hora de calibrar qué hemos de hacer cuando tenemos centrales nucleares y recursos energéticos capaces de cambiar la temperatura del planeta. Es todo mucho más complejo y es, además, obra nuestra, así que hemos de basarnos en la razón, la filosofía, la información, la cultura... para entender la historia de la humanidad y manejarnos en toda esta complejidad e incertidumbre. Por eso creo que hay que entender qué hace que una persona, aparentemente igual que yo, asuma un discurso aberrante, y llegas a la conclusión de que hay que cambiar las cosas, porque hay algo que, colectivamente, no se está haciendo bien.

"Desde la izquierda no debe haber una adecuación, sino una propuesta de ruptura absoluta"

–Y las visiones de futuro son para meterse en un búnker. O escapar a Marte, como los multimillonarios.

–Títulos como La superviviencia de los más ricos La superviviencia de los más ricosnos cuentan que los grandes magnates rumian una fantasía completamente descabellada, que es la que se parodia en No mires arriba. Que sobrevivir en un búnker, o en una colonia espacial, es algo imposible es evidente para cualquiera que no sea un demente. A pesar de la tentación que todos tenemos de retirarnos a una casa con un manantial cerca, esto o lo arreglamos todos, o lo estropeamos para todos. Al respecto, veo muy acertado el comentario de Yayo Herrero sobre el texto fundacional de Elon Musk en Marte:toda esa inversión descomunal de los milmillonarios sería para intentar malvivir en la ecocomuna más chunga que puedas imaginar. Realmente, la solución es justo lo contrario de todo esto.

–De ahí la importancia de buscar futuros posibles.

–De dibujar una transición que asegure que no vamos a perecer y que satisfaga las necesidades humanas. Ya hay muchísimo avanzado, con gente concretando cómo se puede hacer una economía que no permita la acumulación; o cómo generar consumos energéticos parar vivir con el sol actual. Hemos de ir por ese camino. Yo sospecho que todas las creaciones que no abordan mostrar alternativas posibles al sistema actual no hacen más que apuntalarlo. Pongo en duda que tengan algún valor. ¿De qué me sirve, de verdad, otra serie sobre un asesino en serie?

–Lo malo –apunta– no es sólo que se haya pervertido el concepto de libertad, sino que también se ha hecho con el de revolución.

–Los revolucionarios ahora son los que reman a favor del sistema, los que actúan para destruir todo lo que tiene sentido, de árboles a hospitales. El discurso de la izquierda, por otro lado, se ha limitado a arañar decimales, con un relato que es muy poco motivador. Desde la izquierda, lo que se debe hacer es proveer una ruptura absoluta. De ahí la importancia de mostrar futuros posibles y deseables. Competir con el capitalismo con un imaginario parece de perdedores, pero siento que eso es lo que necesita la gente. Nada puede cobrar cuerpo y vida si antes no es imaginado.

-Es curioso que, en esas posibilidades, la opciones no pasen por las megaciudades, que es en lo que estamos.

–Es algo que propongo en el libro, pero que sale en distintos modelos. Iván Illich hablaba de la morfología de las sociedades, y hoy día las sociedades habrían perdido su escala. En la Atenas de la antigüedad, por ejemplo, si te portabas mal con el zapatero, luego no te atendía, o veías a sus hijos pasando hambre... Eras consciente de las consecuencias de tus actos. Ahora, podemos comprar unos zapatos fabricados en un taller infantil y ni nos enteramos.

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