"El mejor nadador es el que sale del agua con una sonrisa"

christian jongeneel. nadador

"El mejor nadador es el que sale del agua con una sonrisa"
"El mejor nadador es el que sale del agua con una sonrisa"
Pedro Ingelmo

18 de septiembre 2015 - 01:00

-Es usted el Forrest Gump de la natación. Nadar y nadar. ¿Hacia dónde?

-Ja, ja, sí. Lo he hecho toda mi vida, desde pequeño, y no me aburro nunca. Nado y nado. Quiero pensar que nado hacia un mundo mejor.

-No quiso ser Phelps, no quiso ser una estrella.

-Nunca hubiera sido Phelps, pero no idolatro a las grandes figuras. Son envidiables sus marcas, en su forma de nadar, pero muchas de las figuras de la natación cuando terminan de nadar, cuando han alcanzado todas sus metas, se encuentran con un problema, con el y ahora qué. Yo he encontrado ese y ahora qué.

-La piscina, donde compitió tantos años, se le quedó pequeña.

-El mundo de la competición te colapsa. Vas a la piscina, nadas, sales, al día siguiente otra vez, otro entrenamiento. La piscina es un espacio domesticado, el mar es un ser vivo.

-Sí, el mar tiene olas, algunas muy grandes, vientos, corrientes...

-También tiene eso de bello, lo impredecible. En la competición en piscina sabes el día, la hora, las condiciones y lo que tendrás que nadar. Y lo harás en un poco más o un poco menos de tiempo. Cuando te preparas para una travesía no sabes cuándo podrás hacerla, tienes que estar pendiente de si el viento va a rolar, no sabes cuánto tardarás en alcanzar tu meta y tampoco importa demasiado, ni siquiera sabes si lo conseguirás. Tratas de controlar todas esas variables, pero nada es completamente seguro.

-Su último reto es Menorca.

-Sí, pero no se han dado las condiciones climáticas. Mientras, se espera, se realizan entrenamientos suaves y aprovechas para conocer el entorno, la gente, que es lo mejor de dedicarse a esto.

-Ha hecho una docena de travesías. ¿Pensó que no terminaba alguna?

-Pensé que no terminaba en todas. Siempre hay un momento en el que dices no voy a poder porque el cansancio es mucho, porque se te hinchan los labios con la sal, la garganta, porque todo se te agarrota, los calambres, la flaqueza... y entonces te dices terminaré o no terminaré, pero sigo nadando.

-¿Cuál fue la primera travesía que realizó?

-El Estrecho, que es emblemática, mágica, porque une dos continentes. Entonces fue un gran reto. Lo planeé con un amigo. Hablábamos de hacer algo diferente: subir montañas, volar... y pensamos que si éramos nadadores lo que teníamos que hacer era nadar. Soñamos con llegar juntos y abrazarnos en África, en la otra orilla. No pudo ser: él tuvo que abandonar por hipotermia. Yo decidí que seguiría cruzando estrechos por todo el mundo.

-¿Se ha frustrado alguna?

-El Río de la Plata. Pasamos un tiempo allí, pero nunca se dieron las condiciones. La naturaleza forma parte del juego. Tengo que volver.

-Con el miedo que dan los tiburones, gracias a Spielberg... Y usted ha nadado en aguas de tiburones.

-Los humanos no es que tengamos respeto, es que tenemos fobia a los tiburones. Y ellos nos tienen más miedo a nosotros que nosotros a ellos. Para que un tiburón te ataque mientras nadas tiene que darse una confusión. No digo que no pueda darse, pero es extraño. Lo de atacar por atacar es una cosa que sólo hacemos los humanos. Crucé de noche el canal de Santa Catalina, en California, donde sí hay documentados ataques de barracudas y hay grandes medusas, pero lo peor, sin lugar a dudas, fue la noche, el enemigo a batir. No estaba orientado, no veía el kayak que me acompañaba, choqué con él. Sólo quería que amanecieras. No, no son los tiburones los que me inquietan a la hora de preparar una travesía.

-Durante muchas horas usted es uno más de esa fauna, un habitante marino.

-No exactamente, pero disfruto de nadar con delfines, con rayas... En Nueva Zelanda, en el Estrecho de Cook, estuve acompañado de una familia de delfines, con la madre y las crías. También en Gibraltar me sucedió e incluso escuché algún chirrido y me dije, mira, estos delfines parece que están hablando de mí.

-Forma parte de un proyecto de la Fundación Vicente Ferrer.

-Lo llamamos Brazadas Solidarias. Con estas travesías recaudamos dinero que se invierte en proyectos en la India. Parece mentira lo que ayuda. Cada brazada que das, te dices, es un pequeñísimo grano de arena para hacer la vida más fácil a gente necesitada. Ya digo, es sólo un grano de arena, pero grano a grano es como se puede ir construyendo. Ramificando, multiplicando esfuerzos.

-Además de la vertiente solidaria, ¿por qué nada?

-Mi objetivo no es demostrar fortaleza física, sino buscar un modo de ser parte del medio excepcional, generoso y bello que es el Océano. Nadar es conocerse a sí mismo. Nado para ayudar a los demás y para conocerme.

-¿Y le gusta lo que ha conocido?

-Cuando pasas tantas horas solo, brazada tras brazada, mejor será que te lleves bien contigo mismo. Si hay conflictos, saldrán. Son muchas horas aguantándote física y mentalmente. El mejor nadador es el que sale del agua con una sonrisa.

-Alguna vez parará.

-Me preparo para seguir nadando. Hago entrenamientos para el largo plazo, para seguir nadando y nadando muchos años más.

stats