Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
Matilde Blanco | Psiquiatra y responsable de Salud Mental en el Área Sur de Sevilla
Afán de una doctora por mitigar el sufrimiento mental. Para la doctora Matilde Blanco Venzala la Psiquiatría es un reto continuo. Conoce muy bien el sufrimiento de las personas con enfermedad mental y sus familias. Realizó la residencia en Valme y completó su formación en Cambridge. Trabajó en Londres y Cambridge, en cuya universidad permaneció tres años. Trabajando en una de las mejores universidades del mundo descubrió que el mundo académico no era lo suyo. La doctora Blanco prefiere atender pacientes. Su faceta investigadora está centrada en la utilidad de medidas no farmacológicas en pro de la recuperación de personas con diagnóstico de psicosis.
–Enfermos y familiares (Feafes) le han reconocido por su labor comprometida con las personas con enfermedad mental. ¿Cómo se siente?
–Reconfortada por un reconocimiento que nos indica que todo el esfuerzo de tanto tiempo y de tantos profesionales de salud mental del Área de Gestión Sanitaria Sur de Sevilla, conocida como Valme, ha llegado a aquellos que, para nosotros, son los más importantes: las personas con problemas de salud mental y sus familias.
–¿De qué se siente más orgullosa?
–De los pacientes y de los profesionales de salud mental de Valme. De su esfuerzo, creatividad y capacidad para regenerarse. Me siento orgullosa de toda esa gente que ha luchado y lucha para recuperar su salud; y que hoy pueden decir alto y claro: Tengo un diagnóstico de esquizofrenia, de trastorno bipolar, de TOC etc, pero sé cómo cuidarme, y tengo una vida de calidad.
–Además de tratamientos farmacológicos los enfermos necesitan otros apoyos. ¿Cómo cubrirlos?
–Suelo decirles a los médicos en formación que se necesitan 5 minutos para saber qué medida farmacológica utilizar; y el resto para apoyar, explicar y desarrollar los aspectos de autocuidado, al margen de la química. Para diseñar las intervenciones es crucial diferenciar apoyo de psicoterapia. La psicoterapia, especialmente en formato grupal en el sistema público debe ser realizada por técnicos y fomentada dentro del sistema sanitario.
–La salud mental ha sufrido un fuerte impacto en la pandemia ¿Diagnóstico?
–Las crisis ponen de manifiesto las áreas vulnerables de todo, individuos y sistemas. Toda la población hemos sufrido una crisis de forma simultánea y nos hemos resentido en nuestra salud mental, cada cual según sus características: más triste, más nervioso, más irascible, más aislado. Y posiblemente ha puesto en evidencia la mala salud mental que, como sociedad, tenemos.
–¿Qué debemos aprender?
–Como sociedad tenemos que trabajar en la prevención y la promoción de la salud mental.
–La depresión y la ansiedad aumentan. ¿Quién tiene más riesgos?
–La tendencia al aumento de cuadros ansioso depresivos es una constante en las sociedades occidentales en las últimas décadas; y el contexto actual lo ha intensificado. Los grupos con mayor vulnerabilidad son las mujeres en edad adulta, los ancianos y la población infanto-juvenil.
–¿Cómo afrontarlo?
–No existen recetas mágicas ni rápidas. La salud mental es el trabajo de una vida, aunque solemos acordarnos de ella cuando nos duele. En líneas generales, es necesario encontrar herramientas dentro y fuera de nosotros mismos. Hay que insistir en que pedir ayuda profesional por sí sola no es suficiente. Las intervenciones en salud mental se parecen más a la rehabilitación física que a la cirugía. Los profesionales pueden ayudar a identificar problemas y desarrollar respuestas, pero el trabajo día a día se hace por la propia persona.
–¿Cómo?
–Hay que aprender a autocuidarse, conocerse a nivel emocional , ampliar las estrategias de afrontamiento, mejorar la comunicación interpersonal y aprender también de lo que nos duele y nos hace sufrir (resiliencia).
–¿Cómo viven la pandemia los afectados por la enfermedad metal grave?
–Su comportamiento durante la pandemia ha sido ejemplar. El desconfinamiento está suponiendo una dificultad con la que en principio no contábamos y sí estamos observando que ha supuesto un retroceso en las situaciones clínicas, ya que durante un periodo de dos años no se ha podido mantener el trabajo terapéutico.
–¿Qué le preocupa más de estos pacientes?
–Que se diluyan en el mar del sufrimiento psicológico. Las patologías severas requieren intervenciones intensivas y mantenidas a lo largo del tiempo para que su pronóstico sea tan bueno como puede ser. Son, teóricamente, la población diana de los servicios de salud mental, para la que están dotados. Cuando desde la sociedad se reclama, con razón, un aumento del cuidado de otros cuadros clínicos muchos más frecuentes, la atención se diluye para todos.
–El aumento del suicidio inquieta. ¿Cómo frenarlo?
–El suicidio es la expresión más dramática de la imposibilidad de generar un proyecto vital satisfactorio. Sus causas son múltiples porque influyen desde factores socioeconómicos, de personalidad, de sufrimiento físico y psíquico a los que no se le ve solución. Desde salud mental se está trabajando en un plan de acción para la prevención, atención y ayuda a los supervivientes del suicidio. Este plan incluye medidas preventivas en población general e intervenciones intensivas en población de riesgo. Se ha publicado en septiembre de 2021 y está en fase de implementarse.
–Y¿en jóvenes?
–En edades tempranas volvemos a hablar de mejorar la coordinación con educación, revitalizar programas como Forma Joven, que trabaja la salud mental en el contexto de los centros de secundaria; y la identificación de referentes en la red de salud mental infanto-juvenil.
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