"La marcha ha sido siempre la prueba atlética más castigada"
David Domínguez Guimerá | Ex marchador olímpico y fisioterapeuta
El ex marchador isleño recuerda sus vivencias en dos Juegos Olímpicos y hace una defensa a ultranza del atletismo "que a mí me lo ha dado todo"
Anima a la sociedad a hacer ejercicio pero preferiblemente bajo la tutela de un preparador "porque todos los deportes causan lesiones"
María y Álvaro, la pareja de oro del atletismo español
David Domínguez Guimerá (San Fernando, 1980), marchador olímpico en los Juegos de Sidney (2000) y Atenas (2004), siempre tuvo claro que pese a su pasión por el atletismo no podía dejar de lado sus estudios. Inició sin éxito la carrera de Medicina y luego descubrió la fisioterapia, que no sólo se convirtió en su profesión sino que le permitía y le sigue permitiendo continuar en contacto con el deporte de alto nivel. Es diplomado en Fisioterapia por la Universidad de Cádiz y hoy dirige una clínica de su propiedad en su localidad natal, colaborando cuando puede con la selección española de marcha.
–Me imagino que habrá visto las pruebas de marcha en los recientes Juegos Olímpicos de París.
–Sí, claro. Intento seguir siempre todas las pruebas de marcha, porque soy marchador pero también porque tengo una buena relación con Álvaro (Martín), con María (Pérez) y con sus entrenadores. Desde 2018 he estado yendo con ellos a concentraciones de larga duración como fisioterapeuta y, aunque este último año no he podido estar con ellos, sí tengo bastante amistad con los dos.
–¿Y qué siente un ex marchador olímpico cuando llegan unos Juegos?
–Añoranza, porque me he visto ahí con 20 y 24 años, cuando estuve en los Juegos de Sidney (2000) y Atenas (2004). Sé lo que tienen que hacer los atletas cuando llegan, el check in, las acreditaciones, las fotos, la ropa de la selección que te llega a casa en las cajas, el día de concentración antes de partir con la Federación… todo eso lo viví y todo eso lo revivo en mi mente.
–¿Merece la pena el esfuerzo de cuatro años de entrenamientos para llegar a unos Juegos?
–Claro que sí, siempre. Estar allí ya es un mérito tremendo porque sé de muchos compañeros que no llegaron bien porque se lesionaron, bien porque, aunque llegaron a hacer marcas mejores que las mías no las hicieron en eventos claves como Campeonatos de Europa o del Mundo, o bien porque deciden ponerse a estudiar.
–Que fue lo que le pasó a usted.
–Yo inicié la carrera de Medicina en 1999, pero tuve que dejarla porque era imposible compaginarla con los entrenamientos. Después me incliné por Fisioterapia y tras el varapalo que sufrí en Atenas en 2004, ya me puse en serio a estudiar la carrera, hasta que la saqué. Intenté conseguir plaza para los Juegos de Pekín (2008) pero el entrenamiento lo hice compaginándolo con la carrera, ya no tuve el mismo rendimiento atlético y los que venían detrás mía me adelantaron.
–Curiosamente sus mejores marcas no fueron en los Juegos Olímpicos. ¿Influyen ahí los nervios?
–Claro que sí. Es que unos Juegos no tienen nada qe ver con el resto de competiciones. En cualquier campeonato de atletismo sólo hay atletas pero en unos Juegos Olímpicos están todos los deportes, todo es diferente y todo es gigantesco, desde la Villa Olímpica, que te impresiona al llegar, hasta el público, la repercusión. Y además son cada cuatro años, sin margen de error. A los de Sidney fui a probar pero a los de Atenas sí fue ilusionado. Sabía que las medallas estaban imposibles pero como había quedado noveno en el Campeonato del Mundo de París del año anterior logrando mi mejor marca personal en los 20 kilómetros, por mi cabeza sí rondaba la opción del diploma olímpico. Pero la prueba salió mal.
"En unos Juegos Olímpicos hay más nervios porque impresionan. Allí todo es diferente y todo es gigantesco"
–¿Sigue haciendo marcha?
–Desde que me retiré a finales de 2010, nada de nada. Corro para mantenerme en forma, participo en carreras populares, pero nada más.
–¿Por qué la marcha es la modelidad que más éxitos da al atetismo español?
–Por la tradición, esa tradición que empezaron gente como Jordi Llopart o José Marín. Era una época en la que se importaron los métodos de entrenamiento de los rusos y se trabajaba como burros. Afortunadamente esos métodos de entrenamiento ya han cambiado, pero la tradición continúa. Pero aunque sea la prueba estrella de nuestro atletismo, también es la más castigada, tanto por los patrocinadores como por la propia Federación, que no siempre nos ha tratado bien.
–¿Qué lleva a un chaval a dedicarse a la marcha?
–Yo empecé en el atletismo a los 13 años, en la Escuela Deportiva Municipal de San Fernando. Durante dos años estuve haciendo todas las pruebas: saltos, lanzamientos, carreras, y también la marcha. Y me incliné por ella a los 15 años porque la vi en los Juegos de Barcelona y me gustó y porque quedé en una buena posición en unos juegos deportivos municipales.
–Como fisioterapeuta, ¿todo el mundo vale para hacer deporte?
–Evidentemente hacer deporte es sano y más en la época actual en la que el ritmo de vida es trepidante y el cuerpo necesita hacer ejercicio. Pero muchas veces se hace deporte sin saber, y eso provoca muchas lesiones. Todos los deportes causan lesiones, ya sea correr, o los de gimnasio, o los de raqueta, o los deportes de mar... Por eso es importante buscar a alguien que sepa, un preparador físico, un entrenador personal, alguien que te lleve bien.
–¿Qué le ha dado el atletismo?
–Todo. Y cuando digo todo es todo: profesión, amistades, cultura, constancia, educación, la posibilidad de estudiar una carrera universitaria gracias a las becas...
–¿Y piensa que ha perdido juventud por culpa del atletismo?
–Hubo un momento en que llegué a pensarlo, pero después me di cuenta que no era así. Insisto, el atletismo me lo ha dado todo, quizás porque supe reunirme de gente muy válida.
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