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Luis gutiérrez Rojas | Médico psiquiatra
Luis Gutiérrez Rojas (Granada 1977), médico psiquiatra en el Hospital clínico San Cecilio de Granada y en la universidad de esta ciudad, especializado en el trastorno bipolar, es padre de seis hijos y finalista en 2003 del Club de la Comedia. Se ha especializado en enseñar -a empresas, colegios y asociaciones- herramientas para que las personas sean capaces de afrontar los problemas y enfrentarse al futuro. Acaba de dar una conferencia en Sevilla sobre educación con humor organizada por la Asociación de Empresarios del Sur de España (Cesur). Cree que la felicidad está más cercana al dolor que al placer.
-¿En qué consiste su propuesta de educar con humor?
-Ser padres parece muy complicado. Es importante hacerlo con humor y optimismo. Educar a un hijo no tiene que ser tan difícil. Nosotros lo hacemos más difícil al angustiarnos con los problemas de la vida cotidiana cuando tendríamos que quitarle importancia a las cosas y relativizar. La clave desde el principio es saber poner límites y pautas para que las cosas salgan bien.
-¿Cómo se pone humor a la vida tal como están los trabajos y las jornadas laborales eternas?
-Es cierto que la conciliación de la vida familiar y laboral muchas veces es un problema. Pero de verdad creo que pasamos con nuestros hijos bastante más tiempo del que parece y que las cosas van a mejor, no a peor. Hoy la relación de un padre con los hijos es bastante mejor que la que pudo tener mi padre, en implicación en las tareas del hogar, en dedicación y estar pendientes de los hijos. El problema es cómo saber sacarle partido a ese tiempo.
-Dígame alguna de sus recomendaciones
-Sobre todo si se trata de adolescentes, los hijos en general exageran. Nos pueden plantear situaciones para ellos límite, pero en realidad son auténticas tonterías porque su mundo se está formando, no tienen ideas claras, no han madurado lo suficiente. Tienen un conflicto con un compañero, dicen que el profesor les tiene manía, que si les han pegado en el patio. Entonces una de las pautas de educar con humor es no ponernos a la altura de nuestros hijos. No entrar al trapo en cuestiones que son muy tontas. Yo creo que a veces los padres sufrimos mucho por eso.
-¿Qué actitud errónea tienen los padres?
-Nos parece que tenemos que convencerles, que entiendan las cosas para que las hagan. Es una teoría bastante absurda. Puedo explicarle a mi hijo que tiene que hacer los deberes, que llegue a su hora, pero a lo mejor hace lo que le dé la gana. A veces se tiran un montón de horas por la borda en hablar, explicar y razonar cuando el niño lo que necesita son ideas claras: a esta hora se llega, se come, nos levantamos, la tele no se pone. Casi se puede educar al niño desde que es un bebé.
-¿Dónde está el límite entre las normas y el autoritarismo?
-En una familia donde se sabe que hay unas pautas claras los padres no se tienen que imponer con autoridad, con voces ni con castigos. No es necesario todo eso. Se tienen que aplicar porque son las normas que rigen en la casa y todo sale a pedir de boca porque desde el comienzo el árbol va creciendo bien. Ahora, si todo es negociación, todo es explicación, si todo es tú me das yo te doy, si todo es premio o castigo, entonces estamos muertos. Porque tenemos que dedicar millones de horas a cualquier plan, actividad o pauta que queramos aplicar.
-¿Dónde metemos aquí el humor?
-Veo a un montón de familias que sufren porque han puesto a los hijos en el primer lugar y son estos los que toman las decisiones, como si fueran pequeños tiranos. En ese caso lo que hay en las casas es tensión, discusión, peleas, voces, amenazas. Pero si los padres tienen las ideas claras y desde el principio marcan una serie de pautas, el hijo sabe a qué atenerse. Una familia que ha perdido la autoridad, donde se ha cuestionado la figura del padre y son los hijos los que deciden es un error de libro. Una familia es lo más lejos a una democracia. Son los padres los que mandan y los hijos los que obedecen. Si estos son los que deciden, veríamos la tele hasta la una de la mañana o iríamos todos los veranos a Eurodisney.
-¿Qué hacemos cuando el hijo crece y quiere participar y opinar?
-Casi todos los padres se angustian cuando llega la adolescencia: dicen que el adolescente está imposible, que me ha puesto la soga al cuello, que está siempre enfadado. Claro, eso tiene que ver con qué fue lo que se hizo muchos años antes. Si uno puso en su día las bases claras, cuando llega la adolescencia todo es más sencillo y más fácil. No se puede actuar como cuando es un bebé. Con el adolescente hay que tener paciencia.
-¿Qué pautas aconseja para la adolescencia?
-El hijo debe saber que siempre nos tiene, pero ha de encontrar su camino y tiene que equivocarse. Querer que un hijo sea perfecto y no se equivoque en nada convierte a los hijos en seres llenos de complejos y desgraciados porque no toman sus propias decisiones.
-¿Cómo actuar ante una conducta no adecuada?
-Los padres no pueden angustiarse ni preocuparse ni estar tensos. La adolescencia es una etapa y pasará. Muchas de las cosas que les preocupan no son problemas gordos. Hay quien enseguida quiere llevar a su hijo al psicólogo, que lo vea un equipo multidisciplinar. Los padres tenemos que ser un faro que los guía, pero no podemos ser una vía de tren por la que nuestros hijos lo tengan todo hecho. Uno aprende y madura enfrentándose a la dificultad, al no.
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