“En internet somos más críticos a la hora de ligar”
Entrevista Pere Estupinyà
Pere Estupinyà (Tortosa, 1974) afirma que el placer no termina tras el orgasmo y que su curiosidad le llevó a ahondar más sobre todo lo relativo a la sexualidad por las cosas que ocultaba. Desde la radio, la televisión, el teatro o la literatura su vocación como divulgador llega a miles de seguidores con un lenguaje claro y sin tabúes, algo que lleva a su máximo exponente con su última publicación, La ciencia del sexo.
–Científico, divulgador, actor... ¿quién es en realidad Pere Estupinyà?
–Es alguien que quiere conocer, pero hacerlo de la manera más profunda posible. Por eso me encanta la ciencia porque me da una visión del universo, de la genética, de la neurociencia, de la sexualidad,... Y, a partir de aquí, pues lo cuento donde me dejan, ya sea en la tele, en la radio, en teatro o en donde sea. Soy un tipo entusiasta, con personalidad alegre, con curiosidad por experimentar, inquieto, y esa actitud pues me lleva a investigar. Cuando descubrí que la sexualidad tenía tantas cosas ocultas me resultó interesante.
–¿Qué es lo más importante para un divulgador llegar a la gente o expresar ideas?
–Expresar ideas de una manera que cuaje el mensaje que quiere transmitir. Pero a veces el mensaje no llega. Puedes hacer algo muy divertido que llegue a muchas personas, que se lo pasen bien, pero que no haya un después.
–Un divulgador científico tira del lenguaje para conectar con la gente, ¿no es una paradoja?
–Siempre he planteado que no se debe separar el mundo de la ciencia y el de las letras. Los científicos necesitan de la lengua. Hay simbiosis. Cuando quieres comunicar tienes que hablarle a las personas de la manera que a ellos les gusta. De forma interesante, con ideas que crean historias o quizás tienes que inventar una narrativa, tienes que buscar anécdotas o no tienes que empezar por lo más importante. Aquí es donde entra el buen saber hacer de los escritores, de los comunicadores o de los artistas, y por eso la unión es tan potente. Los artistas han utilizado tradicionalmente a la ciencia para inspirarse, pero los científicos tienen que dejarse inspirar por la creatividad, que es la manera de sorprender, de llamar la atención y mantenerla.
–Ha declarado que “España no apuesta por la ciencia”.
–Aún estamos lejos. Hay áreas en la que somos buenos y se podría generar más, pero en realidad, tanto a nivel político como institucional, no se lo creen. Saben que el discurso que toca es que tenemos que invertir, porque la sociedad no será ni mejor ni más rica sin ello, pero la estructura que hay en Estados Unidos, Alemania o Reino Unido está más desarrollada. El problema en España no es solo el dinero, sino que no hay industria desarrollada a partir de la ciencia y un ejemplo muy claro está en el ámbito de medicina. Hay muy buena ciencia básica y a veces se inician descubrimientos, pero van a empresas de fuera porque aquí no hay.
–¿Falta educación científica, hay poca divulgación o malos divulgadores?
–La realidad es que la gente prefiere ver otras cosas. ¿Cómo vamos a convencer a alguien que en Netflix, en lugar de ver una serie, vea un documental? Tenemos que asumir la realidad de que es muy difícil hacer divulgación científica y que compita con otras formas de entretenimiento. Donde debe haber más educación científica es en las escuelas y en la toma de decisiones políticas. Es un ejemplo esperanzador cómo se manejó la pandemia. Por mucho ruido que hubiera, hacían caso a los científicos.
–Tendemos a mirar la paja en el ojo ajeno, ¿qué piensa como defensor del pensamiento crítico?
–El pensamiento crítico tiene que empezar por uno mismo porque es muy provechoso. Yo lo hago constantemente y me dicen que soy un pesado porque siempre estoy pendiente de lo que no ha salido bien. Para mejorar algo tienes que mejorar tú. Hay que dudar para no dejarnos llevar por soluciones fáciles que en realidad no lo son. Tenemos mucha tendencia al comportamiento gregario y el pensamiento tiene que ser individual no colectivo.
–El humor y la ironía son algunas de sus herramientas.
–Sí. Si se es serio se explica muy bien, pero el humor conecta. Es una manera de atrapar y de generar complicidad. La ironía demuestra inteligencia y una vez creado este vínculo emocional es mucho más fácil.
–Le llaman el “científico del sexo”.
–El comportamiento sexual humano se puede investigar desde una perspectiva científica. Los mecanismos fisiológicos que hay detrás del deseo sexual, de la erección, del orgasmo o del placer no son diferentes a la sensación de hambre.
–En su libro La ciencia del sexo se hace alusión al tabú y a los traumas que nos siguen persiguiendo.
–Cada vez hay menos. El estigma es una palabra muy, muy importante. Ya no es raro hablar de parejas abiertas o de la homosexualidad. Ahora las presiones sociales vienen más por el tema del género. Los tabúes en general se van diluyendo.
–¿La robótica y la Inteligencia Artificial son el futuro del sexo?
–Ya están presentes, pero son imperfectos todavía. No hay movimiento en los robots o muñecos, no se comunican, aunque algún día responderán a tus preguntas, se moverán, tendrán textura muy humana y características que expresen emociones. Poco a poco se perderá el estigma y se incorporarán a nuestra vida.
–¿El Covid también ha cambiado nuestra vida sexual?
–Estamos igual que antes del confinamiento. Pensábamos que el mundo iba a cambiar pero somos muy resilientes. Tenemos un pozo biológico cultural muy fuerte y en sexualidad no se han visto grandes cambios.
–¿Por qué más personas se definen como LGTBI?
–Tienen menos freno social para expresarse así, pero también hay un motivo de identificación social.
–¿Cómo ha evolucionado la sociedad respecto al sexo?
–Las personas están más liberadas. Se ha evolucionado pero no hay grandes cambios radicales.
–¿Las redes y aplicaciones nos han cambiado?
–Ya no se va tanto a los bares para ligar y, como hay tantas opciones, a quienes no encajen los descartamos, pero en internet somos más críticos a la hora de ligar.
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