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Jesús Navas, medalla de la ciudad de Sevilla

"A los independentistas catalanes hay que aplicarles el delito de rebelión"

José Manuel Otero Novas, Ministro en los gobiernos de Adolfo Suárez

José Manuel Otero Novas
Pablo Fdez. Quintanilla

03 de agosto 2017 - 02:34

-tuvo un papel fundamental en la legalización del PCE. ¿Qué habría sido de la Transición sin este partido?

-Habría costado mucho más hacerla y habríamos estado sometidos a presiones inadecuadas del PSOE. Dieron una rueda de prensa diciendo que no se iban a inscribir en el registro de partidos porque decían que llevaban 100 años existiendo y que no necesitaban inscribirse en ninguna parte. Les dijimos que iríamos a las elecciones sin ellos. "No os atreveréis", decían. Pues nos atreveríamos porque el PCE iba a concurrir y se caería la idea de que estábamos preparando una democracia amaestrada y había otro partidos socialistas inscritos que habrían sacado esos 100 diputados. La Internacional Socialista se habría ido con ellos y dejado de lado al PSOE. Al final, se inscribieron.

-España recibió también amenazas del exterior, en plena Guerra Fría.

-El embajador de la URSS nos dijo que si entrábamos en la OTAN sería causa de guerra y pondríamos en riesgo la seguridad mundial. Estados Unidos y Alemania no querían que se legalizara el PCE y que entráramos en la OTAN desde el principio.

-¿Se podría hablar incluso de injerencia de terceros?

-No, no llegó a eso, pero las dos potencias tenían mucho poder. Te podían incluso organizar el terrorismo en tu territorio. A mí y al presidente nos llegó el mensaje indirectamente de que, si no entrábamos en la OTAN, Estados Unidos apoyaría la independencia de Canarias. Al final les dijimos que tranquilos, que entraríamos pero más adelante. A los pocos días, el líder independentista canario fue acuchillado en Argel. El mensaje nos llegó a través de gente de los Estados Unidos y bueno... yo sólo digo lo que digo, los hechos coincidieron así. Tanto Reino Unido como Estados Unidos se pasaron parte del siglo XX queriendo quedarse con las Canarias.

-¿Cómo llegó alrededor de la treintena, tan joven, a los puestos de dirección de los primeros gobiernos de la Democracia?

-Yo pertenezco a un bloque de gentes, la Universidad San Pablo y la Asociación Católica de Propagandistas, que son organizaciones que está en la prepolítica y que a veces manda a personas a la política. Fuimos el grupo más numeroso en los gobiernos de la Transición. Tuvimos problemas al final del Franquismo, cuando escribíamos en Cuadernos para el Diálogo. Pudimos haber ido a la cárcel. Ahí creamos una doctrina para los gobiernos. Y en este momento seguimos algunos en ese mundo de la prepolítica, por lo que es algo parecido. El régimen que fundamos puede entrar pronto en crisis y hay que preparar una nueva Transición. Yo entré por la vía de preparar el futuro y es lo que hago ahora, aunque ya, a mi edad, ya no vaya a estar yo delante.

-¿Hace falta un nuevo proceso constituyente?

-No necesariamente, y ojalá no sea necesario. Creo que tenemos que hacer muchas reformas porque las autonomías se han desmadrado y el Gobierno no tiene medios. Las organizaciones políticas son como los humanos, nacen y mueren. Hoy, como al final del Franquismo, existe una separación entre la España oficial y la real.

-¿A qué se refiere?

-Puedo poner varios ejemplos. Desde el primer momento, en el 77, una cuarta parte de los españoles quería centralismo puro y sigue existiendo. Incluso otra cuarta parte que aunque no quiera centralismo, quiere menos autonomía. ¿Por qué en los parlamentos se habla de lo que piden los independentistas, si son sólo el 9% del país? También puedo hablarle del asunto LGTB. Yo confío en que todos aceptamos el derecho a nuestra opción sexual y a quien no lo acepte, le criticaré. Pero una cosa es que lo respetemos y otra que no nos importe. La mayor parte de la población es partidaria de la sexualidad clásica y estoy seguro de que no les gusta que en los colegios se diga que hay que probar el amor homosexual y que todo es lo mismo. Y seguramente a la mayoría le desagrada.

-¿Qué piensa de la globalización?

-En Estados Unidos han votado por un presidente que duda de ella y es el país que más se ha lucrado de la globalización. ¿En España todos somos globalizadores y nos gusta que vengan todos los inmigrantes que les dé la gana? Probablemente no. Los partidos no son capaces de responder a estas demandas. Son estructuras que tienen limitaciones que les impiden cambiar y eso lleva al hundimiento de un sistema.

-¿Qué soluciones propone para Cataluña?

-Una reforma constitucional, pero, como sabemos que no la van a aplicar, decimos que hay que actuar antes de que se produzca la crisis. Ahora mismo los políticos catalanes están siendo procesados por un delito de desobediencia, lo que conlleva inhabilitación, y eso es un chollo. Debería aplicárseles el de rebelión, en grado de tentativa, porque la violencia ya existe desde el momento en el que siguen una política de hechos consumados y se genera una presión insoportable.

-¿Es partidario de suspender la autonomía?

-El artículo 155 de la Constitución lo metimos para evitar el Estado de Guerra en casos como éste y no queremos eso. Si se empeñan en incumplir las leyes, se puede suspender total o parcialmente para volver a establecer la legalidad.

Un hombre de la transición

Nació en Vigo en 1940 y perteneció en los últimos años del Franquismo al Grupo Tácito, que reunió a democristianos, monárquicos y liberales para preparar la llegada de la Democracia. Tras la muerte del dictador, fue nombrado director general de Política Interior bajo el ministro Fraga. Allí encontró su propia ficha, “en la que decía que yo era peligroso”. Llegó a ministro de Presidencia, primero, y de Educación, después, en los gobiernos de Adolfo Suárez. Hoy, como miembro de la Asociación Católica de Propagandistas, continúa en labores intelectuales, proponiendo reformas de calado.

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